Ana Torroja y la luna: un romance eterno

En una velada sin una gota de lluvia, la española se entregó en cuerpo y alma a su público costarricense, en el Anfiteatro Natural del Museo de los Niños

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El cuarto creciente de la luna fue testigo de una espectacular Ana Torroja en escena. Cautivadora como siempre, la española se entregó a su público costarricense, ese por el que dice sentir un cariño especial; con cada palabra que cantó, la noche de este viernes, lo demostró.

“Hemos venido con un propósito y es haceros felices y si ya lo estáis, pues más felices todavía”, fueron las primeras palabras de la española que se presentó en el escenario del anfiteatro natural del Museo de los Niños, en San José, 10 meses después de su último concierto en Costa Rica.

Emotivo de principio a fin, el show de Ana Torroja llegó como lo había prometido en entrevista con Viva, lleno de energía, colores, movimiento, luces, canciones muy queridas y solicitadas, así como temas de su nuevo repertorio.

La tarima que sirvió para que Torroja, de 59 años, se deshiciera en amor y romanticismo, estaba finamente decorada. Una estructura de metal, las luces y las proyecciones de las pantallas y la presencia impactante de esta mujer, de apenas un metro sesenta de estatura, se conjugaran para conmover con sonidos y letras. El público agradecido coreó, a toda garganta, los éxitos de Mecano y de Ana en solitario.

La lluvia de los últimos días en San José se tomó un descanso y le dio un espacio a la española para que encantara a los ticos con su voz. A ratos, las nubes se escapaban para que la luna se luciera en el punto más alto del cielo; a veces se asomaban y opacaban su brillo. Ese juego que se disfrutó en el anfiteatro natural ayudó a llenar de misticismo la presentación de la que fuera voz de Mecano durante sus poco más de 10 años de vida.

El recital arrancó intenso. Ana cantó La fuerza del destino, así sin avisar, sin una curita para el corazón. Con energía admirable soltó ese tema para presagiar una noche de picos altos de emoción, como este que tomó desprevenidos a sus seguidores. No hubo la menor duda, pintaba a una velada feroz, de orgullo y, por supuesto de mucho amor.

Amplio repaso

Divertida y juguetona, la cantante, apoyada por los seis músicos que conforman su banda, ofreció un repertorio del recuerdo compuesto por piezas como Hoy no me puedo levantar, A contratiempo, Disculpa, Cruz de navajas y El 7 de setiembre.

Además, la artista aprovechó un momento para estrenar en nuestro país su último sencillo titulado Llama, canción que la regresa a esas raíces de sonidos electrónicos con los que empezó su carrera musical y que tan bien le sienta a su particular y finísima voz. Fue un buen momento para compartir lo nuevo y, con coreografía incluida, apoyada por sus músicos, Ana puso a todo el anfiteatro a mover sus brazos de un lado a otro con el pegajoso estribillo de Y tú, y tú, y tú...

Sin embargo, fue con una especie de Back to the 80′s que Ana y público tuvieron un reencuentro con los copetes hechos a punta de laca, los colores neón y aquellas modas que ahora se ven estrafalarias, gracias a un medley de piezas muy pop. Quédate en Madrid, Naturaleza muerta, Dalí, Aire, No hay marcha en Nueva York, Perdido en mi habitación, Me colé en una fiesta y Ay qué pesado, entre otras, fueron las protagonistas de los recuerdos, que también fueron acompañadas por imágenes en las pantallas que lograron ese dulce y divertido viaje ochentero.

Luego de esta descarga de felicidad, como lo prometió Torroja, hubo un momento muy especial que dejó a muchos impresionados. Antes de interpretar Un año más, Torroja volvió a ver a sus fans y les pidió que iluminaran la noche con las luces de sus celulares, hasta que ella misma se interrumpió y dijo: “Te vi. Te vi” y señaló hacia su lado derecho.

“Allá arriba hay un muchacho con un vinilo. Que alguien lo busque y lo traiga para firmárselo”, dijo la cantante y, ante tal muestra de dulzura, su público solo pudo deshacerse en aplausos para ella y para el afortunado. Descanso dominical fue el LP de Mecano que Luis Cambronero y Víctor Calderón llevaron al recital.

La última parte del concierto guardaba más intensidad. Ana salió por un momento para tomar un respiro y cambiarse de vestuario y así, con renovada energía, serenatear a esa luna que la cuidó toda la velada. Con el sentimiento a flor de piel cantó la esperada Hijo de la luna y aprovechó cada instante del tema para rendirle tributo al satélite que la acompañó.

Con Corazones, Barco a Venus, un espacio para cantar a capela la sentidísima Me cuesta tanto olvidarte, Ana y su equipo dijeron adiós, pero podría ser que dentro de muy poco tiempo Costa Rica la vuelva a ver, porque no importa cuántas veces sean, a Ana Torroja siempre es bueno escucharla.