Mel Gibson sale al fin del purgatorio de Hollywood y va por un nuevo Óscar

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Hace 10 años, Mel Gibson cargaba la marca de la peste. En Hollywood se le consideraba una paria, alguien con quien era mejor no relacionarse, al punto de que la agencia que lo representaba lo expulsó de su clientela. Racista, sexista, ebrio y violento, nadie quería tener algo que ver con aquel impresentable.

Gibson purgó su condena de 10 años en la sombra. Atrás parecían haber quedado sus días como uno de los hombres más atractivos de la pantalla, de estrella de cine, de director aclamado. Los insultos antisemitas a un policía que lo detuvo el 28 de julio del 2006 por manejar ebrio fueron solo el comienzo de la caída en picada para quien había sido uno de los consentidos de la industria del entretenimiento. El nombre Mel Gibson desapareció, o más bien se desintegró, de las marquesinas. Y pocos lo lloraron.

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Barbudo, de apariencia descuidada, Mel Gibson dejó de ser el galán de ojos azules que no mucho atrás se emparejaba en pantalla con Julia Roberts o Hellen Hunt. Tampoco era el hombre de acción, macho alfa ingenioso de las sagas Mad Max o Arma mortal.

Su cuerpo de trabajo desde el 2006 a la fecha fue bastante deslucido, si tomamos en cuenta que se trata del mismo hombre que no mucho tiempo atras recaudaba fácil millones de dólares al frente de éxitos de taquilla como El patriota o Lo que las mujeres quieren.

Desde que sus problemas de imagen se desataron en aquel año, Gibson dejó de dirigir y solo actuó en filmes poco recordados e indignos de su anterior talla de estrella, como los hoy ya olvidados Edge of Darkness, Beaver, Get the Gringo, o Machete Kills. De esos años en el destierro, quizá la mayor exposición la recibió cuando aceptó ser parte de la tercera parte de la saga de Los Indestructibles, al lado de otros pensionados del cine de balazos y explosiones.

Viéndolo darse de golpes con Sylvester Stallone, creímos que aquel derrotero de nostalgia ochentera sería la única opción para Mel. Pero el sargento Marty Riggs aún guardaba un disparo en el revólver.

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¡Resucitó!

El 24 de enero del 2017 los colegas oficializaron el fin del castigo para Gibson, con una sorpresiva postulación al Oscar como mejor director para su otrora niño estrella. A la vista de escándalos recientes de matices más criminales que el suyo (Bill Cosby y Charlie Sheen, por mencionar dos joyas), las ofensas cometidas por Gibson una década atrás ya no pesan tanto. O se disimulan mejor.

De 60 años, Gibson vuelve por segunda vez a aspirar al máximo reconocimiento que puede recibir un cineasta, y con apenas cinco largometrajes dirigidos. La Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas anunció este martes que Mel es uno de los cinco nominados al director del año, gracias a su trabajo en el drama bélico HaCksaw Ridge, filme que en total recibió seis candidaturas al Óscar, incluía la de Mejor Película. Nada mal para la primera película dirigida por Gibson en una década.

Así como el castigo a Gibson fue tácito, así también lo fue su perdón. Hoy nadie teme sentarse en la misma mesa que Mel y no se menciona en voz alta el penoso episodio de cuando por la Internet corrieron audios de una grabación suya amenazando a su exnovia y madre de su hijo y en la que usó epítetos racistas. Gibson tiene rato de no ser carne de cañón para TMZ y, según sus allegados, ya sacó al alcohol de la ecuación.

Desde luego que su regreso a la gracia es tomado con cautela. Gibson tiene un largo historial de problemas no derivados de la bebida, sino de sus preferencias y opiniones. Católico y conservador, su filme del 2004 La pasión de Cristo desató huracanes y le heredó una pésima relación con la comunidad judía (amasando en el camino una millonada como uno de los filmes para adultos más taquilleros de todos los tiempos).

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Pero por ahora, Mel no da señales de querer pelear. En las entrevistas que ha ofrecido en promoción de Hacksaw Ridge se ha mostrado enfocado y cauto, sin distraerse del filme que lo tiene de nuevo en la mira. La película ha sido aplaudida por la crítica y disfrutada por la audiencia, que ya la convirtió en un éxito de taquilla.

El filme cuenta la historia real de Desmond Doss, un pacifista médico de combate que se negó a cargar armas durante la Segunda Guerra Mundial. Muchos medios incluyeron a Hawksaw Ridge en sus listas de lo mejor del 2016 y han señalado el sello de Gibson, quien ya se había consolidado como realizador en Corazón valiente, su obra maestra de 1995 que le valió el Oscar al Mejor Director en su primera nominación.

De cara a la venidera entrega de estatuillas de la Academia, las opciones de un nuevo gane para Mel parecen pocas, tomando en cuenta que comparte categoría con el gran favorito, Damien Chazelle, director de la arrolladora La La Land. Sin embargo, para Mel Gibson el triunfo en esta ocasión vale más que su segundo hombrecillo dorado: Hollywood abrió la puerta del calabozo y dio libertad, bajo palabra, a uno de sus ofensores más famosos. Muchos ídolos caídos, de menor estatura, lo consideran un dichoso.

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