Crítica de cine de ‘Green Book’: una amistad sin fronteras

Un relato sincero sobre el valor de la amistad más allá de las diferencias.

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La carrera del director estadounidense Peter Farrely, nacido en 1956, ha caminado en yunta con la de su hermano Bobby, nacido este en 1958. Dos años de diferencia entre ambos y once películas juntos.

La que hoy llega al país con el título de Green Book: Una amistad sin fronteras, dirigida solo por Peter, mantiene el estilo que gustaba a ambos: el de hacer lo que se le llama “cine de carretera” (la trama se centra en un viaje por algún camino). Esta vez, sin embargo, no hay abuso del frecuente humor escatológico.

La presencia de causas traumáticas en las conductas de los personajes sí está vigente en Green Book: Una amistad sin fronteras. Incluso, en este caso, el filme se basa en hechos reales: es una película casi del todo biográfica cuyos datos continúan más allá del propio final que vemos en pantalla.

El relato sucede en los años 60, en Estados Unidos. Es la historia de una amistad sincera; más que eso: es de una amistad en proceso y del ejercicio mismo de ella una vez que esta se ha consolidado.

Tony Lip (buenísima actuación de Viggo Mortensen) es un malhablado italoamericano, bastante brusco por cierto y de pocas consideraciones sociales con su conducta, quien, al fin, consigue trabajo como chofer del doctor Don Shirley (actuación al detalle de Mahershala Alí).

El señor doctor, quien es pianista y no médico, de conducta más que refinada y afroamericano, debe cumplir una gira de conciertos desde Manhattan hasta los conservadores estados del Sur. Por eso necesita de Lip.

Pronto es fácil intuir que esta película pretende repetir el fenómeno de la novela cervantina Don Quijote, que parte desde un lugar de La Mancha: Quijote y Sancho, así son Don Shirley y Lip.

Los acontecimientos que ambos han de vivir son muchos y muy variados, siempre contra molinos de vientos, de esos que conjugan dañinas relaciones de poder racial (la supremacía blanca), por lo que Lip debe ser protector del pianista mientras se guían por un tal “Libro Verde”, que garantiza la seguridad de los ciudadanos negros ante los blancos agresores.

Las diferencias de la pareja se van limando poco a poco, en un proceso como el señalado por el español Miguel de Unamuno: aquel que habla de la sanchificación de don Quijote y la quijotización de Sancho. Ni más ni menos (mis respetos para el gran Unamuno).

Green Book: Una amistad sin fronteras es cine lleno de vida, con sus conceptos y con sus imágenes (sobre todo cuando estas reflejan al ser humano frente a la adversidad: aquí se vive la creatividad visual). Green Book: Una amistad sin fronteras muestra que un filme es algo más que aquellas partes que uno ve, aunque, por momentos, el relato tiende a perder su matriz narrativa.

Su historia está contada con humanismo a bordo, sin preocuparse por los derroches tecnológicos, porque la cámara está más preocupada por cumplir con lo que podemos llamar una función poética. No se la pierdan.

Ficha técnica

Título original: Green Book.

Estados Unidos, 2018.

Género: Comedia /Drama.

Dirección: Peter Farrely.

Elenco: Viggo Mortensen, Mahershala Alí.

Duración: 130 minutos.

Plataforma: Nova, Cinépolis, Cinemark, San Pedro, Magaly.

Calificación: Cuatro estrellas ( * * * *) de cinco posibles.