¿Hacia dónde apunta la literatura? Tabarovsky quiere una revolución

¿Libros condescendientes con el mercado o prosas incómodas? El editor argentino cree que hay que herir los cánones en un nuevo libro, que recomendamos en la sección ‘El librero’

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Quien conozca la librería Buhólica, sabe que recorrer sus pasillos es algo cercano a un parque de diversiones.

Maravillosos libros de arte, ensayos únicos, radiografías de la música y el cine, ediciones especiales de títulos clásicos... En fin: es difícil decidir qué lectura es la siguiente cuando se visita el recinto.

¿Por dónde comenzar entre esa marea de oportunidades? Para Noé Durán, vocero de Buhólica, las luces deberían ir hacia Damián Tabarovsky -escritor argentino y editor de la editorial independiente Mardulce- y su libro Literatura de izquierda.

¿Por qué este en particular? Durán responde con certeza que es un libro de vital importancia para nuestros tiempos.

En Literatura de izquierda, Tabarovsky plantea tres formas de hacer literatura en la actualidad: la de mercado, centrada en una historia coherente y sugestiva; la académica, enfocada en patrones utilizados a través de la historia (”esa literatura no piensa, solo copia fórmulas eruditas”, señala Durán); y la literatura de izquierda, la cual, como dice Durán, “es la que no tiene público y no está escrita para nadie, que es el avance del lenguaje por sí mismo”.

“La literatura de izquierda es una postura estética no política, siguiendo los planteamientos teóricos de Marshall Berman con respecto a la modernidad. Esta propuesta de literatura es de un continuo avance y una permanente innovación”, analiza Durán.

La perspectiva de Tabarovsky se ubica históricamente en Argentina, durante los años setenta, donde el canon vigente hace surgir un contra-canon (entre los que se puede citar a Cesar Aira, Rodolfo Enrique Fogwil, los hermanos Lamborghini, entre otros).

“Este es el modelo por excelencia a seguir. Sin embargo, hay un estancamiento literario en los noventa desarrollado por el mercado editorial y la literatura académica. Tabarovsky da con las propuestas formales de este contra-canon: una literatura que avance, destruya el lenguaje y que trabaje con esas ruinas. En otras palabras: un lenguaje quebrado. Este paradigma argentino sirve comparativamente para otras locaciones geográficas de América Latina: Costa Rica no es la excepción, donde se publica literatura ligera, y por otra parte, los cadáveres siguen escribiendo”, apunta Durán.

Este ensayo de Tabarovsky es fundamental porque hace preguntarnos sobre el estatus actual de la literatura, además de que nos hace pensar qué vendrá en el futuro literario: ¿libros condescendientes con el mercado y la academia, o por otro lado libros que rompan el lenguaje y la forma? Para Durán, ojalá que un lenguaje igual al que soñaba Emil Cioran, donde las palabras fueran como puños que destrozaran mandíbulas.

Más recomendaciones

Además del ya comentado título, Durán recomienda aprovechar los siguientes libros disponibles en la librería:

Ariana Harwicz. Degenerado. Anagrama. 2019.

No basta con decir que todo es delirio, ya que todo lo es. Ariana Harwicz lo confirma con una voz frenética de una persona que va a ser procesada. Degenerado se alinea con la narrativa de Thomas Bernard: una escritura donde todo es vómito, vociferaciones y quejas. El personaje despotrica contra todo y nadie queda en pie: sus carceleros, sus fans, las personas que lo acusan, los testigos. Harwicz pone voz a las personas que por desear se vuelven mudas. Cuando se acaba el libro, sabemos el por qué de su mudez: quieren la extinción de toda la humanidad.

Juan José Saer. El limonero real. Rayo Verde. 2018.

Una sombra pesa sobre el último día del año, ante un hijo muerto. Saer desde diversas perspectivas narrativas narra el duelo, la ausencia y la muerte, en una isla donde se celebra el fin de año. Un libro que se vuelve una espiral narrativa y que, entre más avanzamos en ella, solo hay una salida: cuando amanezca y tengamos los ojos abiertos.

Luis Felipe Fabre. Escribir con caca. Sexto Piso. 2017.

Luis Felipe Fabre no escribe ensayos, revive muertos. Fabre, en Escribir con caca, trae a la vida al escritor mexicano Salvador Novo, quizás uno de los mejores cronistas y poetas de la segunda mitad del siglo XX en México. La escritura como descarga y purga intestinal es la metáfora que recorre todo el ensayo, subrayando cómo el interior del cuerpo se puede extrapolar al acto creativo. Según Fabre, Novo configuró su vida en una serie de prácticas estéticas donde lo marginal y lo sucio son ineludibles, donde el poema y la caca se vuelven indiscernibles. Un texto que al acabarlo nos deja el entusiasmo de querer leer más sobre el poeta mexicano y muchas preguntas, entre ellas: “¿Cómo se escribe con el ano?”. Fabre responde lacónicamente: “leed a Novo”.

Buhólica se encuentra en el centro comercial Combai Mercado Urbano, en Escazú. Puede llamar al teléfono 4112-1252.