Crítica de cine: ‘Papillon: La gran fuga’

Vuelve la historia de Henri Charrièrre al cine, aunque extrañamos el arte histriónico de Steve McQueen

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

El cine es parasitario para recoger historias e insaciable para repetirlas. En 1969 se publicó un libro que habría de ser éxito editorial: la autobiografía de Henri Charrièrre, mejor conocido como Papillon, convicto francés que se dio a conocer por sus fugas, exitosas o no, de las peores cárceles.

En 1973, le tocó al director Franklin J. Schaffner ser el responsable de la versión en cine titulada Papillon, con las actuaciones de Steve McQueen como Henri Charrièrre y de Dustin Hoffman como su gran amigo: Louis Dega.

Papillon fue éxito de taquilla, aunque no tanto de crítica. Sin embargo, dicha película ha venido revalorándose con el tiempo. Por las razones que sean, ahora llega una nueva película que, con su desarrollo narrativo, no se diferencia mucho de la primera ni tampoco del libro.

¿Se trata de un refrito? No exactamente, porque el guionista Aaron Guzikowski se ha basado en el libro de Henri Charrière, nos dicen, pero uno siente aires de la película de Franklin J. Schaffner, como si de un refrito se tratara. La versión de hoy se estrenó en el 2017 y la dirige el danés Michael Noer.

En Costa Rica se exhibe con el título de Papillon: La gran fuga. Lo que a primera vista convence es el trazo visual de la película, con estupenda fotografía de Hagen Bogdanski. Es en lo visual donde encontramos la rudeza y la brutalidad humanas, tan detestables y, precisamente, así sentidas por el filme.

Con sus imágenes es que Papillon: La gran fuga va más allá para no repetirse como simple refrito y para no caer en la ausencia total de valores, ideas o conceptos. Digo esto porque, la verdad, los diálogos sí pecan de simples y la estructura narrativa nada sería sin la coherencia visual del filme.

El diseño de los personajes está mejor planteado que las circunstancias en que ellos se mueven; sin embargo, la actuación de Charlie Hunnam (como Henri Charrièrre) la siente uno bastante superficial y ausente de aquellos detalles que le den fuerza al personaje y a los pasajes más duros de su historia carcelaria.

Es distinto con el personaje de Louis Dega. Esto se debe a la buena actuación, plena de matices y muy sentida de Rami Malek. Gracias al trabajo de Malek es que nos convencemos del valor de la amistad, aun en las condiciones más inhumanas vividas en distintas cárceles y en campos de trabajo forzado.

Con todo, es posible que el mejor momento de la película esté hacia su final (no puedo entrar en detalles), cuando los personajes, luego de tanta degradación, encuentran su hálito de esperanza, como si fuera el fondo de la caja mítica de Pandora, de la que nos habla Hesíodo en su obra Los trabajos y los días.

Es evidente que el director Michael Noer ha evitado –al máximo– las denotaciones y las connotaciones líricas (expresión de sentimientos íntimos), ¡y hacen falta!; aun así, uno puede calificar como buena esta película si la mira sin comparaciones de ningún tipo: ni con el libro de 1969 ni con el filme de 1973.

Ficha técnica

País y año: EE.UU., 2017.

Género: Drama.

Dirección: Michael Noer.

Duración: 113 minutos.

Cines: CCM, Cinépolis, Cinemark, Nova.

Calificación: Tres estrellas de cinco posibles.