Radical defensor de ballenas y tiburones

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Sabotear barcos pesqueros, amarrarlos, tirarles ácido, contaminar la carne que transportan...

Tanto parece ser el deseo del ambientalista canadiense Paul Watson por proteger especies marinas, que sus tácticas agitan hasta las aguas más mansas.

Por esa misma razón, su nombre es conocido para las autoridades noruegas, cubanas, japonesas, guatemaltecas y, ahora, costarricenses.

Sus estrategias no contemplan protestas ni marchas; para él, la acción es directa: atacar a los atacantes.

De ahí, justamente, provino su divorcio con Greenpace, organización ecologista en la que dio sus primeros pasos, desde 1969.

Casi una década más tarde (en 1977), se subió a un barco e inició su propia aventura justiciera. Ahí nació Sea Shepherd Conservation Society, una trinchera desde la que, al parecer, todo se vale.

Desde la embarcación, del mismo nombre que el grupo, Watson, decidió tomar la ley en sus propias manos y apresar a un bote costarricense que navegaba cerca de las aguas guatemaltecas.

Justificó su acción en que los tripulantes pescaban tiburones de manera ilegal. Los navegantes lograron escapar del enojo del ambientalista, y 10 años después, es él quien está capturado por el delito de peligro de naufragio.

Por el mundo. Querido u odiado, lo cierto es que el mundo entero ha oído sobre este hombre que ya acumula 62 años.

Sharkwater ( Tiburón, en las garras del hombre ) fue una de sus exposiciones mediáticas más prominentes.

El documental, producido por Rob Stewart y publicado en el 2007, expone precisamente sus enfrentamientos con los cazadores de tiburones en Guatemala y Costa Rica. En ese registro, se grabó también la “caza” al barco tico en el 2002.

“La verdad es que Costa Rica es uno de los países más corruptos y ecológicamente más destructivos de Latinoamérica”, escribió Watson en su artículo “Tiburones, drogas, mentiras y corrupción en Costa Rica”, en el 2009.