Vivian Pérez levanta la mano entre centenares de cubanos que se amontonan en el andén de la aduana. El oficial Ruiz, de la Policía de Migración tiene su pasaporte en la mano.
David Ponce, un médico que no llega a los cuarenta años, es quien, megáfono en mano, llama a sus coterráneos. Él es uno de los cubanos que ayuda al Gobierno a coordinar con los migrantes para la entrega de visas.
El acento es una ayuda para entenderse en medio del bullicio, y aún así el caos es la constante en la entrega de pasaportes visados, que son la llave para que estos cubanos sigan su camino hacia EE. UU., en una travesía que inició dos semanas atrás en Cuba, y que los ha hecho cruzar Ecuador, Colombia y Panamá, y que se atascó en Paso Canoas ante la negativa de la Dirección de Migración de seguir entregando salvoconductos, como venía sucediendo en los últimos años.
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El freno a los permisos, basado en la caída de una red de coyotes cerca de la frontera con Nicaragua, generó la presa de migrantes, según informó ayer la oficina de prensa del Ministerio de Gobernación.
Sin embargo, la presión de los cubanos hizo que el Gobierno terminara por dar los permisos, algo que inició esta mañana, en medio del caos y el calor reinante en Paso Canoas.
Hasta este medio día, se reportaban 300 visas entregadas.