Arar un terreno tierno pero fértil

Autómata (Tomás de Camino Beck) grabó música por primera vez en el 2006. Luego de ver los resultados, pensó: “al rato no soy tan baboso para hacer estas cosas”. Ahora, tiene su sello discográfico

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Hace no mucho tiempo, Tomás de Camino Beck, a quien todos llaman Autómata, decidió tener vidas paralelas: una como matemático catedrático y otra como productor musical; todo al mismo tiempo y, si se da la oportunidad, combinado.

Tomás irrumpió en la grabación y producción musical hace pocos años, y rápidamente se convirtió en una figura destacada dentro del ámbito, ya fuera por algunos excéntricos lanzamientos o por la cantidad hiperbólica de música que ha grabado en tan poco tiempo.

El estudio de grabación ha sido la casa de sus padres, en Santa Ana, en donde coloca instrumentos musicales, micrófonos y cables en la sala, e incluso ha grabado partes de los discos más experimentales en los baños y clósets.

Su más reciente hazaña fue la fundación de Autómata Records , su propio sello discográfico, el cual vende discos digitales a $2 (poco más de ¢1.000).

Hoja de vida. Es de nacionalidad chilena, pero nació en Alemania. Tiene residencia costarricense, y vivió en Canadá y Venezuela.

Cuenta que, cuando tenía ocho años, su padre le dijo a él y a sus hermanos que “sería bueno para la vida aprender música”, intuyendo que sus hijos tenían talento.

Empezó con la viola y violín, pero se aburrió por motivos hormonales, y por influencia del rock . Ahora, sabe tocar teclado, bajo y guitarra.

En Costa Rica, formó Camafeo, banda que ganó el Yamaha Music Quest, un sorteo musical que organizaba Bansbach en tiempos en los que iban germinándose los grupos Gandhi e Inconsciente Colectivo.

Camafeo se separó, y Tomás se concentró en sus estudios. Luego de terminar una maestría, se fue a sacar un doctorado en biología matemática a Canadá. “Cuando me fui, todavía estábamos medio atrapados en la música de los 80”.

Allá, se armó una banda llamada Autómata con colegas matemáticos, como un hobby . Luego de moverse por la escena canadiense, empezó a grabar un disco.

“Choqué con la dura realidad de que los ingenieros de sonido no son músicos, sino que son técnicos que no le imprimen concepto al disco”, dijo al recordar por qué empezó a grabar música en primer lugar.

Haciéndole honor a su seudónimo, Autómata grabó el disco de su banda con un equipo básico que compró junto a sus compañeros. Después de grabarlo, mandó una canción a Recording Magazine , donde la destacaron por tener “una mezcla tridimensional, y elementos de luz y sombra, con mucho dinamismo”, lo que le dio confianza.

De vuelta. “En Costa Rica, me siento integrado a la cultura y me dan ganas de desarrollar más cosas”, dice, para alegar que tras su paso por Canadá, prefirió radicarse aquí y buscar artistas para seguir desarrollándose como productor.

Entonces, acoge en el 2009 el nombre de Autómata para reclutar bandas. “Decidí que tenía que utilizar algún tipo de seudónimo”, cuenta, y agrega que Autómata “viene de mi formación o deformación académica, porque me gusta un área de computación que se llama teoría de autómatas”.

También acepta que su nombre “es medio largo y complicado y se presta para chistes”, y que le gusta porque “tiene que ver con alguien que es independiente, que se organiza solo y que resuelve problemas de forma autónoma”.

Luego de haber definido eso, Tomás empezó a buscar información sobre la música costarricense en Internet, pensando que “tenía que haber algún sitio donde la gente joven estuviera interactuando, y en eso encontré 89decibeles.com ”.

“Había visto el periódico y las bandas que veía eran las mismas que conocía de hace 10 años, y dije 'no puede ser, tiene que haber otra cosa pasando, porque hay gente joven y ya mi generación pasó'”.

Estableciendo contactos en línea, encontró un demo de Felipe Pérez , y vio un video de Las Robertas . Además, le llamaron la atención Kurt Dyer y Javier Arce .

Empezó a gestionar contactos, ofreciendo grabaciones para ir probando sus destrezas. “Con Felipe, experimentamos mucho. Las condiciones de grabación no eran extravagantes, era muy casero”.

Insights , de Felipe Pérez, se publicó en marzo del 2010, casi al mismo tiempo que se editaron los discos de Las Robertas y Novaphonic . En el 2010, también se grabó producciones de Niño Koi , Parque en el Espacio , 424 , Zòpilot! y Los Espejos .

La voz se esparció por toda la escena musical del país, y las ofertas de trabajo para Autómata comenzaron a multiplicarse. Vinieron discos de Florian Droids , Monte , Colornoise , Cocofunka y más.

Él tenía algo claro desde el inicio: quería armar su propio sello. “Ando buscando bandas con ambición, no que solo quieran grabar, sino que tengan visión a futuro e interés de desenvolverse en el medio de la música y arriesgarse”, dice.

El sello. Autómata piensa que no existe industria musical en Costa Rica, y que para eso “se necesita desarrollar un mercado musical”. “Se piensa en el artista nacional como un show de talentos, pero tenemos que olvidarnos de eso”.

“Yo aprovecho una oportunidad y unas condiciones en el medio para hacer algo trascendental”, dice, y por eso nace el sello, una suerte de “maquiladora”, en la que se graba, produce y comercializa música.

“El sello discográfico es un puente, no como una sanguijuela que le chupa la sangre a las bandas. Es un intermediario para lograr cosas. El sello aporta la visibilidad suficiente de la banda para que la radio se arriesgue y programe la música de forma regular”, comenta.

También opina que es necesaria una labor de educación. “Tenemos que olvidarnos de que la música necesita apoyo. Esa palabra debería borrarse del léxico; lo que tenemos que desarrollar es un mercado musical”.

El sello vende códigos de descarga a bajo costo para poder competir contra el modelo de negocios tradicional. La empresa solamente está conformada por tres personas: una directora de proyectos, una mánager y él. Su idea no es “ser 100% rentable, pero sí cubrir costos”.

La productora no solo lanza discos digitales, sino que también tiene ediciones físicas a precios económicos. “Lo que sí es cierto es que, por la forma de trabajar y los costos de operación, vender uno o dos discos es ganancia”, dice, y afirma que trabaja para aumentar la base de fans: “en vez de vender 10 discos a $10, prefiero vender 100 a $1, y así llegarle al público general”.

“El mercado tiene que expandirse y llegar al público que solo escucha la música, y que no le interesa dónde lo grabaste... La música está bien, existe material de alto nivel profesional, pero hay que hacer que la gente la escuche, no como música nacional, sino como música”, afirma con fe.

El futuro. Este año, piensa lanzar música de Los Acetatos , Seka , Biofilm y Zenith, entre otros. Ellos se sumarían a la lista de 60 artistas provenientes de Costa Rica, Nicaragua, Honduras y El Salvador que han grabado en su estudio.

“Es productivo porque mi método de trabajo es rápido; tiene que serlo para que sea funcional”, dice.

Las expectativas que Tomás tiene para Autómata Records es que se convierta en un “un sello latinoamericano y lograr que alguna de las bandas rompan con el esquema tradicional de ventas, y poder impulsar más a los artistas”.

Si se pone a pensar en otras metas por lograr, dice que también le gustaría trabajar con Bernal Villegas y el productor Alberto Ortiz.