La Antigua Aduana albergó a familias sedientas de arte

Tarde festiva El Festival Internacional de las Artes ofreció exposiciones, pequeños espectáculos al aire libre y venta de libros

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Naima y su hermana Abigaíl Álvarez Rojas quedaron sorprendidas al ver muy de cerca como Max, el títere de Rándall Sánchez, cobraba vida e interactuaba con ellas. Mientras tanto, Dennis y Ana, los orgullosos padres, sabían al verlas que tomaron la decisión correcta al salir de casa y disfrutar de la oferta que el Festival Internacional de las Artes (FIA) 2014 preparó en la sede de la Antigua Aduana.

Al igual que esta familia de Pavas, cientos de personas se hicieron presentes a el edificio histórico en el que encontraron exposiciones, caricaturistas, pequeños espectáculos itinerantes, libros de editoriales costarricenses, productos de productores nacionales agremiados en cooperativas y diseñadores costarricenses con sus creaciones a la venta.

El mundo según Mafalda se mostraba como uno de los espacios que más atraía a los asistentes. La fila para ingresar era amplia, pero el deseo de ver el cuarto de la niña, tomarse fotos y sentirse dentro de una caricatura fue más poderoso.

Alexandra Zúñiga y su hija, Bianca Valverde, compartieron juntas en una mesa. Ahí construyeron su propia tira cómica con sellos de los personajes del mundo creado por Quino.

“Venimos específicamente a esta exposición. Me parece muy interesante, bonita; me gusta mucho la historieta y la extraño los domingos cuando no se publica. Lo interesante de Mafalda es la crítica social con humor”, afirmó Zúñiga.

Diseño local. Los programas de la exposición y del FIA se transformaron en abanicos improvisados. El calor pasaba factura, cada sombra fue bien aprovechada.

Para aplacar el hambre, muchos optaron por un plato con mandu (empanada de pasta de arroz rellenas de carne y verduras), japchae (fideos de papa salteados con verduras) o alguna otra delicia coreana a la venta en el lugar.

La Casa del Cuño, ese enorme edificio de cristal a un costado de la Antigua Aduana, no cesó su actividad. En su interior albergó a diseñadores costarricenses como Pez Cocinado o Monocafé, y a cientos de curiosos que se sorprendían al ver el trabajo y compraban desde una gorra, hasta una silla con el sello: hecho en Costa Rica.