Flor Urbina se sacude el dolor con risas en un ‘stand-up’ íntimo

Con ‘Qué difícil ser mujer: El mundo en tacón y corset’, la intérprete publica un testimonio sobre los dolores que ha sufrido por ser mujer y migrante.

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Frente a la cámara fotográfica, Flor Urbina admite que le cuesta ponerse seria. Su rostro no solo carga una sonrisa orgánica sino que, mientras posa para los retratos, una risa robusta aparece después de cada flashazo con la misma facilidad con la que respira.

La cantante, bailarina, actriz y presentadora no tiene inconvenientes en aceptar que es una mujer feliz, que sufre pero encuentra gracia para afrontar el dolor. Confiesa no ser una persona de malas palabras; prefiere echarse un par de risas para combatir una mala situación y cada mes busca la manera de hacer algo diferente para sentirse plena.

Ahora, Urbina se encuentra en un momento especial. Este sábado, la artista no regresará al escenario del Teatro Melico Salazar con zapatillas de bailarina ni acompañada de su guitarra, sino que tendrá un micrófono en la mano y ansias en el pecho que se revuelcan en su interior.

“En realidad, cada vez que quiero llevar algo al teatro parte de algo muy especial, sea en la parte musical, dancística o teatral: la intención siempre es poder hablar de cosas que te mueven por dentro, que afectan a la gente que está alrededor tuyo”, afirma.

Para esta oportunidad, la intérprete ha preparado un monólogo –que en términos internacionales se etiqueta en el género de stand-up– para confesar miedos profundos, frustraciones y redenciones que ha sufrido en los últimos años desde sus particulares ojos: la mirada de una mujer que emigró desde Nicaragua y terminó estrujada en medio de paredes machistas y xenofóbicas.

Qué difícil ser mujer: El mundo en tacón y corset es el título que lleva el espectáculo preparado por Flor Urbina. Con un trazo íntimo pero hilarante, Urbina pretende provocar reflexión en un género en el que muchos no están acostumbrados a mirarla.

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Risas contra el sufrimiento

Todo lo que produce Urbina viene parido del dolor, de alguna u otra manera. A pesar de ser una mujer sonriente, su vida no se ha eximido de torturas sociales, que desembocaron en un río de creación completamente articulado por la lucha de derechos humanos.

La intérprete comenzó a hilvanar el guion de este espectáculo desde hace 8 años, cuando estuvo embarazada.

“Ese fue el detonante que me hizo querer hablar más desde la comedia de algo muy doloroso como es la maternidad. A partir de este tema, con el teatro trabajé el tema de la violencia pero desde un punto de vista muy dramático. Me di cuenta que desde la comedia se podía llegar a más públicos, donde la gente no se siente amenazada y se pueden hacer transformaciones impresionantes”, recuerda Urbina.

“Empecé a ver cosas que socialmente se le obligaban a la mujer que ya todos conocemos: la concepción de la base de la familia y algunos estereotipos sobre el rol de la mujer y del hombre. Me di cuenta que muchas de las cosas que nos decían son falsas, pero ¿cómo hablar de todo esto sin que me digan que soy una mala madre por pensar de cierta manera? Decidí abordarlo desde el humor, conectándome con más mujeres que ven una realidad parecida”, añade.

Desde que Flor Urbina anunció la producción, se informó sobre el contenido del monólogo.

“Si alguna vez has presenciado los chismes de la oficina, los rumores sobre cómo fue que ascendieron a Rosita, si hablás y hablás con tu pareja mientras pareciera que él está en la luna, si todavía sos de la que le hacés el escáner a todas las mujeres que conocés, si querés saber lo que significa ser madre o si ya lo sabés y te sentís incomprendida o te dicen que te volviste neurótica, si sabés lo que es sufrir por tratar de bajar de talla aunque sea a punta de fajas reductoras y querés mejorar la forma en que te comunicas con los hombres tratando de entender cómo funciona su cerebro… este espectáculo es para vos”, se leía en el afiche.

Hablar de camisas de fuerza emocionales, incomprensión y marginalización no es algo nuevo para Urbina. Uno de sus primeros acercamientos para reclamar la validación de sentimientos y la proclama de respeto por la mujer sucedió en los primeros días en que la artista se dedicó a componer canciones, que partían de sonoridades muy folclóricas para facilitar el contacto con su público.

“Este trabajo se asemeja un poco a lo que sucedía con mis canciones, que tenían su raíz desde la anécdota. Cuando canto, cuento cómo fue creada la pieza. Muchos de los conciertos me funcionaron para este stand-up pues tiene que ver con la mujer migrante que soy: vivo desde los 6 años en Costa Rica y hay gente que tiene sus ideas… La tierra no es de nadie, nada de diferencia marca la línea fronteriza en la que nacés. Cuando te das cuenta, se ha acumulado un montón de prejuicios que solo generan tristeza y división”, confiesa.

Qué difícil ser mujer: El mundo en tacón y corset termina reafirmando y consolidando una carrera que, sin importar el género, Urbina ha determinado mediante la reflexión. A la artista le gusta comparar sus sentimientos sobre el arte creado con la definición de sus conciertos.

“Yo podría cantar mi música en diferentes bares y otros lugares para poder sobrevivir, pero mi música lo que busca más allá de entretener es que podamos hacer reflexión sobre ciertos temas. Esto no me lo permite cualquier espacio, porque hay lugares donde la gente llega a divertirse, comer y tomar traguitos. Ese no es un espacio idóneo para que la gente pueda escuchar o reflexionar, que es mi propósito al fin y al cabo”, dice Urbina.

En el caso del stand-up, Urbina pretende aprovechar el auge del género. Su cercanía con este tipo de monólogos surgió tras una serie de talleres que le demostraron los beneficios de producir sus creaciones con esta gramática.

“En el stand-up encuentro la posibilidad de girar ágilmente. He hecho montajes con 100, 150 personas en escena y realmente eso complica el traslado. Me gustaría llevar este show fuera de la meseta central y es más sencillo que den hospedaje a una persona que a un elenco tan grande. También, el tono humorístico permite que la comunicación sea más fluida, y el espectador no se sienta intimidado y más identificado al encontrar a Flor Urbina y no a un personaje que pertenece a una ficción”, sentencia.

¿Un nuevo comienzo?

Flor Urbina nunca imaginó que levantar una paleta con un seis pintado le provocaría tantas circunstancias.

Fue hace diez años cuando el grueso de la población nacional conoció a la artista en la primera temporada del programa Bailando por un sueño, un reality que acogía a famosos y del cual Urbina fungió como uno de los miembros del jurado.

En la primera gala, se llevó la sorpresa de que la primera pareja fue evaluada con buenas calificaciones, a excepción de su criterio. Un seis le dio Urbina a la pareja, un seis que le traería muchos estereotipos sobre su carácter.

“Hace poco me preguntaron que cuándo me hice buena, que cuándo empecé a ser buena gente”, dice Urbina entre risas. “Yo nunca he sido ni buena ni mala. Solo soy yo. La gente se dio una idea muy equivocada solo porque yo di una evaluación que consideré justa. Fue solo eso”.

La bailarina tiene fuertes recuerdos de su crianza en una familia alegre, desde su natal Nicaragua. “Yo crecí entre cuentos alrededor del fogón, entre bromas de mi tío, entre bailes alegres… Yo siempre he sido una persona feliz y lo que más disfruto de estar frente a un escenario es plantear lo que pienso”, dice.

Urbina sufrió una gran frustración cuando, según su perspectiva, se borró todo lo que había realizado como gestora cultural durante 19 años a cambio de una imagen maligna provocada por una calificación negativa.

“Yo había hecho una coreografía para la Teletón a los 12 años, y pues adulta trabajé creo que en todos los canales del país. Estuve en canal 13 presentando un programa sobre Costa Rica vista desde afuera, también en Sábado Feliz, estuve con Inés Sánchez, estuve en A Todo Dar, Café con Leche… Todo eso mucho antes de Bailando y la gente me ubica por un bendito seis que di el primer día. ¡Solo puse un seis, eso fue todo!”, rememora.

El carácter de Urbina no le permitía hacer otra cosa. Para ella, imaginar a un niño que se sienta a ver un programa y decirle que si no trabajó le va a dar un 9 para que se sienta bien a pesar de que no se lo ha ganado sería mala educación.

“Yo soy comunicadora más que cualquier otra cosa. Como jueza o como intérprete, quiero aprovechar todas las oportunidades que da el escenario para poder decir cómo veo las cosas, los temas que me inquietan y me duelen”, confiesa.

“Si lo digo como jueza, lo haré; si la música es el mejor medio para decirlo, también lo haré… En este caso creo que el stand-up me permite decir la problemática de la mujer de la mejor manera posible pero siempre estoy abierta a experimentar”, dice. “Solo quiero ser consecuente conmigo misma”.

Detalles del espectáculo

Qué difícil ser mujer: El mundo en tacón y corset se presentará en una única función el sábado 11 de agosto. El espectáculo comenzará a las 7 p. m. y el precio de la entrada para luneta y segundo piso es de ¢7.000; para el tercer y cuarto piso el costo es de ¢5.000.

Las entradas se pueden conseguir directamente en la boletería del teatro el día del evento. Para reservar entradas puede llamar al 8747-8747.

Esta producción es escrita, dirigida y actuada por Flor Urbina.