Sicarios tienen una vida muy corta por ataques entre bandas criminales

Autoridades afirman que en fincas de Limón hay ‘escuelas’ donde les enseñan a disparar en movimiento

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El sicariato, es decir, los asesinatos contratados, revela la violencia extrema que se vive en algunas áreas del país y la proliferación de quienes se dedican a este oscuro oficio, sobre todo, personas jóvenes.

Además de ejecutar homicidios por los cuales les pagan, los sicarios se encuentran inmersos en un círculo de violencia criminal ligado a dinámicas como el consumo personal de estupefacientes, el tráfico de drogas ilícitas y la legitimación de capitales.

Según dijo Randall Zúñiga, director del Organismo de Investigación Judicial (OIJ), en una entrevista con La Nación, los sicarios son hombres muy jóvenes, muchos se han criado en comunidades deprimidas, tienen una baja escolaridad y enfrentan una vida extremadamente corta debido a lo que hacen.

Investigaciones realizadas por la Policía Judicial dejan ver que los sicarios sobreviven muy pocos meses en su campo; en el mejor de los casos, son detenidos después de cometer alguno de los crímenes, pero con frecuencia mueren abatidos por ataques de grupos rivales o, incluso, de la misma organización a la que pertenecen.

“Duran a lo sumo dos años. Nosotros tomamos todos los homicidios y los revisamos y el patrón que vemos es ‘viene Juanito, aparece como homicida en un caso, luego aparece como gatillero en otro caso, un tercer caso y al cuarto lo mataron, ya no está más Juanito”, explicó Zúñiga.

Según el jerarca, son muy pocos los sicarios que duran más de dos años asesinando a cambio de un pago.

Uno de estos casos podría ser el del integrante de una banda limonense de apellido Mayers, conocido con el alias de Lucifer, que hace dos semanas murió junto a otros tres hombres en Purral de Goicoechea.

En videos que circularon después de su muerte se hizo evidente que era conocido en barriadas de Limón y que algunos niños imitaban su accionar con gestos hacia el cielo, como si portaran armas, combinados con la onomatopeya de disparos y gritos de apoyo a Lucifer.

“El Ángel de la Muerte fue otro que no duró nada, quedó detenido por la Policía”, mencionó Zúñiga en referencia a un sujeto de apellidos Torres Flores vinculado con el homicidio de una alumna del Centro Integrado de Educación de Adultos (Cindea), en la comunidad de Tortuguero en junio del año pasado.

Torres fue detenido menos de un mes después de cometido el crimen.

Zúñiga reconoció que es muy fácil reclutar a estos jóvenes, a quienes las bandas les ofrecen dinero, celulares caros, ropa e incluso vehículos. Se trata de una oferta tentadora en poblaciones con poco acceso a empleo y a educación.

‘Escuelas’ de sicarios

Tanto el ministro de Seguridad, Mario Zamora, como el director del OIJ confirmaron la existencia en Limón de una “escuela de sicarios” en algunas fincas.

Zamora afirmó que esos sitios tienen como fin que los sicarios aprendan a disparar desde una motocicleta en movimiento y que quienes los adiestran no son costarricenses.

“Una línea de investigación iba por la línea de extranjeros, concretamente hondureños y ,o, colombianos, pero no podemos decir más que eso”, dijo el ministro.

En algunos homicidios han detectado el uso de fusiles como AK-47, AR-15 o M-16, “difíciles de manejar”, según palabras del director del OIJ.

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El uso de este tipo de armamento, cada vez con más frecuencia, fue confirmado por Franz Vega, jefe de Medicina Legal del Poder Judicial, en una entrevista previa con este medio.

Vega afirmó que hay un incremento en la cantidad de cuerpos que ingresan a la Morgue Judicial con muchos orificios de bala.

“Se trata de muertes violentas por proyectil de arma de fuego múltiple; antes teníamos heridas de proyectil de arma de fuego con una o dos balas, ahora tenemos heridas de arma de fuego con 25, 30, 50 o 100 balazos en un solo cuerpo. Están utilizando armas de grueso calibre, como ametralladoras, para asegurarse la muerte del sujeto”, explicó Vega.

Reclutamiento de menores

El año anterior, una de las preocupaciones que manifestaron las autoridades de seguridad es que las organizaciones criminales buscan a menores de edad para sumarlos a sus filas.

En agosto, por ejemplo, trascendió que un adolescente de 16 años estaba señalado como sospechoso de intentar asesinar a balazos a una mujer de 53 años y a su hijo de 24, en una casa de la ciudadela Juanito Mora, en Barranca de Puntarenas.

En octubre, la Policía confirmó que 10 bandas criminales de Puntarenas reclutaban a menores para cometer diversos actos delictivos, incluso los homicidios por contrato.

Mario Zamora afirmó que en diversas operaciones policiales han encontrado a menores de 12 y 13 años metidos ya en el sicariato.

De acuerdo con los análisis que ha hecho el OIJ, muchos de los adolescentes que integran bandas delincuenciales de Limón y Puntarenas ni siquiera completaron el colegio; no cuentan con opciones formales de generar recursos y son fácilmente manipulables por adultos que les ofrecen dinero.

Ese es el doloroso perfil que dibuja Zúñiga cuando se refiere a los jóvenes reclutados por organizaciones de narcotráfico y crimen organizado en las costas.

El jerarca policial reveló que, según las estadísticas que manejan, el 22% de los jóvenes de Puntarenas vive en extrema pobreza y en Limón la cifra es del 23%, cuando la media nacional habla de un 13%. Además, el 77% de los menores de las provincias mencionadas no completaron ni el noveno año de colegio.

De esa población, algunos logran salir adelante, consiguen empleo o retoman sus estudios, pero otros toman el camino del sicariato.

Según informó el Ministerio de Seguridad Pública (MSP) en lo que llevamos del 2024, 10 personas han sido detenidas en la comisión de actos de sicariato. La Región Huetar Atlántica es la que más detenciones presenta, con tres casos, seguida del Pacífico Central y la Región Brunca, con dos en cada una.