Cannes: 70 años de buen cine, glamur y escándalos

En un ambiente festivo y con un toque de nostalgia, el afamado y prestigioso certamen fílmico comienza hoy en la costa francesa. Su historia repleta de excentricidades, glorias cinematográficas y decenas de controversias lo convierten en un certamen de película.

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Las declaraciones de Lars von Trier en supuesto favor de los nazis y Adolfo Hitler; las protestas estudiantiles de 1968 que obligaron a terminar el festival antes de lo programado, y los destapes de Sacha Baron Cohen, que se paseó con un escandaloso biquini para hombre, son partes de las mil y una anécdotas que rodean Cannes, el festival de cine más vistoso y mediático del mundo.

“Los escándalos y controversias forman parte de la historia de Cannes. Al principio hubo escándalos políticos, de carácter social. Hoy de eso hay menos. Pero son parte, de eso no hay duda”, expresó convencido y sonriendo Thierry Frémaux, delegado general del festival.

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Este miércoles, cuando el jurado presidido por Pedro Almodóvar comience a visionar las películas en competencia y su alfombra roja empiece a destilar luminarias en un glamur constante y sonante, se habrán cumplido 70 años de un certamen deliciosamente abierto a las voces políticas, sociales y beligerantes de todo el orbe.

Se trata de una especie de megáfono mundial, por el que han pasado las celebridades más importantes de la historia del sétimo arte, se han exhibido y premiado títulos icónicos y actualmente es el punto por excelencia de encuentro de la industria y el mercado fílmico.

Todo lo bueno y lo malo de un planeta en crisis pasa por Cannes, lo que sin duda ha contribuido a instaurar su hermosa leyenda. Pero, ¿cómo y en qué contexto nació este monstruo de la cinematografía?

La primera edición de Cannes fue fugaz: Jean Zay, entonces ministro de Educación Pública y Bellas Artes de Francia, dio vía libre al certamen después de una larga negociación con una comisión de artistas locales. El grupo solicitó el apoyo de su gobierno para realizar una competencia ecuánime y alejada de los sesgos políticos de la época.

Los franceses querían un espacio que pudiera competir con el Festival de Cine de Venecia – La Mostra – el más antiguo del mundo, que nació en 1932 y que en la época era el más importante de todo el orbe.

Así, Cannes vio la luz en septiembre de 1939. No obstante, la fiesta solo duró un día, pues al día siguiente de la apertura estalló la Segunda Guerra Mundial. Fue hasta el 20 de septiembre de 1946, cuando el conflicto bélico había cesado, que se inauguró en forma el majestuoso encuentro cinematográfico.

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Tras dos años sin realizarse (1948 y 1950), el festival se trasladó a mayo y, casi en coincidencia con la primavera de la Costa Azul francesa, adquirió la atención mediática gracias al brillo de los famosos que empezaron a colmar las escalinatas del afamado Palais des Festivals en el paseo de La Croisette: Kirk Douglas, Sophia Loren, Grace Kelly, Brigitte Bardot, Cary Grant, Romy Schneider, Alain Delon, Simone Signoret y Gina Lollobrigida, solo por mencionar algunos.

En un principio pasearse por la playa, exhibir sus deseados cuerpos y tomarse fotos en la arena, era un plan supercool para las estrellas. Por esa vana razón se conglomeraban ahí, hasta que el tiempo y las buenas películas que comenzaron a llegar imprimieron un toque de mayor calidad a la cita.

El glamur festivalero nunca se extinguió, más poco a poco el certamen tomó la importancia que actualmente reviste.

“En la medida que comienzan a llegar películas de alto nivel y de distintos sabores, ya la playa pierde su centralidad y comienza a darse lo que hace que un festival tenga sentido: el intercambio cultural y artístico”, explicó María Lourdes Cortés, historiadora de cine.

“Cannes, eso sí, sigue y seguirá jugando con los dos mercados: con el glamur y la calidad de los filmes. Puede que el festival sea presidido por Steven Spielberg, pero las películas que se premian no son comerciales, son filmes novedosos y de alto riesgo”, agregó.

Expansión. Ya en la década de 1970, el Festival de cine de Cannes fue adquiriendo dimensiones que se salían del esquema en el que fue concebido. La organización decidió ampliar el lugar que lo albergaba e inició la construcción del Palais des Festivals, donde actualmente se lleva a cabo el evento.

Al expandirse, además, debió cambiar su filosofía inicial. Ya no iba a ser, por estrategia y democracia, un festival exclusivo para exaltar la cinematografía europea y de autor.

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Las obras de realizadores de culto como Ingmar Bergman, Jean-Luc Godard, Michelangelo Antonioni, Alain Resnais, Jean Cocteau o Federico Fellini empezaron a alternarse en la programación con títulos de mayor impacto publicitario y mediático, como los producidos por Francis Ford Coppola, Martin Scorsese, George Lucas y Steven Spielberg.

Tanto fue así que, en los decenios recientes, las críticas se incrementaron cuando en las galas de apertura o clausura se incluyeron títulos puramente comerciales como Shrek , Kung Fu Panda o Terminator.

“Esas películas mueven mucho dinero y los estudios hacen lobby fuerte para tener sus estrenos en semejante vitrina mediática. Sin embargo, se mantienen al margen de la competencia oficial. Son parte de la fiesta, no los invitados especiales”, comentó el crítico colombiano Juan Carlos González.

El comentario de González lo secunda el también crítico Mauricio Laurens, quien por varios años estuvo en Cannes en calidad de reportero: “A Cannes le he dado seguimiento en los últimos 40 años. Por eso puedo afirmar (a pesar de los cambios) que sus calidades y criterios de selección no han decaído”.

Con el tiempo, cineastas de otros continentes conquistaron espacios en las secciones principales de Cannes. Por ejemplo, Chen Kaige, de China ( Adiós a mi concubina ); el iraní Abbas Kiarostami ( El sabor de las cerezas ), y el canadiense de origen armenio Atom Egoyan ( The Sweet Hereafter ) fueron ganadores de la preciada Palma.

Lo mejor fue que esa colonización también incluyó a Latinoamérica. Por ejemplo, el cortometraje colombiano Leidi ganó la Palma de Oro en el 2014 y en innumerables ocasiones piezas de la región ha obtenido galardones en competiciones paralelas u oficiales del certamen.

“Por un lado, estamos muy lejos del festival original, por su envergadura, su formato. Pero en el fondo estamos exactamente en el mismo lugar, es decir, 12 días para celebrar el sétimo arte. En los años de 1950 hubo un nuevo Palacio de Festivales, otro a principios de los años 80 y el Festival se amplió, se desarrolló. Pero el tema de conversación principal de Cannes, seas quien seas, es el cine”, agregó Frémaux, muy seguro de la vigencia de la famosa cita.

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Oportunidades. Otro factor que hace muy atractivo a Cannes son las ventanas que se abren para dar cabida todos los vértices de la cinematografía mundial.

El festival cuenta con las competencias oficiales que se disputan la Palma de Oro, galardón que empezó a entregarse en 1955. Por ese trofeo, que este año lucirá incrustes de diamantes, los largometrajes se enfrentan por el Gran Premio, el Premio del Jurado y los galardones de mejores actor, actriz, guion y dirección; además está la Palma al cortometraje.

También están los apartados Cinéfondation –donde competirá la obra tica de Valentina Maurel Paul está aquí –, Una Cierta Mirada y la conocida Cámara de Oro, por la que compiten los realizadores con ópera prima de todas las secciones.

En paralelo están la Semana de la Crítica, donde compite el corto tico Selva , de Sofía Quirós, y la Quincena de Realizadores, en la que el tico Neto Villalobos presenta un filme codirigido en tierras árabes: El gran Líbano.

Por último se suma el Short Film Corner, el Marché du Film (mercado) y el Producers Network.

“El festival es enorme y todos quieren estar ahí. Es competir con los grandes entre los grandes. Las cintas se premian y se exhiben en secciones paralelas oficiales y se les da relevancia. Es de lo mejor y una experiencia incomparable”, destacó María Lourdes Cortés.

El Festival de Cannes, edición 2017, 19 películas buscan conseguir el reconocimiento más importante del evento, que en su edición 2016 tuvo a I, Daniel Blake , de Ken Loach, como ganador. Ya veremos cuál filme conquista la Palma de Oro este año y si tendremos otro episodio digno de recordar en futuros aniversarios.