Crítica de cine de ’El primer hombre en la Luna’: La Luna va por dentro

Un filme bien logrado nos recuerda la carrera espacial dentro de la Guerra Fría.

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Con fuerte presencia de la música, del jazz exactamente, el filme Whiplash (2014), nos presentó a un director llamado Damien Chazelle capaz de narrar un drama con rigor, sinceridad y cierta devoción.

Luego vino su segunda película, un “pseudomusical” titulado La La Land, donde Chazelle nunca logra alguna actitud que honre y justifique el debido procedimiento de un buen musical: no se trata de cantar por cantar. Esos son los antecedentes.

Ahora está aquí la tercera película de dicho director. Se trata de El primer hombre en la Luna (2018), filme que tiene la gran virtud de inyectar suspenso o tensión con una historia ya conocida por un público medianamente informado (no necesariamente culto).

Lo que tenemos es el relato en primera persona de la vida del astronauta Neil Armstrong (1930-2012), desde sus comienzos como ingeniero y piloto hasta convertirse en el primer hombre que pisó la Luna, con el programa espacial de Estados Unidos entre 1961 y 1969.

Fue el famoso e histórico viaje a la Luna del Apolo 11, aunque –como se sabe– muchas personas “complotistas” piensan que dicho viaje nunca se realizó y que fue un montaje de la Nasa en momentos que competía con la Unión Soviética por el dominio espacial.

Digamos que tal es la “leyenda negra” sobre el asunto; sin embargo, El primer hombre en la Luna no hace referencia a esa intriga subversiva. No es su asunto.

El filme, más bien, se permite hacer un viaje por la interioridad anímica de Neil Armstrong y sus compañeros astronautas: sus temores, ansias y otras distintas emociones que les generaba el viaje espacial. Esta interiorización se muestra más allá de las salas de la Nasa y llega a los rincones familiares, sobre todo a los de Armstrong.

El asunto de los soviéticos con su plan espacial queda en diálogos de los burócratas del proyecto estadounidense. Para los astronautas, el viaje a la Luna es algo que va por dentro de sus rasgos como personas. Más que un viaje intrépido a la Luna, tenemos el retrato de cómo la Luna “viaja” dentro de los personajes involucrados, con Neil Armstrong de eje narrativo.

Cuando la película muestra el aspecto físico del viaje y sus preparaciones, se alarga sin necesidad, con exagerado movimiento visual dentro de las naves espaciales: la película se olvida de la importancia de la elipsis narrativa y más bien cansa.

Estoy convencido de que Ryan Gosling no es el actor indicado para este personaje, actor más preocupado por poner cara bonita que por darle vitalidad a su personaje huraño. Claire Foy, como su esposa, “se lo come” cuando están juntos en secuencias dramáticas. Hay actores secundarios que lo hacen mejor que Gosling (por ejemplo, Kyle Chandler).

El cuidado con la cinematografía sí es alabar y, sobre todo, el papel excelente de la música de Justin Hurwitz. Les sugiero no salir pronto de la sala y oír la banda sonora durante los créditos finales.

El primer hombre en la Luna es cine que les confío, a sabiendas de que no es la película extraordinaria que otro mejor director hubiese logrado.

Ficha técnica

Título original: First Man

Estados Unidos, 2018

Género: Biográfico

Director: Damien Chazelle

Elenco: Ryan Gosling, Claire Foy

Duración: 141 minutos

Cines: Nova, CCM, Cinépolis, Cinemark, Magaly, La Salita

Calificación: Tres estrellas