Jorge Drexler: Al comando de una coreografía improvisada

Con referencias a casi todos los países latinoamericanos y colaboraciones con artistas de la zona, Drexler cimentó su anhelo de bailar en un décimo álbum

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Los músicos no bailan, afirmó Jorge Drexler en la canción Don de fluir , incluida en Eco , aquel álbum con el que sus rimas y observaciones iluminaron a Latinoamérica y el más allá en el 2004. Luego de una década, el uruguayo se retracta, como quien se deja guiar por la música, en vez de intentar domar él al ritmo.

“La idea es eternamente nueva. Cae la noche y nos seguimos juntando a bailar en la cueva”, canta el Drexler del presente en Bailar en la cueva , el primer tema de un disco que lleva el mismo nombre y que se cuenta como el décimo álbum que el músico ha publicado en sus más de dos décadas de carrera.

En Bailar en la cueva , una selva de sonidos proyecta su eco sobre canciones que, a su vez, generan danzas elípticas y lineales por igual; movimientos de cabaret, reflejos del baile como respuesta espontánea a la música, más que como disciplina cuadrada, alejada de nuestra inmaculada imperfección.

“Es una celebración de la danza y la música como determinantes de nuestra identidad humana”, contó el artista al diario peruano La República . “Juntarnos alrededor de un fuego a llevar un ritmo en conjunto es algo que probablemente hiciéramos desde antes de tener un lenguaje estructurado”, agregó.

“Muchísimos años antes de conocer la agricultura, ya construíamos flautas de hueso. Hoy seguimos juntándonos a hacer música y a bailar en todos los círculos sociales de todas las culturas, sin excepción. Alguna ventaja evolutiva debe tener para que lo mantengamos por decenas, quizás cientos de miles de años”, concluyó.

Caribe. Con el objetivo de rescatar la tradición del baile como una de las causas y consecuencias de la música, Drexler –luego de tres años de haber publicado el disco Amar la trama y poco más de un año después del lanzamiento de n , un proyecto musical ligado a las nuevas tecnologías– viajó a Bogotá, Colombia, a finales del 2013.

Allí grabó la base musical de su nuevo álbum, con la ayuda de varios músicos colombianos, entre ellos Mario Galeano, líder del Frente Cumbiero, además de la mano de su usual equipo de producción, conformado por Carles Campón y Sebastián Merlín.

El resto del disco se grabó en España, con la banda del artista y con la participación de varios músicos invitados de todo Latinoamérica. A comienzos del 2014, el material estaba listo para ser empaquetado, y fue a finales de marzo cuando la nueva producción del poeta uruguayo llegó a sus fans del área.

“Colombia tiene, por usar una palabra de moda, una relación muy holística con la música”, argumentó Drexler a La Voz de Argentina.

“Tiene una relación buena con sus raíces, que la hacen un continente en sí por la variedad, tan increíble como la de su paisaje. Son autosuficientes con las herramientas contemporáneas”, dijo.

En la entrevista, Drexler cuenta que, cuando crecía en tiempos de la dictadura uruguaya, bailar no era bien visto por nadie en su país, ni por la dictadura ni por la contra. No existía la cultura de dejar al cuerpo fluir libremente entre melodías.

“Mi abuelo materno vivió muchos años en Colombia y me traía casetes de vallenatos de Alejo Durán. Crecí siempre con ganas de ver eso de cerca”, reveló el músico a La República , dejando claro que grabar un disco en ese país y con guiños a la música tropical era una deuda que tenía consigo mismo.

“Nos sentimos como en casa, tanto en los aspectos artísticos como humanos. Nos encantó la escena musical actual ahí, pero en realidad el disco es más que una relación con Colombia, es una apertura al continente entero”, comentó.

Alusión. En los últimos años, Jorge Drexler ha visitado todos los países de Latinoamérica y se ha ganado el cariño del público en cada uno de ellos. Su voz ha sido abrazada y cobijada por los latinos, por su sinceridad y cercanía.

“En los últimos cuatro años, recorrí América Latina entera varias veces, y aprendí a reconocerme en ella. A asumir con enorme alegría que yo, musicalmente, soy también eso”, expresó el uruguayo a La República . Bailar en la cueva es su única manera de convertir en tangible ese aprendizaje obtenido.

A lo largo de 11 canciones, el disco hace referencias a muchos de los países que lo llevan en el corazón y que él lleva en el suyo. La luna de Rasquí le habla al venezonalo Simón Díaz, Todo cae recuerda las rancheras mexicanas, Los destellos suena a pura cumbia del Perú y Bolivia , que tiene que ver con ese país y que es una de las canciones favoritas de Drexler del material.

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Eso, sin hablar de las colaboraciones musicales que dejaron huella en muchos de estos temas. Empezando por el brasileño Caetano Veloso, quien justamente lo acompañó en Bolivia . Aparecen también la chilena Ana Tijoux, en Universos paralelos ; la producción del puertorriqueño Eduardo Cabrera, el Visitante de Calle 13, en Todo cae , y los colombianos Li Saumet y Julián Salazar, de Bomba Estéreo, en la titular Bailar en la cueva .

Párrafo aparte merece Costa Rica, país al que Drexler menciona indirectamente en Data data , en la que suena una parte de una canción de Walter Ferguson, una musa del uruguayo en años recientes, puesto que ha sido común que en sus conciertos suenen temas del maestro del calipso.

“Todos en la banda somos muy fans de Walter Ferguson. Es una de las cosas más hermosas que he conocido en la música en los últimos diez años; lo conocí muy tarde”, contó Drexler a La Nación en el 2010, cuando tuvo la intención de viajar a Limón a conocer al ídolo.

Para el uruguayo, la música de Ferguson tiene una “profundidad sencilla, maravillosa”. Sentimiento similar refleja la música incluida en Bailar en la cueva : son sonidos que probablemente tendrán la capacidad de quedarse flotando en el aire durante mucho tiempo más.