El musical en el 2015: fusión de las artes escénicas

En el 2015, la convergencia de distintas disciplinas artísticas fue necesaria para sacar adelante los grandes montajes escénicos del año

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En su capítulo costarricense, las artes escénicas han tenido que ser ingeniosas. Producir un montaje de interpretación teatral o de danza requiere talento, pero también trabajo en equipo y, sobre todo, dinero.

Este año, el musical West Side Story demostró que en proyectos ambiciosos la proporción de esos elementos se debe multiplicar acorde al tamaño del montaje.

La producción estimó una inversión de $500.000 para cubrir las diez presentaciones que se ofrecieron a principios de mayo.

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La obra debut de la Luciérnaga Producciones agrupó manos de todas las disciplinas artísticas que pudo para sacar adelante la tarea: enlistó la colaboración musical del Centro Nacional de la Música —el cual legó a los músicos de la Orquesta Sinfónica Juvenil y al director musical, Ramiro Ramírez— y el Teatro Popular Melico Salazar.

¿Hace la unión la fuerza? En la experiencia de West Side Story se sobreetiende que las alianzas no son solo un aliciente, sino que son indispensables.

“Sin el Centro Nacional de la Música no habríamos podido con el proyecto”, aseguró Silvia Baltodano, quien encarnó el papel principal de María en el musical y además fungió como una de sus productoras ejecutivas.

“Nos demostró la importancia de que el Estado apoye iniciativas que tienen los conocimientos pero que no cuentan con todo el capital para realizarlas de la mejor manera”, añadió.

Con un impresionante músculo de producción, el musical de Luciérnaga fue el primer montaje del año en sugerir la necesaria convergencia del teatro, la danza, el diseño y la música para sustentar un modelo de trabajo hasta entonces poco familiar con los artistas costarricenses.

Ingenio y autogestión. La autonomía del sector artístico independiente ha permitido que el arte se disperse en Costa Rica con los matices de su propio antojo, siempre bajo su propio riesgo.

Sin una tradición de teatro musical, cualquier apuesta por producir en el país espectáculos transdisciplinarios es una aventura azarosa.

En los meses previos a su producción, el equipo de West Side Story se cuestionaba si el país contaba con la clase de artista que la propuesta requería (el famoso thriple threat en inglés, el intérprete con habilidad triple en actuación, baile y canto).

A falta de una escuela profesional de teatro musical, encontraron un fenómeno particular entre las más de 300 personas que hicieron sus audiciones: el artista nacional ha tenido que gestionar por sí mismo la incursión en otras disciplinas.

Es así como, en el segundo espectáculo musical del año, Fantasticks , la ficha técnica del proyecto de Teatro Espressivo compartía varios nombres con los de West Side Story.

Para Fanstasticks , el Espressivo también tuvo que importar la historia desde Nueva York, junto con el director de la obra (Richard Clodfelter).

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Sin embargo, en el resto de los créditos se hacían familiares los intérpretes principales Fabián Arroyo y Susana Velasco (registrados en papeles de apoyo en West Side Story ); Winston Washington (dirección de actores y jefe de escena) e Isabel Guzmán, quien en Fantasticks fue la preparadora vocal de los actores y en West Side Story estuvo a cargo de un rol importante.

Este año, Guzmán participó también como intérprete en dos trabajos del Festival de Coreógrafos Graciela Moreno y como compositora musical para la coreografía Taciturno de la Compañía Nacional de Danza .

Según explicó, como ocurre con otros artistas, su vinculación a tan variadas disciplinas ha sido producto del esfuerzo propio.

“Al no tener una escuela que contenga las disciplinas del teatro musical nos toca buscarlas por separado para unirlas. Somos poquitos los que estamos en esa área, apenas estamos experimentando con lo que funciona”, dijo.

Encontrar hibridaciones entre teatro y danza es natural. Este año, montajes como el acto artístico Canto fúnebre de la Universidad Nacional o la temporada del Teatro Nacional de Las fisgonas de Paso Ancho concentraron esfuerzos desde diferentes artes escénicas y visuales.

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Que los artistas sepan autogestionar sus espectáculos ha sido vital para dirigir los procesos de sus trabajos pero también significa una traba para sumergirse en sistemas de producción como el de West Side Story.

La revista musical española, Las Leandras , fue el tercer espectáculo en ofrecer la unión de música, teatro y danza.

En esa ocasión, la cineasta Laura Astorga cambió su oficio fílmico por lo escénico, aunque con un elenco más pequeño pero también con la ayuda de músicos con financiamento estatal (la Banda de conciertos de Cartago) y, nuevamente, el Teatro Popular Melico Salazar.

La experiencia no fue tan positiva como lo fue West Side Story , empero se enfrentaron a los mismos obstáculos: la ausencia de intérpretes formados de forma integral, las limitaciones técnicas de los espacios de presentación y el compromiso de colaborar con otras instituciones s.

No obstante, las experiencias del 2015, desde las ambiciosas hasta las pequeñas, demostraron que existe talento y existe audiencia. Solo hay que guiarlos.

Retos para el 2016

Formación integral: la ausencia de una formación interpretativa integral es el reto artístico más grande para los montajes de artes escénicas. Pese a que existe educación superior pública para artistas del teatro y la danza, falta una educación que conjugue de manera integral las disciplinas del teatro musical. Tras su experiencia con West Side Story , Luciérnaga Producciones encontró un espacio para ofrecer un programa propio de Teatro Musical. Las clases comenzarán a partir del 11 de enero.

Persistencia y aprendizaje: los vacíos y tropiezos que enfrentaron los espectáculos escénicos este año solamente pueden resolverse a través de la práctica. Las experiencias del 2015 sentaron precedente para que en el futuro exista el aparato de producción necesario para otras puestas similares. Aunque el Teatro Espressivo descartó otro montaje musical en el 2016, Luciérnaga Producciones estrenará su proyecto Monstruos , el próximo 8 de enero.

Modernización técnica: Salvo el caso del Teatro Espressivo, muchos de los teatros todavía luchan por actualizar sus equipos de escenografía, luces y sonido. El reto de inversión requiere que el sector independiente forje alianzas tanto con el sector privado como el estatal.

Colaboración estatal: el Centro Nacional de la Música ofreció sus servicios para West Side Story , asimismo produjo para cerrar el año un espectáculo de teatro musical en el que vinculó también a artistas independientes nacionales. El Teatro Popular Melico Salazar y el Teatro Nacional han sido instituciones vitales para las producciones escénicas de gran alcance. El fortalecimiento de relaciones con otros entes adscritos al Ministerio de Cultura es vital para el éxito de estos espectáculos escénicos.