Tierra de chamos: Guaco movió las emociones de sus coterráneos

Baile y sabor. La súper banda de Venezuela demostró por qué es un referente de su país. Los venezolanos estuvieron como en casa

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La noche tuvo tintes de Maracaibo, Caracas, Barquisimeto... sabor fue lo que sobró y es que los venezolanos saben bien cómo divertirse y bailar a más no poder. ¿Cómo no hacerlo al ritmo de Guaco , la súper banda de Venezuela?

La noche del viernes el Centro de eventos Pedregal en Belén se convirtió en territorio de chamos, de panas. Por primera vez en Costa Rica, la veterana agrupación de música tropical, bajo la tutela del mítico Gustavo Aguado , trajo un pedacito de Valencia y Maracay, y sus coterráneos fueron felices.

Otra pequeña entrega del ser venezolano estuvo en las manos y en la voz del actor Amílcar Rivero, quien presentó un show de comedia previo al bailongo.

Rivero echó mano de chistes sobre su idiosincrasia y el que no era venezolano no entendió bien las bromas, sin embargo cuando el artista hablaba sobre las típicas filas, el gusto por el whisky y los tequeños, sus paisanos se deshicieron en risas.

Pero la música era la más esperada. A las 10:34 p. m. bajó el sonido de fondo, se encendieron las luces de colores, subieron los músicos y aparecieron Aguado, Luis Borjas y Diego Rojas, los cantantes, y todo fue fiesta.

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El primero en cantar fue Aguado, quien a sus 66 años demostró que la energía está intacta y que hasta los movimientos sensuales siguen teniendo su toque. A comer fue la primera pieza y de inmediato los asistentes comenzaron a mover las caderas: unos solos, otros acompañados, todos al mismo tiempo.

Guaco es Guaco. Es historia, es música, es salsa, es renovación y evolución; lo demostró con creces esa noche. En el lugar se sentía la alegría del venezolano y el orgullo de ver en directo al grupo más representativo de su música. No por nada tienen más de 50 años en la escena.

De seguido, el más reciente éxito de Guaco sonó en la voz de Borjas: Baja de su último disco Presente continuo . Una canción divertida, con un ritmo pegajoso que tiene encantados tanto a sus más antiguos seguidores como a los más nuevos.

Y hablando de nuevos seguidores, algunos ticos andaban por ahí y se dejaron enganchar; uno de ellos fue el diputado Otto Guevara quien no paró de bailar sujetado a la cintura de su novia, la venezolana Virginia Ramos.

Alegría. La fiesta siguió. “Bienvenidos a los panas y a los ticos también que los admiro y respeto mucho; pero ¡que viva Venezuela!”, dijo Aguado.

Hubo banderas de rojo, azul y amarillo con estrellas; gorras alusivas al país y olor a arepas, reina pepiada y parrillada. Venezuela se sentía al máximo en un pequeño espacio tico dedicado durante una noche a ese país.

Todo quedó, quedó siguió en la lista de temas. El público coreó la pieza y siguió bailando; la complicidad entre paisanos era sólida y artistas y fanáticos se fundieron en el coro del tema.

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Aguado aseguró que tenía problemas en su voz y que no podía cantar bien, así que de nuevo les pidió a sus compatriotas que le ayudaran con Como camina.

Cinco segundos bastaron fue interpretada por la joven voz de Rojas, quien tiene poco de formar parte de las filas de Guaco, pero no por eso se dejó impresionar por el exigente público y, por el contrario, también logró hacer sinergia con los presentes.

Los temas siguieron, la noche ya avanzaba en sus horas, pero nadie quería irse. Los de Guaco interpretaron varios temas más como Eres y Pídeme . La energía brotaba y embargaba el lugar conforme seguían los músicos ejecutando de forma magistral sus instrumentos.

El momento de la despedida no quería llegar, pero tenía que hacerlo. Para decir adiós volvieron a interpretar Baja que, de nuevo, inyectó a todos.

El cierre se extendió hasta las 12:10 a. m. en medio de una satisfacción venezolana de sentirse como en casa, de nuevo.