La chespiritomanía es universal

De la TV al transmedia. El Chavo del Ocho está presente en casi todas las plataformas de comunicación

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Un producto de humor para adultos, con bajo presupuesto y estética y condiciones de producción limitadas, se convirtió en la narrativa más exitosa de Latinoamérica; y lo hizo “sin querer queriendo”, como diría Chespirito.

El Chavo del Ocho y los personajes y las historias de Roberto Gómez Bolaños (Chespirito) son el ejemplo emblemático de cómo un programa audiovisual tradicional logró trascender a la era digital y ser popular como historia, producto, marca registrada e imaginario cultural, con una audiencia de millones de consumidores y ganancias por millones de dólares.

El Chavo del Ocho no solo es la serie más pirateada de la televisión latinoamericana, sino una de los primeras en superar la dicotomía globalización/localización, al mezclar una narrativa de arraigo local –en su lenguaje, personajes, espacios y situaciones– con mercadeo global, a la manera de Pixar y Nintendo.

El mundo del Chavo tuvo dos momentos narrativos diferenciados:

1. Difusión en medios tradicionales (de 1971 a la actualidad): series televisivas (producción original, 1971-1980, y repeticiones), presentaciones en vivo (1975), obras de teatro (1970-1980), historietas y fotonovelas (desde 1973), postales (desde 1974), discos (desde 1976), juegos de cartón y electrónicos, libros (desde 1985).

2. Expansión transmedia a partir de la animación en el 2006.

Éxito total. La serie se inició el 20 de junio de 1971, todavía se transmite en más de 20 países y cuenta con más de 90 millones de espectadores diarios, en Latinoamérica y Estados Unidos, según la revista Forbes . En 1973 empezó a emitirse en otros mercados, como Centroamérica y el resto de la región latinoamericana.

En 1974, El Chavo del Ocho se editó en forma de historietas semanales para México, Centroamérica y Colombia. Al principio, las revistas fueron escritas por Chespirito y luego por su hermano Horacio. La mayoría se basaba en fragmentos de los capítulos televisivos y también sirvieron para la elaboración de fotonovelas.

En 1975, el elenco realizó una gira de promoción por Latinoamérica y visitó Costa Rica, donde el actor Carlos Villagrán –famoso por el papel de Quico– recibió el premio Telegatunas. El periodista Hugo “El Gato” Araya otorgaba la estatuilla, que reconocía lo mejor del espectáculo y fue la primera que recibió el mexicano.

El éxito de El Chavo hizo que se realizaran guiones aficionados para escuelas y colegios, algunos de los cuales aún pueden verse en Youtube. En 1976, la disquera Polydor editó los primeros acetatos con canciones de Chespirito. A la vez, se produjeron juegos de cartón (de mesa, naipes, etc.) inspirados en los actores y sus personajes, de diseño simple y narrativa limitada.

Esta primera etapa de mercadeo predigital se cerró en 1995 con la edición de El diario del Chavo del Ocho (1995), una precuela en la que se relata la vida del personaje antes de llegar a la vecindad. El libro fue escrito e ilustrado por Gómez Bolaños.

El Chavo multimedia. La serie original se mantuvo con gran popularidad, pero el lanzamiento de la serie animada, en el 2006, arranca su faceta transmedia y relanza a Chespirito a la esfera digital.

El Chavo animado se difundió en el 2006 por Televisa -la empresa que había emitido el programa original 35 años antes- y Anima Estudios. Constó de 139 episodios, divididos en siete temporadas. La producción se presentó como una “versión animada basada en la serie en imágenes reales”.

Sin embargo, entonces se modificó radicalmente el texto original. El cambio de voces, la edición, la gráfica brillante y las ensoñaciones de los personajes convirtieron la serie animada en una versión light de la anterior.

La caracterización de los personajes fue similar, salvo por la ausencia de la Chilindrina, cuyos derechos de imagen los ganó la actriz María Antonieta de las Nieves después de un juicio con Chespirito. En la nueva serie, las frases que la hicieron famosa se le atribuyen a Popis, Ñoño o Patty, personajes antes secundarios que se desarrollaron.

El estilo de la serie animada muestra la imaginación de los personajes por medio de globos de pensamiento trazados por crayolas, al estilo de las tiras cómicas. A partir de la segunda temporada se realizaron más cambios y el universo semántico original se amplió. Lo más significativo fueron los viajes que realizan el Chavo y sus amigos, que hubieran sido irrealizables en la serie original.

Comidas y juegos. El programa nutrió el mercado con numerosos productos gracias al éxito de los personajes animados y a las posibilidades tecnológicas. En este boom de la chespiritomanía, la pantalla de televisión se amplió a videojuegos, aplicaciones de Internet, páginas de Facebook, blogs , historias online y apropiaciones. También se utilizaron medios tradicionales y recursos mercadotécnicos hasta entonces no explorados.

Se editaron nuevas historietas y se comercializaron artículos infantiles, escolares, ropa y alimentos, entre muchos otros objetos. Según Forbes, a partir de 1992, las ganancias llegaron a $1,7 billones.

El Chavo realizó alianzas con empresas transnacionales como Kellog’s y McDonald’s, y fue incluido en la “cajita feliz” de esta última corporación. Hasta hoy es el único producto latinoamericano en lograrlo, ya que requiere de un mercado potencial de 50 millones de artículos.

Kaxan Games desarrolló para Nintendo el juego El Chavo (2012), un party game de obstáculos, y se lanzó El Chavo Kart, inspirado en Mario Bros. También fue muy popular la aplicación Learn English with El Chavo, destinada a la población hispana en Estados Unidos.

En el 2012, como parte del homenaje continental a Gómez Bolaños por los 40 años de su creación original, se construyó un parque temático en Caracas (Venezuela) titulado La vecindad de El Chavo . En Latinoamérica y los Estados Unidos se presentó el musical El Chavo en vivo , y el Servicio Postal Mexicano lanzó una edición de estampillas conmemorativas.

De la leyenda urbana al porno. Las apropiaciones hechas por los fans de El Chavo son infinitas y van desde pasteles de cumpleaños, tatuajes e historias de misterio –del género creepypasta – hasta revistas pornográficas en Internet.

Abundan blogs y páginas de aficionados, que en Facebook superan el centenar y casi 90 en Twitter. En su página oficial de Twitter, Chespirito tiene 6,5 millones de seguidores, por lo que es el duodécimo personaje más popular de Latinoamérica.

Hay múltiples apropiaciones en Internet, realizadas por los “prosumidores” (consumidores que se convierten en productores), con parodias y capítulos perdidos o censurados, así como intervenciones gráficas para camisetas, tatuajes, graffiti , versiones en animé y hasta un ron: Ron Damón. Este último personaje, don Ramón, ha sido recreado como Che Guevara, Hitler, Obama bin Laden, Michael Jackson y los Beatles, y ha sido “protagonista” de filmes que van de El padrino hasta Titanic y Matrix.

Sin embargo, dos versiones underground son emblemáticas: el comic apócrifo El barril fúnebre y el Chapulín oscuro , una leyenda urbana creepypasta que relata la supuesta muerte del Chavo, y una historieta pornográfica (en Internet) en la que doña Florinda, don Ramón y el profesor Jirafales se divierten...

En tres días, el video “Tráiler de El Chavo del Ocho: La película” alcanzó seis millones de reproducciones en Youtube, y Televisa estuvo a punto de demandar a sus realizadores, los ecuatorianos Jorge Ulloa y Andrés Centeno, y pedir que lo retirasen. El falso anuncio, que aún puede verse, recorre el cine mundial y los éxitos de Hollywood en una divertida parodia de la serie.

Roberto Gómez Bolaños falleció, pero el imaginario que concibió es infinito. Es probable que el mundo ficticio más popular de la televisión latinoamericana lo siga siendo más allá de la desaparición física de su creador, en otras pantallas y en plataformas tecnológicas.

La autora es historiadora del cine centroamericano.