Hija de empresario asesinado le regaló un chaleco antibalas para protegerlo de sus propios hermanos

La hija de Jorge Jiménez Berrocal, asesinado en el 2015, afirmó ante los jueces que su papá había recibido amenazas de sus propios familiares, por una disputa de tierras

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Gabriela Jiménez Romero, hija de Jorge Jiménez Berrocal, empresario asesinado el 31 de enero del 2015, al parecer por orden de sus propios hermanos, declaró en el juicio que se sigue por este caso que ha “evitado al máximo el contacto con los familiares” de su padre, quienes nunca le brindaron soporte después del crimen ocurrido en un parqueo frente a la Clínica Clorito Picado, en Cinco Esquinas de Tibás, San José.

Según la acusación fiscal, Jiménez habría sido asesinado a los 56 años por sicarios contratados por sus propios hermanos, de apellidos Jiménez Berrocal. Al parecer, ellos pagaron ¢25 millones para acabar con la vida de Jorge, debido a que se querían apoderar de unas fincas que le pertenecían a él, ubicadas en San Carlos. Solo uno de ellos sigue en este proceso penal, pues un informe psicológico declaró que el otro sospechoso no estaba en condiciones de llevar el juicio.

El debate inició el pasado 22 de febrero en el Tribunal Penal del Segundo Circuito Judicial de San José, y ya contó con declaraciones de un hijo de la víctima.

Este jueves, cuando le tocó el turno a Jiménez Romero, ella afirmó ante los jueces que días antes del crimen su papá, el señor le dijo que se tomaran un café.

“Vi a mi papá ese día y fue una combinación de sensaciones muy extrañas porque cuando lo vi entrar al restaurante le vi una vibra no sé, algo especial, yo lo vi diferente y yo pensé y dije ‘qué bien veo a papi, lo veo como radiante’, por decirlo así, y fue la última sensación que me va a quedar de mi papá”, relató.

En la conversación, Jorge Jiménez le dijo a su hija que sus hermanos lo estaban amenazando y que él ya había interpuesto la denuncia ante la Fiscalía de San Carlos.

“Yo me puse muy nerviosa, entonces mi papá no entró en mayor detalle, pero sí efectivamente esa semana él me mencionó que había pedido ayuda. Mencionó que un amigo (de su hermano) lo había buscado para detallarle el plan que tenían sus hermanos para matarlo, pero cuando yo me desesperé me cambió de tema”, indicó la mujer, quien respondió las consultas hechas por el abogado querellante, Francisco Campos.

Ella afirmó que como medidas ante las amenazas, Jiménez había blindado sus automóviles y llevó cursos de portación de armas. Afirmó que incluso ella, quien ya había sido víctima de un ataque, le regaló un chaleco antibalas por el temor de que le pasara algo.

El mismo día del crimen, relató que había chateado con él, y se arrepintió de no haberle dicho en aquel momento que llegara a la casa de ella y así evitar que fuera a Tibás.

Luego, un amigo de la familia la llamó y le dijo que a su padre le habían disparado, por lo que en seguida se fue para Tibás. Inicialmente, ella solo imaginó que estaba herido.

“Cuando llego a Tibás hay presa, hay policías, hay sirenas, hay prensa, hay gente, me bajo del carro como puedo, corro. Cuando llego, la ambulancia se está yendo, cuando la ambulancia se está yendo le empiezo decirle a la oficial que adónde se lo llevaron, no me dice nada”.

Luego, la oficial solo movió su cabeza en gesto de negación, momento en que Gabriela vio de reojo la sábana blanca sobre el asfalto.

“He tenido sensaciones extrañas en mi vida, una cuando me dispararon, yo sentí que mi alma salió del cuerpo, ese día yo vi todo de arriba, es una sensación extraña. El día que mi papá murió la sensación fue sumamente extraña, no sé como explicarla, mi mente en ese momento dejó como de funcionar”, detalló la mujer ante el Tribunal.

Al funeral de su padre, afirmó ella, llegaron algunos familiares (no los tíos sospechosos) pero “hipócritamente”, y aseguró que el proceso de duelo debieron llevarlo sin apoyo alguno de ese lado de su familia. Ni siquiera pudieron hacerle el novenario, por temor a que algo les sucediera.

“Es duro saber que mataron a mi papá, es duro revivirlo, es duro estar aquí, vivir sin él ha sido sumamente doloroso para todos, mi papá en mi familia era la cabeza, era el que a su manera resolvía todo”, contó ella.

El crimen

El homicidio ocurrió la tarde del 31 de enero del 2015, cuando la Cruz Roja recibió la alerta a las 2:20 p. m. de un ataque a balazos. No obstante, al llegar al sitio, Jiménez ya había fallecido. La ambulancia se encontró al hombre en la acera con al menos un disparo en la cabeza.

La Fuerza Pública de San José indicó en aquel momento que se hablaba de que dos sujetos a bordo de una moto serían los sospechosos del crimen. Las autoridades montaron un operativo y en el cantón de Moravia una patrulla ubicó ropas con rastros de sangre y un arma de fuego, que pudo haber sido la usada en el delito. Sin embargo, ocho años después, los gatilleros aún no han sido encontrados.

En aquel momento trascendió que Jiménez había viajado de San Carlos a San José para cerrar la compra de un vehículo.

El 21 de diciembre del 2016, luego de casi dos años de pesquisas, los dos hermanos sospechosos de ser los autores intelectuales del crimen fueron capturados en operativos realizados en Florencia y en Ciudad Quesada de San Carlos.

“Él nos lo dijo antes de morir que eran sus hermanos los que lo estaban amenazando”, había declarado en el 2016 el hijo de Jiménez, quien detalló que por 14 años su papá estuvo en litigios judiciales con sus parientes por la división de tierras.