El temblor de 1950 destruyó la parroquia y el 25% de las casas en Nicoya

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San José (Redacción). “Serios daños materiales causó el fuerte temblor de la mañana de ayer. Puntarenas y Nicoya son las poblaciones que más sufrieron con el sismo. Dichosamente en ninguna de ellas hay desgracias personales que lamentar”. Ese fue el principal titular del diario La Nación el viernes 6 de octubre de 1950.

La noticia hacía referencia al que, según el Observatorio Vulcanológico y Sismológico de la Universidad de Costa Rica (Ovsicori), fue el anterior gran temblor ocurrido en la península de Nicoya, hace 62 años.

Así lo describió La Nación. “Nicoya. Nuestro corresponsal en aquella ciudad guanacasteca nos informa que como consecuencias del temblor, quedó en ruinas la Iglesia Parroquial del lugar, que tenía 300 años de construida”.

“Agrega nuestro informante que el 25% de las casas de habitación del lugar quedaron en condiciones que no permiten volver a ser ocupadas por sus moradores. Finalmente, agrega que no hubo desgracias personales”.

El diario también informó de que el puerto de Puntarenas pareció ser el sitio que más sufrió con el temblor, de acuerdo con los telegramas que envió el entonces gobernador de la provincia, Abelardo Lobo.

“Hoy (5 de octubre de 1950) a las 10:30 horas fue sacudida esta ciudad por violento terremoto, la calle del comercio está agrietada. Edificios seriamente dañados, los siguientes: Banco de Costa Rica, Terraza o sea edificio comercial de en frente. Este edificio sufrió daños enormes”, expuso uno de los telegramas enviados desde Puntarenas.

“El mercado tiene daños muy serios. La Eureka tiene sus paredes con grandes grietas, el negocio allí instalado quedó en ruina. La Gobernación quedó desnivelada, hay otros daños menores. La impresión es que hubo un descenso parcial del suelo a las orillas del Estero”.

“La red de la cañería está dislocada. Estamos sin agua. Las cloacas están inutilizadas. No hubo desgracias personales. Atentamente, Abelardo Lobo, Gobernador”.

Además, se reportó que cayeron piedras sobre la vía férrea y algunos vagones resultaron dañados, descarrilados o volcados, por lo que se suspendió el servicio de tren de pasajeros. En el muelle, además, la grúa por poco cae al mar.

El entonces presidente Otilio Ulate se trasladó en avión al puerto del Pacífico.

La información también dio cuenta de daños en otros sitios del país. En la capital, algunos edificios sufrieron grietas, pero ninguno se derrumbó. En el hospital San Juan de Dios se recibieron al menos siete heridos. Una de las personas afectadas fue Constancia Sánchez, que sufrió golpes en el cráneo al desplomarse parte del techo del edificio Urbano.

En Heredia, resultaron afectadas algunas casonas viejas y, en Alajuela, unas 50 casas humildes quedaron “completamente destruidas” en los barrios Concepción y Carmen, al tiempo que se reventaron muchos alambres eléctricos.