Yessenia Reyes confiesa que sufrió fuerte depresión y que logró todo lo quería ‘pero no era feliz’

La bailarina de ‘Dancing with the Stars’ contó en ‘Íntimo’, de Multimedios, que aunque sonreía para las cámaras por dentro vivía una soledad intensa. Conozca cómo tocó fondo y cómo salió avante

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Yesennia Reyes, la reconocida bailarina salvadoreña de Dancing with the Stars, reveló que la muerte de seres muy cercanos y anteponer su carrera a su familia, la llevó a sufrir una depresión muy fuerte que casi acaba con su vida.

Así lo confesó en el programa Íntimo, de Multimedios, en el que conversó con el periodista Douglas Sánchez y que se emitió la noche de este miércoles.

La artista, de 31 años, confesó que por estar concentrada en su desarrollo profesional se perdió de muchos eventos familiares muy importantes y se arrepiente de ello.

“Ningún éxito en la vida compensa el fracaso en el hogar. Lo comprendí cuando ya estaba grande y tuve que devolverme a arreglar todo en muchas áreas de mi vida, con mi esposo, con mis papás y mi familia. Estaba muy ocupada todo el tiempo, viajando, entrenando y logré todo lo que quería pero no era feliz”, reconoció la joven.

“Tuve que pedir perdón”, reconoció Reyes.

Dolor y depresión

Hubo un evento en particular que la golpeó de manera especial y que marcó el inicio de una de las etapas más difíciles de su vida: la muerte de su abuela, en el 2014.

“Ella fue quien me crió, todos mis valores me los dio ella, fue mi imagen de crianza. Nosotros éramos muy pobres y mis papás tenían que trabajar a tres horas de distancia, los veía solo en Navidad. Luego me mudé a Costa Rica. Mi abuelita muere en 2014 sin ninguna razón” relató.

Al fallecimiento de su abuela se sumó la muerte de algunos de sus mejores amigos durante ese mismo año, el cual recuerda como una de las etapas más oscuras que ha tenido que enfrentar.

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“Mi amigo más cercano, que también era bailarín, sufrió un cáncer terminal terrible y en cuatro meses lo perdí. Luego se murieron dos amigos bailarines también y empecé a sentir que había perdido el sentido de la vida”, continuó entre lágrimas.

Estos duros golpes los sufrió en medio de una época de éxito laboral, ya que se había unido al elenco de Dancing with the Stars, en el que quedó en el segundo lugar junto a Pedro Capmany, en el 2014, y que logró ganar un año después a la par del comediante y locutor Renzo Rímolo.

Sin embargo, aunque brillaba para las cámaras, por dentro el panorama era muy distinto. “De ahí en adelante me transformé en una persona cerrada que no quería nada con la vida, ni con la gente. Pero, al mismo tiempo, desarrollé la capacidad perfecta de sonreír, tener una carrera perfecta y salir en Dancing with the Stars, pero yo llegaba a mi casa a ser un zombi”.

Fue entonces cuando sacó fuerzas de donde no tenía y decidió buscar ayuda, pero el remedio resultó incluso peor. Le diagnosticaron una depresión muy fuerte y la refirieron con un siquiatra.

“Yo tomaba medicamentos fuertísimos, pero había uno en especial, que lo odio con todo mi ser, porque te crea una completa dependencia y te duerme. Perdí la capacidad de comunicarme”, narró siempre con los ojos llorosos.

Asimismo, empezó a alejarse de todos sus seres queridos y aislarse por completo. “No quería encariñarme más y tampoco quería que se encariñaran conmigo... No hablaba, pasaba días sin comer... llegué a pesar 44 kilos”, recordó.

Cuando sus familiares o amigos le preguntaban cómo estaba, solo les decía que ocupada y que no tenía tiempo, no en vano había llegado tan lejos en su carrera. “Era grosera, dejaba que mi familia fueran como espectadores en mis redes sociales, que creyeran que me iba super bien y que no tenía más nada que pedir”, aseguró Reyes.

La bailarina pasó dos años y medio medicada y nunca le contó a sus familiares. “Yo estaba sola, estaba en los concursos, ganaba títulos y estaba sola, nunca tenía a nadie. No quería que pensaran que yo había arruinado mi vida”.

Aparte de su depresión, la bailarina tuvo que enfrentar las críticas de los medios que la señalaban como una persona a la que el éxito se le había ido a la cabeza, porque ya no era la misma de antes. Como ya no hablaba con nadie, la tildaron de diva.

Agregó que lo único que la salvó fue el baile. “La razón por la que seguí bailando, era porque era lo único que no me podían quitar”, afirmó

Yessenia se dio cuenta de que había tocado fondo en una conversación con su mejor amiga, la cual le preguntó qué veía en el espejo en medio de tantos logros. La bailarina respondió que no sentía nada.

Resurgir

A partir de ese momento quiso poner un punto y aparte. Tomó todos sus ahorros y se fue sola lejos del país, al otro lado del mundo.

“Llegué a una playa en una isla, despilfarrando el dinero que guardé toda mi vida e hice algo que nunca había hecho a pesar de que soy una persona muy religiosa y dije: ‘Dios hasta aquí, no puedo más’ y lloré y le dije ‘si tienes un plan mejor que el mío házmelo saber, porque mi plan humano no funcionó, pero si tienes algo mejor para mí házmelo saber y, no se si me van a creer, pero pasó algo tan sagrado para mí que en un segundo todo el dolor, el rencor y la culpa que sentía desapareció y me quedé sin palabras”, relató Reyes.

De inmediato tomó el teléfono y llamó a sus padres y amigos, en las llamadas les repetía que ella iba a estar bien. Ellos no entendían bien qué estaba pasando, pero para la bailarina era el inicio de una nueva etapa.

Llegó a Costa Rica y de inmediato tomó un vuelo a El Salvador para reunirse con sus padres. Sus progenitores la recibieron entre lágrimas y supo que de verdad todo iba a estar bien.

“Mi mamá se sintió destrozada porque nunca se dio cuenta de que su hija la necesitaba y mi papá tampoco tenía idea. Me desplomé en los brazos de mis papás y recibí eso que estoy segura que hubiera recibido desde el primer momento... Me sentí amada”, recordó.

Posteriormente vino el proceso de sanar sus otras relaciones. “El siguiente paso fue mi esposo y había mucho que trabajar. Lo único que tenía que hacer era comunicarme”, reconoció.

“Me siento feliz porque entendí que esa no era yo, me siento agradecida, todos los días hablo con mi mamá y con mi hermana, ya no espero nada de nadie, sonrío más y hago actividades con amigos. Entendí que si las personas se van de este mundo no nos dejan para siempre, yo creo que las familias pueden ser eternas, pero el dolor me había cegado”, afirmó con una sonrisa.

La bailarina insto a las personas a estar pendientes de las señales de sus seres queridos y no esperar para intervenir porque puede ser demasiado tarde. “Yo estaba rodeada de gente, pero estaba sola... La depresión tiene cara de sonrisa”, recomendó.

“Aprendí dos cosas: no hay que perder el tiempo en cosas que no valen la pena, como enfocarnos en un éxito plenamente laboral y sacrificar nuestras relaciones humanas. Tampoco perder el tiempo enojado con las personas”, finalizó Reyes.