Geógrafo: Solo en casos de terremoto se ven deslizamientos como el de San Carlos

Suelo arcilloso, loma empinada y lluvias se combinaron para causar el gran desprendimiento que tiene en zozobra a los lugareños

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Es un proceso natural que descuajó miles de árboles. “Es un evento brutal, de no ser por un terremoto no hay un movimiento de tierra así”, dijo el geógrafo Adolfo Quesada Román. El especialista insiste en revisar con detalle si hubo sismos desde meses atrás, que pudieran incidir en el deslizamiento del sábado 15 de julio en el Parque Nacional Juan Castro Blanco, al este de Ciudad Quesada, San Carlos.

El desplazamiento de tal cantidad de material en tan poco tiempo hizo que los árboles perdieran sus ramas, hojas y raíces al rozar entre sí, quedando pulidos cuando llegaron a la parte baja, donde la gente captó videos de los flujos y las avenidas torrenciales.

Aún no se tiene una cifra precisa del volumen de material del deslizamiento, que bajó en gran parte por el río Aguas Zarcas, pero el total supera en mucho las 40 hectáreas que inicialmente se estimaron.

Según el geólogo Guillermo Alvarado Induni, la cantidad de bosque que colapsó indica que la cifra de 40 hectáreas es insuficiente. No descarta la posibilidad de que una lluvia extraordinaria se haya focalizado en esa zona sin haber sido registrada por los instrumentos meteorológicos, pues la estación más cercana del Instituto Meteorológico Nacional (IMN), ubicada en el cerro Platanar, no reporta eventos extremos.

El geólogo explicó que en el Parque Nacional existen antiguas fumarolas que, debido a los gases ácidos, transforman la roca y las cenizas en arcilla, un material muy resbaladizo. Esto se evidencia por los colores presentes en el suelo de la zona desprendida, con tonos naranjas y amarillos. Incluso, en 1940 hubo una mina de azufre en esa región, de donde se extrajo este material durante más de 40 años.

Incluso los estudios mineros explican que uno de los problemas de estos cerros son los deslizamientos de tierra debido a la gran cantidad de arcilla presente. Además de las lluvias y la arcilla, la elevada pendiente fue el tercer factor que, en opinión de Alvarado, detonó el desprendimiento al romperse el equilibrio.

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“Toda esa zona tiene altas pendientes, el cañón del río Aguas Zarcas tiene 600 metros de altura, por lo que se trata de una cuenca inestable y susceptible ante sismos o lluvias fuertes”, expresó.

El especialista también añadió que mucho material se acumuló en el cauce del río, lo cual hizo que perdiera profundidad y que ahora se desborde más fácilmente.

Suelo poroso

Según Adolfo Quesada, especialista de la Escuela de Geografía de la Universidad de Costa Rica, además de la lluvia del día del deslizamiento, es importante valorar las precipitaciones de días anteriores así como la sismicidad. “Recordemos que es una zona muy inestable, pues ahí está el volcán Platanar. El suelo está formado por capas de depósitos volcánicos de hace miles de años, lo que permite filtrar hacia lo profundo el agua de lluvia”, explicó.

Quesada Román también mencionó que hay una densa cobertura forestal primaria que fue la primera en ser arrastrada durante la avalancha de detritos que luego descendió por el río Aguas Zarcas.

Posibles fallas locales, fracturas y sismos previos, así como la lluvia acumulada tienen, a juicio del científico, una estrecha relación con lo ocurrido durante el huracán Otto en noviembre del 2016. Esa vez un sismo fuerte, ocurrido cuatro meses antes, repercutió en la generación de 960 deslizamientos y flujos de lodo que bajaron principalmente por el río Zapote.

Quesada sostiene que se deberá continuar monitoreando la zona, pues la temporada de lluvias aún no ha alcanzado su fase más fuerte y ya el río ha demostrado pinceladas del daño que puede ocasionar.

Blás Sánchez, geólogo de la Comisión Nacional de Emergencias (CNE), coincide en que el deslizamiento ocurrió en una zona con suelo volcánico y que al incorporarse agua en las arcillas, estas tienden a hincharse, lo que propicia los deslizamientos.

Sánchez recalca que aunque la zona es inestable, no había presentado desprendimientos mayores, por lo que atribuye lo ocurrido a las intensas lluvias de los últimos meses. Aunque al principio se habló de un deslizamiento de 40 hectáreas, admite que la zona devasatada es mucho mayor.

Sismógrafos captaron 22 minutos de actividad

Lepold Linkimer, sismólogo de la Universidad de Costa Rica, descarta una relación entre el colapso de esa ladera y algún temblor reciente.

El sismólogo sostiene que no hay sismos relevantes localizados cerca del deslizamiento en las 24 horas previas. El único sismo superficial cercano en tiempo y ubicación al deslizamiento de Aguas Zarcas ocurrió el 15 de julio a las 4:11 a. m., aproximadamente 18 horas antes del deslizamiento, con una magnitud de 2,6 y a 1,3 km de profundidad, unos 22 km al sureste del lugar del deslizamiento.

Según Linkimer, debido a la distancia, el tiempo de ocurrencia y la baja magnitud, es poco probable que ese sismo haya sido el disparador del deslizamiento.

Eso sí, la vibración de la tierra causada por el deslizamiento se registró en una estación de la Red Sismológica Nacional ubicada a 1,9 kilómetros al oeste, en el macizo del volcán Platanar. “Este registro se inició a las 10:02 p. m. del 15 de julio de 2023 y se prolongó por 22 minutos”, dice Linkimer.

Por su parte, Luis Fernando Alvarado, coordinador de la unidad de Climatología del IMN, informó que la estación del IMN en el volcán Platanar (a 6 km al sureste de Ciudad Quesada) muestra niveles de lluvia acumulada de 855 litros por metro cuadrado (mm) desde el 1.° de enero hasta el 19 de julio de este año.

Ese monto está por debajo de los 1.946 mm que tuvo entre enero y julio del año pasado. Sin embargo el experto resaltó que esa parte de San Carlos presenta un clima muy lluvioso durante todo el año, similar al Caribe. “La zona carece de una temporada seca, ya que solo hay una disminución en las precipitaciones entre marzo y abril, siendo julio y noviembre los meses más lluviosos”, puntualizó.