Jack White expone sus deseos de confinarse

La deidad del rock contemporáneo regresa a los estantes con ‘Lazaretto’, su segundo álbum como solista.

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El concepto de lazareto se remonta a tres siglos atrás, cuando algunas zonas costeras mantenían en cuarentena a inmigrantes de países contagiados –o sospechosos de contagio– de ciertas enfermedades. Es en un lazareto, en un hospital remoto en el que se vea obligado a someterse a la voluntad de un tercero , en donde Jack White fantasea estar.

Es por eso que el Willy Wonka del rocanrol –como fue presentado en una edición de mayo de la Rolling Stone – tituló su obra más fresca Lazaretto .

“Deseo que otras fuerzas o poderes me empujen a ese escenario por un mes y me encierren en algún lugar, en lugar de hacerlo yo mismo todo el tiempo. Sería fenomenal estar en un hospital de cuarentena, pero no morir allí, tan solo saber que tengo que quedarme ahí dos meses, sin hacer nada más”, manifestó el músico estadounidense en una entrevista con NPR .

En el rock , White siempre ha sido un caso aparte; recluso por convicción propia y disidente cultural, su impacto ha dado rienda a un sinfín de tendencias musicales.

Se dio a conocer en 1997, cuando fundó The White Stripes con su esposa de entonces, Meg White. La banda empezó su apogeo durante el cambio de milenio, con una base de guitarra, batería y... nada más, cantando el blues sobre rock de garaje, y desarrollando un rocanrol orgánico en una época en la que se celebraba maquillar al género con cuanta artimaña fuera posible.

No obstante, el artista ha cambiado. Mientras el tercer disco de los Stripes –el emblemático White Blood Cells (2000)– se grabó en cuestión de tres días, Lazaretto –su segundo esfuerzo como solista– le tomó año y medio de confección.

Su principal problema fueron las letras, aunque también se puso quisquilloso en su estudio de grabación y en Third Man Records, compañía disquera que fundó en el 2001 y cuya abundante labor en el último lustro ha dado de qué hablar.

“Un problema que tuve con estas canciones fue que grabé la música y no escribí las letras durante varios meses. Me fue difícil pensar en cuáles historias tenían sentido y cuáles personajes podían involucrarse en este disco”, alegó White a NPR . “Estaba en un embrollo, pero había encontrado escritos y garabatos de cuando tenía 19 años; eran obras o poemas, algo así. No eran muy buenos, eran como de una persona sin experiencia en la vida, pero con mucho fuego por dentro”.

Esos manuscritos de su juventud lo sacaron del problema de las letras. “Tenía 19 años. No podía esperar a salir de mi casa y hacer algo, ir a algún lugar, ver algo. Pensé en botar los textos, salvo un par que eran interesantes, y luego pensé: ‘Antes de hacer eso, ¿por qué no saco a algunos de estos personajes, algunos nombres, algunas oraciones y trabajo con eso?’.

”Eso hice, y fue como una forma de colaborar con una versión mía de 19 años, que es la mitad de mi edad actual. Ahora que tengo experiencia, ¿qué me diría sobre lo que debería de hacer? Podía devolverme y decir: ‘No es así cómo se escribe una canción; así se trabaja en las metáforas; tratá de hacerlo así’, y así me salí del embrollo”, reveló.

Ataque. Al diario británico The Guardian , White le confesó que su objetivo es atacar las canciones. “Algunas veces suenan realmente diferentes y otras veces la gente dirá: ‘Eso suena exactamente igual a una canción de los White Stripes con cinco personas tocando’. En todo caso, eso sería un complemento, me sentiría halagado”, comentó.

Lo que resalta es que siempre es él quien se refleja en su música, incluso cuando se inventa historias en sus canciones, ya fuera en su primer disco como solista – Blunderbuss (2012)–, en los Stripes, o en sus otras dos bandas, The Raconteurs y The Dead Weather.

Con tanto trabajo en los últimos años –en cuenta colaboraciones con Neil Young y Alicia Keys–, no es para menos que White quiera recluirse del mundo, aunque sea por un par de meses; eso de ser una suerte de deidad del rock contemporáneo es agotador.

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“La última vez que me senté a hacer nada fue probablemente cuando era un adolescente”, le contó a The Guardian . “Cuando tenía 21 años, ya tenía mi taller de tapicería, tenía hipoteca y tenía una casa . Debo haber tenido 18 o 19 la última vez me desperté y dije algo como, ‘¡Supongo que jugaré ajedrez hoy!’ ... Soy una persona increíblemente complicada, enérgica, ocupada y nunca dejo de pensar y crear. Sentarse cerca mío o ser mi amigo conlleva mucho trabajo; es como si fueras a almorzar con Larry David, Alan Partridge y Chris Rock, todos en una sola persona, quizá con un poco de Woody Allen en la mezcla”, explicó al diario inglés, de una forma que extrañamente explica a Lazaretto y, por ende, al Jack White del 2014: un caos controlado que está constantemente coqueteado con una quietud inalcanzable.