Tin Tan: el rey del barrio

Germán Valdés tenía gracia, versatilidad y desenvolvimiento en el escenario: sabía hacer reír. Inventó el spanglish antes de que se inventara esa palabra

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En ocasiones, al destino se le llama casualidad. Un día de tantos de 1934, el imberbe Germán Valdés entró a trabajar a una estación de radio de Ciudad Juárez, en la frontera con Estados Unidos, a hacer lo que le pusieran a hacer.

Su padre le consiguió el puesto con Pedro Meneses –amigo personal y propietario de la radio–, para evitar que estuviese de vago.

Un día de tantos, probaba un micrófono y se le ocurrió imitar a Agustín Lara, sin advertir que su jefe lo veía. Este se dio cuenta de que ese muchachito servía para algo más que los mandados.

Al darle n espacio a él, permitió el nacimiento de una estrella latinoamericana: Tin Tan.

Sin embargo, para que Germán Genaro Cipriano Gómez Valdés pasara a la historia con ese santo y seña, faltaban en la ecuación el empresario Jorge Maulmer y el ventrílocuo Paco Miller, quienes lo llevaron de gira junto a Mercedes Barva y Marcelo Chávez, su carnal Marcelo.

Ya había cambiado su nombre artístico de Topillo Tapas a Tin Tan. La autoría de ese mote la reivindicó Miller, inspirado en un cómico suramericano llamado El Niño del Tin Tan, que al final de su acto golpeaba vasos con agua que producían ese sonido.

A Germán no le gustó el nombrete (“me van a decir hijo de su campana madre”), pero ya era Tin Tan cuando debutó en la ciudad de México, el 1.° de noviembre de 1943.

Las vueltas de la vida lo dejaron en el mismo lugar: Germán Valdés regresó donde nació hace 100 años, un 19 de setiembre de 1915.

“El cómico que no se parece a nadie” llegó a ser el actor más taquillero en los años 50, por encima del mismo Cantinflas y de María Félix, la Doña.

Todo en uno. Talentoso, improvisador, irreverente y espontáneo; comediante, bailarín, cantante y exitoso actor de doblaje: es figura indispensable del cine mexicano.

René Cardona lo llevó al cine: con un pequeño papel en Hotel de Verano (1943). En total, rodó 106 películas; la mayoría, hilarantes parodias y con crítica social.

Citemos El niño perdido (1947), El rey del barrio,Simbad, el mareado, La marca del zorrillo (las tres de 1950), El bello durmiente (1952), El vizconde de Montecristo (1954), Rebelde sin casa (1960).

En sus cinco filmes con Humberto Gómez Landero, llevó a la pantalla grande un personaje inspirado en sus vivencias en la frontera: el pachuco.

La primera vez que apareció fue en El hijo desobediente (1945), casi una autobiografía acerca de un joven mexicanoestadounidense que regresa al Distrito Federal a ganarse la vida de manera astuta y picaresca.

En los años 20, pero sobre todo en los 40 y parte de los 50, se conoció como pachucos a jóvenes estadounidenses de origen mexicano y de clase obrera, que mezclaban el español con el inglés.

“¿Y el jale que conseguiste de guachador? ¿Qué, todavía te forguetean tus relativos”, dice el cómico en una de sus películas. (¿Y el trabajo que conseguiste de velador? ¿Qué, todavía te olvidan tus parientes”).

Estereotipados como pillos (en Costa Rica mantiene el sentido peyorativo), utiliza el atuendo de los pachucos, el zoot suit : bigotito recortado a lo Clark Gable, pantalón holgado (ceñido en cintura y tobillos), camisa de cuello grande, corbata mal ajustada, gabardina, sombrero con una pluma y zapatos bicolor.

“Lo llamaron pocho, vulgar, agringado, greñudo, incoherente, era un marihuano peligroso”, apunta en Proceso el historiador mexicano Jorge Rivero, autor de la tesis doctoral, Wachando a Tin Tan. Cantinflas le lanza su “chinita” en El señor fotógrafo: “Para pachucos no hay servisio (sic), porque me caen gordos”.

Tin Tan abandonaría al pachuco para ser pícaro de barrio, músico, heladero, aprendiz de sastre, ladronzuelo y vago.

Generoso. Para dos de sus ocho hermanos, fue un padrino en el mundo del espectáculo: Manuel Loco Valdés (todavía vivo) y Ramón Valdés, el don Ramón de El chavo del Ocho.

Ganó una fortuna que le permitió comprar yates, Cadillacs del año, diamantes y repartir dinero entre sus allegados (y al que le pidiera). Perdió lo que ganó.

Su estrella declinó en los 60; mas le alcanzó para participar en dos doblajes para Disney (El libro de la selva yLos Aristogatos), y para recibir una llamada de la oficina de Los Beatles para tomar parte en la portada de Sargento Pimienta (no aceptó). Urgido por las deudas, sí participó en los 70 en verdaderos “churros”.

Había engordado muchísimo por una hepatitis que degeneró en cáncer estomacal, que lo llevó a la muerte junto con un coma hepático, el 29 de junio de 1973.

El galán de los ojos verdes que nunca se pareció a nadie fue músico, poeta y loco; no fue ni muy, muy, ni tan, tan; simplemente fue... Tin Tan.

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