Crítica de música: Ana Gabriel: desamor y estridencia

La cantante mexicana Ana Gabriel transmitió los sentimientos de sus temas con exceso de volumen

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Con la música "plancha" hay dos escenarios. El primero es el de aquellos que la disfrutan y se unen, desinhibidos, en un coro cargado de sentimiento y drama para vociferar letras que nacen del amor, desamor, despecho o sufrimiento.

En el segundo escenario, el sufrimiento se identifica, más bien, en quienes no sienten ni una pisca de empatía por estas canciones del repertorio romántico en español de los años 60's a los 90's y, más bien, se encuentran atrapados sin salida dentro de ese coro de corazones rotos.

CRÓNICA: Primera noche con Ana Gabriel: despecho a toda voz

Ana Gabriel es un ícono para quienes pertenecen a ese primer escenario. Su concierto, extenso como pocos, hubiera sido una tortura para los del segundo.

Resulta extraño que la mexicana nunca antes hubiera estado en el país, sin embargo, a su vez, fue evidente que su primera visita generó una euforia colectiva que le dio, a un público adulto, la ilusión de una audiencia adolescente viendo a sus ídolos en su mejor momento.

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Con la cantante vinieron al país 23 músicos, con un interesante formato que se prestaba para dos tipos de temas, los de naturaleza pop y los de beta mariachi. La artista tiene una capacidad natural de conectar con los presentes en ambos mundos musicales.

Sus intervenciones habladas fueron muchas y, a veces, extensas, pero esto, lejos de frenar los ánimos, solo estrecharon más la conexión. El público la acogió y ella respondió con más euforia.

A pesar de tener una larga trayectoria, se siente autenticidad y credibilidad con la ejecución de cada tema. Cuando canta sobre sufrimiento su rostro se arruga de tal forma que parece estar a punto de llorar. Cuando la letra evoca libertad o victoria, una sonrisa brilla en grande y el público reacciona igual. Las melodías, también escritas con dolor o alegría, inciden en esa reacción.

Con la transmisión de los sentimientos hubo un triunfo interpretativo; sin embargo, el volumen atentó contra los oídos del principio al final del concierto.

La voz de la cantante se disparó por lo alto y la mezcla nunca hizo nada por adecuarla a un punto apropiado. Sin buscarlo, la audiencia se dio una inmersión por la garganta carrasposa de la artista en más de un alarido. Todo gracias a la estridencia.

Sumado a esto, las voces de las dos coristas compitieron recurrentemente con la de Ana Gabriel y, en conjunto, atentaron violentamente contra la correcta apreciación de los instrumentos que, de todas formas, igual estaban con un alto volumen general.

La subutilización de las tres pantallas de fondo fue otro punto bajo de la presentación. Las proyecciones de animaciones eran arbitrarias y hasta parecieron descansa pantallas genéricos que nunca le aportaron al espectáculo.

Por fortuna el repertorio le hizo justicia a la cantante y a la audiencia, pero lo principal fue la colaboración espontánea que se generó en el lugar bajo una consigna que Ana Gabriel predicó así: "No hay artistas, no hay público; hay música y hay amor".

EL CONCIERTO

ARTISTA: Ana Gabriel

LUGAR: Parque Viva

FECHA: 28 de mayo

ORGANIZACIÓN: Arceyut Producciones