Costa Rica falla en patentar sus buenas ideas y apropiarse de conocimiento tecnológico

Pocos nacionales reclaman la propiedad intelectual de sus invenciones

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Costa Rica, el gran exportador de bienes de alta tecnología, no ha logrado apropiarse del conocimiento vinculado a ese sector, para aplicarlo a su producción local.

El país es líder en Latinoamérica en la generación de patentes, pero casi todas las que se presentan y se otorgan corresponden a extranjeros.

Las patentes adjudicadas a ticos son una de las cifras más bajas en Latinoamérica, en un país en donde se suponía que los encadenamientos productivos ligados a actividades más sofisticadas ayudarían a aumentar la productividad, gracias a la absorción y adaptación de nuevas tecnologías por parte de empresas locales.

Tal cosa jamás ocurrió.

Estos son los principales hallazgos del primer informe Estado de la Ciencia, la Tecnología y la Innovación del Programa Estado de la Nación del Consejo Nacional de Rectores (Conare) , el cual plantea que, aunque hace años Costa Rica es imán de inversiones en alta tecnología, se las arregló para desaprovechar tal ventaja: la cercanía al conocimiento.

Del 2001 al 2013, la cifra de solicitudes de patentes en Costa Rica creció de 214 a 605; sin embargo, el aporte real de los ticos fue mínimo y desmejoró con los años, pues pasó de representar 8,9% del total en el 2001 al 3,5% en el 2013.

Las diferencias entre las patentes solicitadas por nacionales y extranjeros –refiere el análisis–, es un indicador de los niveles de desarrollo industrial de las naciones.

Al revisar las patentes otorgadas del 2005 al 2013, estas pasaron de 12 a 106, pero la mayoría se concedió a extranjeros. Las costarricenses no pasaron de dos por año.

De acuerdo con la Encuesta Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación a Empresas 2014, del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Telecomunicaciones, solo el 2,5% de las empresas consultadas obtuvo patentes, ya sea dentro o fuera de Costa Rica.

El documento recuerda la posición “muy favorable” de Costa Rica desde la instalación de Intel en 1996, pues esa empresa hizo que las exportaciones tuvieran más valor agregado, componente tecnológico y que otras firmas la siguieran.

Sin embargo, el conocimiento de esas empresas y la productividad en Costa Rica siempre benefició al inversor extranjero.

“Hay desconexión entre la parte más vibrante de la economía y el gran tejido productivo nacional. Es grandioso tener a todas esas empresas de alta tecnología y patentando su ingenio, pero aquella idea de que ese conocimiento se iba a derramar al resto del país, resultó una presunción falsa”, afirmó Jorge Vargas Cullell, director del Programa y uno de los autores del texto.

Causas. Dos razones indican porqué inversiones extranjeras vinculadas a productos de alto valor tecnológico, nunca transfirieron ese saber a más áreas de la producción nacional.

En primer lugar, las exportaciones de manufactura de media y alta tecnología en sectores de electrónica y dispositivos médicos, no son intensivas en investigación, diseño y desarrollo. Son intensivas en escala y procesos de ensamble y montaje.

En segundo lugar, la mayoría de empresas externas ligadas a la exportación de este tipo de bienes, tiene su propia red global de proveedores. Así, utilizan en mayor proporción insumos importados y esto limitó la formación de encadenamientos productivos con proveedores locales.

“Hay necesidad de un esfuerzo nacional en múltiples frentes. En un país como el nuestro con economía pequeña, con poca población, la cual, además, crece menos, sin cobre y sin petróleo y escaso capital, la única forma de crecer es apostando a la productividad en ciencia y tecnología. La fórmula de emplear a más gente e inyectar más capital, se agota”, concluyó Vargas.