Carolina Sánchez y el trágico suceso que la volvió fanática del Jiu jitsu

La conocida periodista, expresentadora y enérgica mujer siempre está haciendo deporte. Recientemente encontró en el Jiu jitsu y en el yoga conexión y paz. Ya no le preocupa lo que otras personas piensen de ella.

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Carolina Sánchez, conocida por ser una presentadora risueña y sobre todo, muy enérgica encontró, a sus 50 años, una nueva afición que la tiene encantada: esta incluye fuerza, destreza, táctica y estar luchando sobre un área (el lugar de combate se llama tatami) con un adversario, que generalmente es un varón. “A mí no me da asco el sudor de otras personas”, dice convencida.

La expresentadora del programa Conexión, de Repretel, es una aficionada del Jiu jitsu brasileño, deporte de combate y arte marcial de origen japonés que siempre le llamó la atención pero que antes no había empezado “por el qué dirán”.

“Desde hace como 10 años conocí el brazilian Jiu jitsu: lo veía y me llamaba la atención. El problema es que como es un deporte de contacto, yo no lo quise practicar en su momento porque estaba de novia y la persona no compartía, no le gustaba”, comenta.

Sin embargo, un lamentable y trágico acontecimiento la acercó a la práctica. Luego del asesinato de la doctora María Luisa Cedeño en el 2021, un médico amigo de Carolina y compañero con quien practica boxeo le sugirió organizar un grupo para que sus tres hijas aprendieran defensa personal con un profesor Jiu jitsu, se lo propuso a la comunicadora y ella aceptó. La idea de poder defenderse de un ataque le pareció ideal, sobre todo, conociendo de cerca a Cedeño, quien fue su vecina.

Fue así, como desde enero, Sánchez asiste cuatro veces por semana a estas clases y además de aprender defensa personal, ahora practica la disciplina que tanto le había llamado la atención.

“Al final me decidí y voy a clases en la academia Choke. Con relación a las clases de defensa personal, personalmente yo no tenía miedo, porque siento que como sé boxeo si me toca defenderme de un hombre de dos metros, sé que le doy; pero sí me pareció muy importante hacer bien las cosas aprendiendo cómo defenderme. Me enamoré de esto. Hice la clase y me compré el kimono”, comenta.

Carolina Sánchez lamenta que las mujeres deban vivir en una sociedad en la que tengan que aprender defensa personal, sin embargo, reconoce que los tiempos han cambiado y que el mundo de hoy es un poco mejor al de antes. Y que ahora, las mujeres pueden alzar su voz y no como décadas atrás, en las que callaban.

“Antes era cállese y aguante. (...) Sé que mi hija tendrá un mundo diferente al mío, al de mi mamá y abuelita.

“Con esta primera clase aprendimos a protegernos como se debe, ese papá estaba muy preocupado por sus hijas y por eso sugirió hacer el grupo. Hay que aprender a protegerse porque nunca se sabe. En esto uno se empieza a dar cuenta de que con un giro de cadera se puede quitar un mae de encima, se aprende a quitarse unas manos que te están estrangulando. Es saberme salir y poder huir”.

La experiencia

Carolina Sánchez expresa cuanto le es posible su encanto con el Jiu jitsu y no deja de recomendarlo, incluso invita a las mujeres a unirse a la disciplina a la que son aficionados, en su mayoría, los hombres.

“Yo recomiendo que los niños y niñas aprendan cualquier arte marcial porque les fortalece su autoestima. Aprenden a tener contacto físico con otros niños en una atmósfera de respeto y esto les permite ser seres humanos más tolerantes. También invito a todas las mujeres, sin importar raza, clase social y edad a aprender Jiu jitsu: aprendemos defensa personal, hacemos ejercicios y fortalecemos nuestra mente. Yo tengo déficit atencional y este arte me ayuda a enfocarme y a conectarme conmigo misma y con otros seres humanos. A mis 50 años me siento más plena y satisfecha que nunca. Me liberé de muchos prejuicios y no me preocupa el qué dirán de mí”, dice.

Cuando habla de prejuicios, Carolina Sánchez dejó atrás las impresiones, no siempre positivas, que tenía al ver a personas tatuadas.

“El Jiu jitsu ha influido muchísimo en mi vida. Me ha quitado prejuicios acerca de cómo ves a una persona por ser tatuada o cortarse el pelo, que eso no es algo que debería decir que una persona no es buena. Tengo muchos compañeros que son excelentes personas, casados, con hijos, personas muy responsables con quienes comparto cuatro veces a la semana”.

Entre otros beneficios que destaca están los físicos: se gana flexibilidad y también los movimientos para hacer las técnicas permiten que el cuerpo se ejercite y tonifique. En la práctica reina el respeto y Carolina menciona que jamás ha sentido invadido su espacio personal, pese a la cercanía que implica esta disciplina.

“Nunca me he sentido invadida, siempre tiene que haber respeto. Es sobreentendido. Uno está aprendiendo, se piensa en cómo salirse de la llave o como someter a la otra persona. Me he sentido muy cómoda y he hecho amigos nuevos. En la práctica también se ve gente mayor. En Brasil y Japón hay señores hasta de 90 años”.

El yoga para encontrar la paz

La hiperactividad de Carolina se ve menguada cada vez que hace yoga, una técnica que también adoptó en tiempos recientes y con la que aprendió a relajar el cuerpo, la mente y el espíritu.

“Como soy muy alta, el yoga me hace bien porque son puros estiramientos. La conexión que se logra con el interior es increíble. En tiempos en los que pasamos tan desconectados, el yoga permite conectarnos con nosotros mismos.

“Tanto con el yoga, como con el Jiu jitsu me encontré con una conexión que no tenía. Me descubrí en un momento diferente donde estoy divorciada, sola, mi hija afuera, no tengo nadie que me joda, puedo hacer lo que me da la gana. A mis 50 años he logrado no preocuparme por lo que dicen los demás. Es mi vida y hago lo que quiero y donde quiero. Y no es nada malo. Me siento muy bien con una vida saludable y encontrándome conmigo misma”.