Crítica de música: Johnny Dixon, el artista que se divierte

La Big Band de Costa Rica celebró a una de sus principales voces, el polifacético Johnny Dixon.

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Cuando un artista conoce a cabalidad las melodías que está interpretando, su presentación se desarrolla con mayor distendimiento. A la vez, su presencia sobre el escenario se amplía, permitiéndole jugar y hacer manifiesto su disfrute del momento.

Johnny Dixon, cantante de 75 años de edad y de 55 años en la música, es una fiel representación de ese artista que consigue divertirse de cabo a rabo en un performance entretenido y también cargado de sentimientos.

La Big Band de Costa Rica le hizo un justo homenaje al limonense cuyos involucramientos con el ensamble han sido numerosos y sustanciosos a lo largo de los años.

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El concierto no contó en exclusividad con la voz de Dixon, pues el repertorio también incluyó temas instrumentales, así como otros interpretados por vocalistas invitados.

Dixon, quien eligió el repertorio que cantaría, se dio grandes licencias interpretativas tanto melódicas como rítmicas, como en New York, New York, con ritardandos en las entradas vocales. Cada variación era señal de un sello propio construido a lo largo de los años, patente con cada nota y con cada acción en tarima, desde la construcción de nuevas melodías hasta darse la posibilidad de quitarse los zapatos para subir al escenario del Teatro Nacional.

La presencia del cantante también se caracteriza porque parece entrar en personaje como si fuera un actor, convirtiéndose según lo dictara cada tema, con la voz y la energía mutando entre un tema y otro.

Así entonces arma una fiesta con el tradicional tema israelí Hava Nagila, se pone romántico con My Way (Jacques Revaux) sentimental con What a Wonderful World (Bob Thiele) o nada más comunica su esencia afrocaribeña con un popurrí de temas limonenses mezclados con otros clásicos como el jamaiquino The Banana Boat Song.

Con la variedad en su repertorio, pero también con su particular voz, Dixon demuestra porqué es un artista único e irrepetible en su estilo que, inclusive, más allá del talento musical, sobresale también por su empatía.

La Big Band de Costa Rica, bajo la dirección de Humberto Vaglio, sobresale por su gran manejo de los matices y por mantener su desempeño de la mano de la versatilidad de su repertorio.

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Entre los temas ejecutados hay tanto composiciones del siglo XVII así como material fresco, de la autoría de artista actuales como Bruno Mars, Pharrell Williams y Mark Ronson, en este caso a cargo de las voces de los tres cantantes que el resto del concierto participan como coristas.

Dentro del conjunto también sobresalen los solos de los vientos en reiteradas ocasiones, que se suman a los juegos melódicos.

El concierto, si bien no era peculiarmente extenso, fue perdiendo fuerza hacia el final, especialmente porque las intervenciones habladas tanto de Dixon como de Vaglio fueron extensas y más de las necesarias. Lo que en algún momento le aportó humor a la cita, fue provocando más bien un letargo injustificado.

Musicalmente el concierto no perdió fuelle, y siempre mantuvo viva su esencia de homenaje a un personaje capaz de ser cautivador, tanto por su voz como por su energía inagotable.

ARCHIVO: Big Band de Costa Rica: Con sabor y jazz

EL CONCIERTO

Artista: Big Band de Costa Rica, con Johnny Dixon

Lugar: Teatro Nacional

Fecha: 16 de setiembre