Periodista de ‘Divas’ narra lucha con enfermedad del corazón: ‘En un momento me desahuciaron’

Felipe Loaiza tiene un padecimiento que le produce desmayos y que por mucho tiempo le impedía trabajar. Sin embargo, el año anterior Multimedios le dio la oportunidad que siempre soñó y que por su condición pensó que no iba a tener

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El 25 de noviembre del 2020 fue la fecha en la que el periodista de Divas, Felipe Loaiza afirma que le cambió la vida. Ese día llegó a Multimedios a una entrevista laboral y le pidieran que se quedara trabajando.

Han pasado tres meses desde entonces. Todavía le cuesta creer que luego de muchos años la vida le volvió a sonreír y le permite sentirse valorado como persona y profesional. Ama su trabajo y asegura que compartir con Viviana Calderón, Cristiana Nassar y Victoria Fuentes a diario, lo hace sentir privilegiado.

Antes de eso, Felipe creía que nadie le iba a volver a dar una oportunidad laboral, pues por su condición de salud, muchas veces le cerraron la puerta en trabajos y en los estudios.

El joven de 29 años padece el síndrome síncope neurocardiogénico, que le provoca que la frecuencia cardíaca y la presión arterial disminuyan a tal punto que el flujo sanguíneo hacia el cerebro disminuya y en consecuencia se desmaye de repente. Hasta el 2015 presentaba a lo mucho un desmayo al año; sin embargo, esa cantidad cambió de forma abrupta, provocando que en un día se desmayara hasta 60 veces.

“Eso me llevó a dejar toda mi vida normal y a estar en hospitales, en internamientos, en exámenes y en chequeos constantes, porque algo no andaba bien. Los médicos descubrieron que tenía una arritmia en el corazón, que las venas de mi cuerpo no funcionan bien, que mis presiones eran muy bajas y los desmayos me dejaban inconsciente prácticamente todo el día”, relata.

Allí comenzó la nueva vida de Felipe, esa que incluyó dejar de caminar, de hablar, permanecer en cama todo el día y perder el conocimiento, pues su cuerpo ya no lo asimilaba.

Muchas veces se golpeó la cabeza, la espalda, se rompía, e incluso, una vez el vapor de una sopa provocó que se desmayara y su cara cayera en la taza; sin embargo, el día que se dio cuenta que en serio ocupaba ayuda, fue cuando se desmayó en la Avenida Central, camino a su trabajo. Ese día, cuando reaccionó, ya eran las 4 p. m. y estaba internado en el Hospital México.

“Yo no entendía que pasaba, ni los doctores tampoco. Al principio me dijeron que eran ataques de pánico, pero yo comencé a notar que mis uñas se me ponían moradas y el arco de la boca también, y yo decía: ‘no, algo no anda bien’.

“En emergencias me dijeron que estaba grave y que esta enfermedad no mataba a nadie, pero que a mí sí me iba a matar. Entonces me hicieron una operación experimental, pero después me dijeron que no sirvió de nada; y el 1.° de diciembre del 2016, me dijeron: ‘Felipe, vamos a analizar tus resultados y te avisamos’.

“Me vine a mi casa y me llamaron que fuera el 15 de diciembre. Cuando fui, el doctor me dijo que me quedaban dos semanas de vida... sentí que el mundo se me caía encima y no por mí, sino porque ¿cómo le decía a mi familia que me quedaban dos semanas de vida? y justamente en Navidad. Entonces me enviaron para la casa y llegó el momento en el que me dijeron: ‘te vamos a desahuciar’ y ‘ya sabés que de camino a tu casa te podés morir’. Y qué fácil es decirlo, pero que difícil interiorizarlo”, recuerda.

A partir de allí, comenzó a descontar días, sabiendo que en cualquier momento podía fallecer, pero por más que el tiempo pasó, la muerte no llegó.

“Llegué a pesar 60 libras y yo me veía en el espejo y decía: ‘este no es el Felipe que yo conozco’. Ahí empezó la discriminación, el rechazo social, la depresión y el enojo con Dios”, asegura.

En el 2018, conoció al médico Elliott Garita, cirujano de Tórax y Cardiovascular del Hospital Calderón Guardia, él lo valoró y le dijo que sí había una posibilidad de darle una mejor calidad de vida disminuyendo los 60 desmayos diarios a uno por día; sin embargo, esa operación tenía un costo de aproximadamente de ¢20 millones, pues la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS) no la hacía y debía recurrir a un centro privado, que además, consiguiera un marca pasos alemán, especial para su condición.

Como no tenía el dinero para poder someterse a la cirugía, el médico se propuso ayudarle y logró que en 15 días Felipe estuviera en sala de operaciones.

“El doctor me regaló los honorarios, la Fundación Internacional del Corazón me regaló el marca pasos, la Clínica Biblica me regaló la hospitalización, y el equipo que estuvo en mi operación me regaló su servicio. Cuando desperté de la cirugía, me dieron comida para ver si todo estaba bien, y ahí yo sentí que tocaba el cielo con las manos, porque tenía más de tres años de que no podía terminar un plato de comida completo porque me desmayaba y ese día lo pude terminar y no me desmayé. Ahora, si acaso, me da uno cada cuatro meses”, asegura.

Un sueño

Recuerda que el primer día de trabajo en Multimedios, estaba muy asustado. Ese día tuvo entrevista con Alexis Jiménez, productor del espacio y posteriormente se reunió con Gilberto Valencia y Douglas Sánchez.

Después tenía que conocer a las Divas y sentía temor de que lo rechazaran.

“Estaba nervioso, porque luego les caía mal o hacía el ridículo, pero fueron tan amables y fue como si las conociera de toda mi vida. Son personas muy cariñosas y con mucha sencillez, que me abrieron las puertas de su corazón y para mí eso ha sido todo, porque uno se siente como familia y es una respuesta a tantos años de oración”, añade el periodista vecino de Orosi, Cartago.

Cristiana le dice que sirve para muchas cosas, Viviana le dice que es un ejemplo y Victoria dice que ella jamas podría vivir lo que la mamá de él vive por la zozobra diaria que conlleva ese síndrome.

“Ha sido el lugar en el que he disfrutado cada día y lo veo como un regalo de Dios, porque después de que muchos me consideraron una basura, hubo un medio como Multimedios, un jefe como Alexis y compañeros tan humanos que no se fijan en mi condición, sino en mis capacidades y cualidades, a pesar de que tengo muchas limitantes y cuidados que seguir”, confiesa.

Sin embargo, ahora trata de hacer un lado su enfermedad y se concentra en su presente como profesional, del que aprende todos los días algo nuevo.

Eso sí, todavía le cuesta trabajo salir frente a cámaras, pues nunca pensó que trabajaría en televisión y le “cuesta creérmela”, e incluso le da vergüenza encontrarse personas que lo reconocen y le piden fotos con él o que se acercan para saludarlo.

Y aunque desde que entró a trabajar al canal nunca ha sufrido un desmayo, sus compañeros le dicen que prefieren que eso no pase, ya que “dicen que se desmayan todos conmigo”.

Ahora ve la vida diferente, más positivo y llena de aprendizajes que le permiten valorar cada momento.

“Esto me ha enseñado a tener paciencia, a creer en Dios, a que lo que es para cada quien va a suceder de la forma en que tenga que suceder, y a que la humildad te lleva muy largo y la arrogancia te cierra muchas puertas, porque uno nunca imagina cuando va a ocupar de alguien más”, finaliza.