Crítica de música: Rotem Sivan y las versátiles sorpresas en 'jazz'

Un show que resulta llamativo por lo inesperado y una exitosa sociedad entre artistas

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La guitarra es un instrumento impredecible cuando está en las manos de un músico de capacidad camaleónica. Si a esta virtud se le suma un rack de pedales que permite que los sonidos muten de manera drástica, entonces las sorpresas quedan a la orden del día.

El Rotem Sivan que se escucha en estudio es muy diferente al que se percibe en el escenario. En sus discos se siente su beta más suave y reflexiva. Sin embargo en concierto esa es solo una faceta, pues además de melódico y reposado también es espontáneo y explosivo.

Es un guitarrista al que parecen gustarle las intervenciones con abundancia de notas veloces. Disfruta aprovechar el diapasón hasta el último traste, en el registro más agudo, explorando diferente modos melódicos en varios ambientes (en la amplia gama del jazz al rock).

Muchas de sus ideas musicales surgen de las sutilezas y van creciendo de manera progresiva hasta reventar. Son episodios llenos de contrastes, donde las dinámicas ocupan un papel determinante. A ratos la guitarra eléctrica suena casi a un volumen imperceptible y luego escala hasta el furor repleto de tensión.

Sus composiciones, y reinterpretaciones de standards, incluyen tanto momentos que orbitan en el jazz clásico así como pasajes demenciales, casi psicodélicos. A ratos, si bien podría tornarse en una experiencia densa, la versatilidad del músico permite un concierto que se torna llamativo una y otra vez.

La banda es también responsable de que la variedad y el dinamismo se hagan patentes. Los costarricenses Kenneth Jiménez (bajo) y Rodolfo Zúñiga (batería) son protagonistas con su aporte a la energía y carácter musical.

Es evidente su dominio total del repertorio y su espacio para darse amplias licencias creativas. El trío se mueve de manera simultánea en las dinámicas, alcanzando en conjunto el climax o, en contraste, los momentos en los que el silencio es casi absoluto.

Zúñiga, quien incluso ha tocado con Sivan en Estados Unidos, innova con su ejecución y enriquece las opciones de sonidos en su batería con elementos adicionales como una botella de vidrio.

Jiménez, quien funge como un sostén indispensable, además ejecuta con maestría melodías principales en diferentes momentos. Ambos sobresalen en su papel de sección rítmica pero también en reiterados solos, cada uno de ellos tan sorprendente como memorable. Suena como un trío consolidado e indisoluble.

Para este concierto, el tercero del guitarrista israelí en el país, además participó la joven cantante Gracie Terzian, cuyas intervenciones ocurrieron en varios momentos del show. Su voz es suave y cálida pero es evidente que todavía le hace falta recorrido para convertirse en una intérprete realmente cautivadora.

Sus apariciones sirven más para hacer pausas en el repertorio instrumental y, en cambio, ofrecer momentos donde las canciones suaves funjan como reposos. Una de ellas, Somewhere Over the Rainbow, mantiene apenas la letra del clásico homónimo, pues la melodía es completamente otra, lo que no deja ni reminiscencias de lo que uno recuerda bajo ese nombre.

Resulta muy satisfactoria la experiencia de ver a Sivan y compañía en vivo. A la vez, queda el deseo de seguir escuchando material del guitarrista en su ascenso como músico, especialmente a sabiendas de que es una máquina de versátiles sorpresas.

El concierto: Rotem Sivan y Gracie Terzian

Artistas invitados: Kenneth Jiménez, Rodolfo Zúñiga

Lugar: El Sótano

Fecha: 16 de marzo

Este jueves 17 de marzo, El Sotáno albergará a los mismos músicos en otro concierto a partir de las 9:30 p. m. El costo de las entradas es de ¢7.000. Las noches del viernes y sábado, las presentaciones serán en Emilio's Club, en Manuel Antonio.