Walt Disney, el grande

Legado. Walt Disney bien podría ser uno de los artistas cuyo nombre sobrepasará generaciones, fronteras y, por supuesto, sueños

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Había una vez un niño soñador que garabateaba cuanto pequeño animal se imaginaba, que viajaba en trenes de ilusión y que, con el tiempo, cumpliría cada una de sus metas. Este cuento no es un cuento cualquiera, es la historia de un mago que en lugar de varita empuñó lápices de colores; también es la historia de un hechicero que en vez de hacer pócimas secretas usó todo su entusiasmo y talento para crear grandes historias.

En una pequeña granja de Misuri, Estados Unidos, el pequeño Walt Disney, de escasos cuatro años, disfrutaba al máximo su vida en medio de la naturaleza.

Rodeado de vacas, patos, perros, gatos y, por supuesto, ratones, el niño vivió una infancia de ensueño: no tenía nada de qué preocuparse y al lado de su hermanita Ruth eran muy felices jugando al aire libre e imaginando mundos de fantasía.

Llegó un momento turbio en medio de aquella vida perfecta para el pequeño niño. Por decisiones de los adultos, problemas que nada tenían que ver con su diversión, tuvo que irse de su lugar perfecto para comenzar a vivir una vida más complicada.

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Más grande en edad, pero con la misma inocencia del niño de cinco años, tuvo que madrugar todos los días para repartir periódicos y ayudar a su padre a llevar el sustento al hogar. En la escuela se dormía y a menudo lo descubrían sus maestros soñando despierto; siempre se metía en problemas.

El pequeño Walt no calzaba en la realidad a su alrededor, porque añoraba aquellas ilusiones que lo hicieron feliz por mucho tiempo y quería que otros niños se sintieran igual.

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Metas. Se hizo grande y siguió dibujando; combinó los estudios con su talento. De la mano de su hermano mayor, viajó a otro estado y buscó trabajo en algo que le permitiera utilizar su imaginación. Sus primeros pasos los dio como publicista en un estudio donde conoció a otro personaje igual a él, con sus mismos anhelos y fantasías: el dibujante Ub Iwerks.

Cansados de trabajar para otros y de tener que usar su pluma para hacer anuncios comerciales, Walt y Ub se enfrascaron en una aventura de la cual el resultado final fue la creación de un imperio.

Sin embargo, en medio del camino hubo varios fracasos económicos, pero el ímpetu de Walt no se vio disminuido y, por el contrario, como un valiente caballero se enfrentó a todo tipo de rechazos, de puertas que se cerraban y de sueños rotos. Aprendió nuevas maneras de ilustrar y conoció de primera mano técnicas mágicas para hacer que sus dibujos tuvieran vida.

Amante de los niños y de los cuentos de hadas, Walt probó suerte y junto a su inseparable amigo Ub decidieron combinar la fantasía con la tecnología.

Así fue como idearon cortos animados inspirados en las historias infantiles. Una productora de cine de bajo presupuesto se interesó en Alice's Wonderland (cortometraje de 12 minutos) y le dio dinero para que diera rienda suelta a su imaginación; esa fue la punta de lanza para la serie Alice Comedies y el nacimiento del Disney Brother’s Studio.

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Como parte de su trabajo, los dos ilustradores vendían sus creaciones a otros estudios. Gracias a esto, nació un personaje muy particular y poco recordado por las generaciones actuales: Oswald, el conejo afortunado, obra de Ub pero que después de una lucha legal, pasó a manos de Universal Pictures.

Walt sufrió la pérdida de Oswald, su hijo predilecto; sin embargo, no se echó a morir. De nuevo sacó sus armas creativas para darle vida a un flamante ratoncito que triunfaría en la televisión con su corto: Steamboat Willie (1928) . Hablamos de Mickey Mouse. Aunque la paternidad del simpático roedor confrontó durante muchos años a Walt y Ub, hasta el momento, Mickey es su más grande y popular obra.

La historia sigue con altos y bajos, en un mundo lleno de esperanza, diversión, estudios de grabación y avances tecnológicos. Llegaron las películas con protagonistas de carne y hueso, más personajes, parques de diversiones, en un universo lleno de nuevos talentos que se convirtió en una industria del entretenimiento como pocas.

Walt dejó de ser un niño, dejó sus problemas de juventud y se convirtió en Walt, el grande. El 15 de diciembre de 1966, hace 50 años, Walt, el grande, dejó este mundo por culpa de un cáncer de pulmón fruto de años de ser fumador empedernido. Tras de sí, Walt, dejó una estela de ilusión que seguirá marcando la vida del mundo por muchos años más.