La lucha contra el cambio climático llevó a dos ticas hasta la Antártida

Costa Rica ha tenido representación en dos de las tres expediciones de científicas que ha organizado el programa australiano Homeward Bound

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La oceanógrafa costarricense Melania Guerra se enteró en el 2016 de un programa australiano llamado Homeward Bound que por primera vez iba a realizar una exploración a la Antártida con un grupo de científicas interesadas en el cambio climático.

“En ese momento me pareció muy interesante y atractivo, pero también pensé que no tenía los medios para financiar mi participación, entonces no mandé mi solicitud”, contó a La Nación el pasado 30 de diciembre desde Argentina, antes de comenzar su aventura.

“Luego conocí a Mónica Araya, la tica que fue en el primer grupo de esa expedición (en el 2016). Viví un poco su preparación y de regreso, por supuesto toda la misión y el entusiasmo que contagió. Se emocionó por llevar a más ticas a vivir esa experiencia”, añadió.

Inspiración en el fin del mundo

Guerra forma parte de un grupo de 80 mujeres de 35 países que desde el pasado 31 de diciembre y hasta el próximo 19 de enero recorrerán en barco la Antártida, con el fin de visibilizar el liderazgo femenino en la toma de decisiones en asuntos de interés global.

“Se hace un proceso de coaching, desde un año antes (a zarpar a la Antártida). Nos asignan un coach (entrenador) y ese profesional trabaja con nosotras las fortalezas y el desarrollo de la sensibilidad y el conocimiento de quiénes somos como personas”, relató.

De acuerdo con la tica, la experiencia de introspección les permite darse cuenta de por qué están en la lucha contra el cambio y sentirse energizadas.

“El hecho de estar en Antártida nos pone vulnerables, nos estamos probando físicamente, al estar incómodas, en un barco, mareadas, con frío; estaremos lejos de lo que conocemos, lo que hace que bajemos las defensas y estemos más dispuesta y más abiertas a recibir las nuevas capacidades que se nos van a presentar”, explicó.

La Antártida no es solo el escenario, sino también, un importante actor en este proceso de formación, ya que es “un lugar que representa resiliencia y disrupción; la Antártida estaba prohibida para la exploración de las mujeres, eran equipos de hombres los que fueron los grandes exploradores , los que llegaron al polo por primera vez”.

Para Guerra "es muy simbólico que vengamos un equipo de mujeres a demostrar que tenemos la fuerza y resiliencia necesaria para trabajar en estos ambientes extremos, pero también los campos en los que queremos acceder, como es la toma de decisiones que nos afectan a todos a nivel global”.

Esta no es la primera experiencia de la oceanógrafa en un ambiente polar, la experta ya ha visitado el Ártico para hacer investigaciones científicas, pero reconoce que en su carrera le ha costado visibilizar su trabajo.

“¿Cómo hablarle a la gente de algo que parece tan lejano? Eso es lo que he tratado de hacer con la página de Facebook o Instagram para que no sea solo yo la que va, que no se quede conmigo la experiencia, que cada uno de los ticos sienta la emoción del lugar y el compromiso que una adquiere al ver un ambiente tan frágil y tan diferente", manifestó.

La primera experiencia

Costa Rica es pequeño, pero hemos tenido buen karma, primero hubo una tica y ahora en el tercer viaje, Melania, y en el grupo de instructores está otra costarricense de prestigio, Christiana Figueres", dice con orgullo Mónica Araya, quien participó en la primera de las tres ediciones del programa.

Para la economista, la idea de visibilizar a las científicas y su trabajo, tiene como meta impulsar la causa del medio ambiente, de la ciencia y motivar a las niñas a que escojan estudiar algunas de las distintas áreas que ofrece este campo de conocimiento.

“No es una visibilidad de espectáculo, tipo las Kardashian, sino es más una visibilidad con propósito, porque el punto esencial que a mí me quedó grabado como un tatuaje, es que el desequilibrio que hay a nivel de la ciencia, de los puestos, de las toma de decisiones, que afectan el planeta, ese desbalance existe en todo el mundo”, expresó.

“Yo estuve en un barco con casi 80 mujeres, todas de países desarrollados (Australia, Estados Unidos, Reino Unido, Nueva Zelanda y Canadá), y tenían el mismo patrón, o sea que no es una cosa de nuestros países en desarrollo, es como una cosa estructural”, añadió.

Cuando Araya llegó a la Antártida en el 2016, la experiencia la dejó sin palabras: “Es como estar de vuelta a lo básico, porque no hay transacciones, no hay tarjetas de crédito, sin tiendas, ni Internet”.

El viaje también la hizo estar aún más convencida de su lucha contras los combustibles fósiles, debido al impacto dañino que tienen sobre el medio ambiente.

“Yo me prometí que a mí no se me iba a olvidar ese sentimiento de paz y responsabilidad (...) por que vos decís: ‘Dios mío, esto se va a ir derritiendo’ (debido al cambio climático)”, señaló.

Araya espera que cada año Costa Rica siga contando con una representante y que en un plazo de cinco años, pueda existir un encuentro en nuestro país, con muchas de las mujeres que han disfrutado de la experiencia.