Escultor José Sancho gana el premio Magón y artesano de la cabuya Juan Olivado Camacho obtiene el Emilia Prieto

Galardones se anunciaron esta mañana en el Centro Nacional de la Cultura (CENAC). Reconocimientos serán entregados en mayo, en un acto oficial.

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Este lunes, el Ministerio de Cultura y Juventud anunció a los ganadores de los Premios Nacionales Magón y Emilia Prieto.

En ese sentido el Premio Nacional de Cultura Magón le fue conferido al reconocido escultor costarricense José Sancho, mientras que el de Patrimonio Cultural Inmaterial Emilia Prieto recayó en el artesano de cabuya Juan Olivado Camacho.

La ministra de la cartera, Sylvie Durán, fue la encargada de dar los nombres de los galardonados haciendo énfasis en que este es un reconocimiento a toda la vida de trabajo por su disciplina y el impacto que ha tenido en la sociedad.

“Es una fiesta de la comunidad de la cultura y el arte en donde podemos reconocernos en nuestros hitos, en lo que implica por cada individuo y todo el trabajo que hacen de creatividad y de esfuerzo país para que tengamos espacios de expresión", dijo la jerarca de cultura.

De acuerdo con el acta del jurado, Sancho fue elegido como merecedor del premio ya que "por años, este galardonado ha desarrollado un intenso trabajo creativo, plasmado en obras escultóricas que enorgullecen al país y a Latinoamérica y lo proyecta al mundo”, proclama el documento que oficializa a Sancho como ganador.

“Se trata de una amplia producción de gran valor ético y estético que en su mayor parte ha sido concebida como arte público”, agrega el documento.

El Premio Magón constituye un reconocimiento a la trayectoria cultural de toda una vida, sin discriminación de formato, género, estilo o área de desempeño disciplinario.

Este reconocimiento se entregó por primera vez en 1962; en esa ocasión fue para el filósofo y escritor Moisés Vicenzi. La selección del ganador es realizada por un grupo de jurados, que se conforma anualmente y que se encargan de evaluar las diversas postulaciones de la sociedad costarricense para ostentar los reconocimientos.

Maestro escultor

La obra de José Sancho es inconfundible e invaluable, por lo que no extraña su designación como ganador. Con enorme síntesis, belleza y lirismo logra que el mármol, la madera, el metal, la piedra y los desechos muestren una exquisita fauna –y flora–, así como eróticos y turgentes torsos femeninos.

Sancho tiene 84 años y aunque ya no pasa tantas horas en el taller como antes (llegaba a trabajar hasta ocho horas seguidas, ahora solo tres aproximadamente) el artista asegura que su pasión sigue intacta y que vive por la escultura.

Sobre el premio Magón reconoce que nunca imaginó que obtendría un reconocimiento de tal magnitud y por ello nunca soñó con ese día, ya que para él la escultura, más que un trabajo, inició y se mantiene como un pasatiempo impulsado por el pintor Rafa Fernández, quien vio el talento y la magia que tenía Sancho y lo incentivó a profundizar en el arte.

“Hace 40 años y tantos cuando a comencé a hacer esculturas en chatarra, primero como un juego, nunca lo imaginé que iba a ser escultor y nunca imaginé que alguna vez obtendría este premio. Pero ahora que lo recibo, lo hago con júbilo y regocijo, es un importante estímulo porque en los últimos meses he estado un poco sin entusiasmo y este premio me permite seguir trabajando como siempre", comentó.

El artista nunca visualizó este momento principalmente porque por muchos años se dedicó a ejercer su licenciatura en Ciencias Económicas y Sociales de la que se graduó en la Universidad de Costa Rica.

No le fue mal, de hecho trabajó no solo en Costa Rica, sino también en Estados Unidos y Guatemala como experto en mercados comunes y zonas de libre comercio. Además, era consultor en estudios de factibilidad y proyecciones de mercado.

“Eso lo suspendí y lo olvidé, ya tengo 40 y tantos años que no hago nada que tenga que ver con economía. Había vivido ya cuatro décadas de frustrantes empeños, cumpliendo tareas para las que no había nacido”, detalló.

De cabellera blanca, camisas a rayas y fuerte manos, Sancho no solo encontró su vocación en la escultura, sino que ahora la comparte y la impulsa por medio de la Fundación José Sancho.

Esta incluso ha ofrecido becas para que los escultores costarricenses se capaciten en el extranjero o bien, hagan su carrera en algún centro académico en Costa Rica.

“Este es un país que tiene una tradición escultórica, si nos remontamos a la época precolombina hay obras que son maravillas y además, en este país ha habido escultores muy importantes como Francisco Zúñiga, de reconocimiento universal”, detalló.

Además, agregó que artistas costarricenses como Juan Manuel Sánchez, Juan Rafael Chacón, Juan Ramón Bonilla y Olger Villegas han dejado una herencia importante en materia escultórica.

El artista nació el 18 de abril de 1935 en Puntarenas, de ahí que en muchas de sus obras de arte plasme la flora y fauna que caracteriza al Pacífico costarricense, como una obra de un cardumen y de las tortugas baula que adornan el jardín de su casa en Escazú.

Durante su prolífica carrera, Sancho ha expuesto su obra en ciudades como París (Francia), Toronto (Canadá), Chicago (Estados Unidos) y Santiago (Chile).

De hecho, su última gran exposición fue en el Museo de Pera, en Estambul (Turquía), donde presentó su colección Movimientos en piedra, madera y metal.

Como si fuera poco, sus obras habitan en países como Italia e Israel.

Artesano de la cabuya.

Por su parte, el Ministerio de Cultura anunció al artesano Juan Olivado Camacho Leiva como el ganador del premio Nacional al Patrimonio Cultural Inmaterial Emilia Prieto 2018.

Este es un reconocimiento a la labor cultural de toda una vida que haya evidenciado un nivel de aporte al fortalecimiento del entorno y al desarrollo cultural costarricense.

“Cuando me dijeron por teléfono del premio me emocioné mucho. Era algo que no me esperaba, un honor”, agregó emocionado el sencillo artesano.

Olivado es un artesano de la cabuya de origen cartaginés, tiene 78 años de edad y desde hace 65 se dedica a tejer por recomendación de su padre, quien lo impulsó a salir de la escuela para trabajar en este oficio que, en aquel momento, estaba en pleno apogeo.

“A los once años me sacaron de la escuela, porque ese era el negocio de antes, encontrar un medio para vivir. Mi tata me dijo que dejara esa vagabundería de la escuela, que me iba mejor en eso”, dijo Camacho, quien en su comunidad es conocido como Martina.

Según explicó, cuando empezó en el mercado de la cabuya sus ganancias semanales eran de aproximadamente seis reales, que en ese momento eran ¢4.5.

El artesano brumoso afirma que este reconocimiento es el primero que recibe en su vida e incluso bromeó porque al principio no entendía de lo que se trataba, pero al hacerlo mostró su gran satisfacción.

“La gente me pregunta en la calle que si a mí me han dado un premio. Pero no, nunca. Me han hecho algunos reconocimientos, pero premio premio, así no, solo ahora”, confesó el artesano.

El jurado de los premios nacionales consideró que el artesano es merecedor del codiciado reconocimiento debido a que "su trayectoria de vida representa el espíritu del premio, dado que es un portador artesanal en la producción y elaboración de la cabuya, porque desde corta edad aprendió el oficio y la técnica de cultivo de la planta, extracción del hilo, mecate y diversos productos artesanales convirtiéndose en un maestro de este oficio”.

“Se ha mantenido reforzando y estimulando el oficio en El Guarco de Cartago, con repercusiones culturales a nivel nacional. Por su dedicación a la formación de nuevas generaciones en la práctica de esta expresión del patrimonio cultural de nuestro país”, continúa el por tanto.

Camacho tiene claro que los ciudadanos lo estiman por su trabajo, pues se lo reiteran constantemente cuando camina por la calle o cuando ha sido motivo de algún reconocimiento en la comunidad, donde asegura, es muy conocido.

De hecho, su popularidad ha ido en aumento porque actualmente él es el único artesano de la cabuya que queda en ese pueblo, lo que para él significa un reto por seguir sacando adelante la tarea.

“Para mí la cabuya es lo máximo. A mí me gusta hacer de todo, me gusta la zapatería, la artesanía y hasta soy catador de café, pero a mí la cabuya me saca el menudillo. Saber que soy el único que la trabaja, que ya todo el mundo abandonó eso, es bonito”, agregó.

No obstante, frecuentemente asiste como invitado a dar talleres con sus telares de seis y tres metros, con el propósito de rescatar este arte que poco a poco ha ido muriendo en la zona.

La ministra Durán añadió que el acto de premiación de los Premios Nacionales se realizará el próximo mes de mayo. A ambos ganadores se les entregará una cantidad de ¢7.5 millones como dotación económica, que es establecida por ley.

Este miércoles el Ministerio de Cultura anunciará el resto de ganadores de los Premios Nacionales 2018.