El P8 de Huawei es un teléfono de lujo pero sin rasgos distintivos

Aparato de fabricante chino vale ¢350.000 y estará disponible en tiendas

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Hay quienes desconfían de la calidad de los productos de marcas chinas y, si son teléfonos, quizá más. Así, el nuevo smartphone de alta gama de Huawei podría ser objeto de dudas.

Desde hoy, tiendas locales de aparatos electrónicos empezarán a venderlo a un precio de ¢350.000, y no faltará quien se pregunte si el P8 los vale.

Habrá quien desconfíe de sus acabados. Error. Al P8 le sobran estilo, solidez y elegancia, además de que pesa lo justo.

Otros dudarán de su desempeño, pero no hay necesidad de hacerlo: tiene un procesador Kirin de ocho núcleos y tres gigabytes (GB) de memoria RAM.

Durante varios días de uso regular, este diario comprobó que nunca se trabó y los programas se ejecutaban con fluidez.

O quizá haya inquietud por la nitidez de su pantalla de 5,2 pulgadas, otro miedo sin bases. La pantalla es de alta resolución y da gusto contemplar videos y fotos, por la vivacidad y claridad con que reproduce el color.

Tampoco la cámara trasera de 13 megapíxeles (MP), ni la delantera de 8 MP, ni sus parlantes, decepcionarán a sus dueños.

El P8 incluso trae dos ranuras para tarjetas SIM y una de las aberturas puede leer tarjetas de memoria microSD para ampliar el espacio de almacenamiento del aparato.

Lo que sí podría defraudar es que el P8 traído a Costa Rica solo tenga 16 GB de espacio para almacenar. De ellas, siete son para software preinstalado. Otros modelos de teléfonos de alta gama arrancan en 32 GB.

Sin embargo, esto se podría perdonar al ser menos caro que sus rivales en el segmento de teléfonos premium y, por la ranura para expandir el espacio.

Los problemas del P8 deben atribuirse a Huawei y su generalidad, pues el teléfono sí da lo que un usuario razonablemente desea, pero, aun así, se siente como si le faltara cocción o énfasis en un gran atributo.

La paradoja reside en que Huawei logró diluir varios aciertos del P8 en un mar de funciones de alcance cuestionable y, además, le aplicó a la experiencia del usuario una capa de software propia llamada EMUI (del inglés Emotion User Interface ), que podría desalentar a algunos.

Cambios a la interfaz. Si bien el P8 viene con el sistema operativo Android 5.0, EMUI modifica (con holgura) la interfaz de usuario.

Como lo hacen otras marcas, Huawei aplicó sus propios colores, íconos y otros detalles de diseño, al punto de deshacerse de la cuadrícula de aplicaciones clásica de los teléfonos Android.

En su lugar, las aplicaciones se sitúan en una sucesión de pantallas de inicio, con lo cual la sensación de uso semeja más la navegación clásica en un iPhone.

El software de la cámara trae diversidad de filtros, modos panorámicos y trucos especiales.

Uno captura el paso de estrellas sobre el firmamento; otro, las luces de los carros al pasar, e incluso, usted puede conectar su P8 vía Wi-Fi a otros tres teléfonos para grabar video desde varias puntos de vista y luego juntar todo en una edición final.

Es entonces cuando uno se topa la función “Belleza”, que por sí sola es digna de un ensayo sobre patrones culturales y sociológicos y el golfo que separa lo bello y lo monstruoso en la vida real.

Al activarlo, usted primero se toma fotografías faciales desde varios ángulos. Luego aparecen controles donde se ajusta el tono de su piel, tamaño de sus ojos, ancho del mentón y así por el estilo.

Así, cuando se tome un selfi, el P8 aplicará en él los ajustes de embellecimiento previos con resultados que perturban.

El P8 tiene también funciones de espejo, lupa, radio y la posibilidad de golpear con los nudillos la pantalla para activar acciones.

En conclusión, quien desee una experiencia Android pura o un aparato más avanzado tecnológicamente, preferirá un Moto X de Motorola, o un HTC One, o incluso el Galaxy 6 de Samsung.

Pero, sin duda, Huawei tiene en el P8 su mejor teléfono a la fecha y va en la dirección correcta al ofrecer una cámara, acabados y desempeño decente.

Eso sí, sus adversarios en este nicho de mercado todavía pueden respirar con tranquilidad.