Así se vive el Tope en la época de Facebook e Instagram

Nuevamente, el Tope Nacional logró convocar a más de 3.000 caballistas, quienes desfilaron y se adueñaron por completo de la capital. La excusa perfecta para que los josefinos puedan aparentar su afición por lo ecuestre

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La calle huele a boñiga y probablemente lo haga por un día o dos. El sol calienta a las miles de personas que se instalan en la avenida segunda para ver otra edición del Tope Nacional.

Más de 3.200 caballistas tomaron las calles de la capital, lo hicieron con sus bestias equinas, termos llenos de líquidos – espirituosos, en mucho – y sus rancheras, las cuales sonaron y sonaron hasta la puesta de sol.

Este es el Tope Nacional, una tradición popular que nació durante la década de los cuarenta. En ese entonces era un encuentro entre los ganaderos de Guanacaste –quienes traían a sus toros para las corridas de fin de año– con los jinetes de la capital, quienes preparaban a sus mejores caballos o alquilaban a un animal para ser parte de la gran fiesta.

Los entusiastas de la equitación se reunían en paseo Colón y cabalgaban hasta toparse con el ganado guanacasteco en el puente del río Virilla. De ahí nace la palabra Tope.

Claramente, ese acontecimiento daba espacio para un gran festejo con cimarronas, bailes y carne asada.

Hoy en día el Tope, más que un encuentro, es una oportunidad para que los josefinos tengan una excusa para estrenar la camisa a cuadros y el sombrero, que quizá se vuelvan a poner en Palmares y luego, en las festividades afines que se suceden en el año... hasta que lleguen los topes de fin de año.

Nosotros vimos el desfile de caballos instalados en el balcón del restaurante Cook or Die, ubicado en Barrio Luján; este local está enfocado para un público juvenil patinetero y que nada tiene que ver con lo equino; sin embargo esa tarde el restaurante estaba repleto de vaqueros improvisados que disfrutaban del espectáculo con una cuarta de whisky servida en una botella de Coca-Cola de vidrio.

Sobre esa misma calle está ubicado el club de ambiente Puchos. Allí las pintorescas reinas trans aprovecharon su ubicación para saludar a la carreta que transportaba al homenajeado de esta edición, José Manuel Agüero Echeverría, un aficionado a los caballos y el dueño de una caballeriza en Guararí de Birrí de Heredia.

El Tope es una oportunidad para que las marcas más prominentes se hagan presentes en el espectáculo, generalmente el método consiste en encaramar a una docena de modelos sobre caballos.

Las chicas llevan lentes oscuros, sombreros de vaqueros, camisas escotadas y pantalones bien apretados. Las modelos se dedican a sonreír, saludar y mandar besos a los que observan desde la acera.

Porque eso también es parte de este encuentro. La gente que se congrega en la aceras con sus hieleritas llenas de cerveza y refrescos para hacerle frente al picante sol del mediodía.

Los chicos son los que más se asombran al ver a los animales, algunos de ellos lucen peinados y con músculos prominentes, otros sin embargo parece que ya han vivido demasiados topes.

Los pequeños se lanzan al borde la acera para intentar acariciar a los equinos, mientras un jinete se acerca para saludar y pedir que le sirvan una cerveza fría para continuar con su cabalgata a lo largo de la ciudad.

Algunos de estos jinetes se la jugaban para sacar el celular y tomarse un selfie con el resto de sus compinches; la foto luego la enmarcarían en una red social con el hasghtag #Tope2018 y el emoticon del caballito.

Eso sí, parece que el Tope está lejos de ser una actividad más popular en los lares de la inmediatez virtual. Basta con darse un paseo por Twitter y Facebook para percibir la inclinación generalizada para que esta práctica ecuestre desaparezca.

La premisa de estos detractores generalmente se basa en el maltrato animal, en la desproporcionalidad de consumo de alcohol o simplemente, porque cerrar las calles para que 3.000 jinetes puedan desfilar es anticuado e improductivo.

Pero más allá de críticas negativas, el Tope Nacional sigue siendo una de las prácticas que más convoca asistentes en Costa Rica.

Nos guste o no.