Fuerte erosión en playa Dominical de Osa amenaza con llevarse varias viviendas

Cambio climático y robustos oleajes se unen a proceso de arrastre de material del río Barú desde montañas

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Las lluvias de los últimos días arrastraron gran cantidad de lodo hacia playa Dominical, en bahía Ballena de Osa y afectaron a varias viviendas de la ribera. Este es el más reciente impacto natural que sufren los vecinos, quienes desde hace cinco años enfrentan un acelerado proceso de erosión que carcome terrenos, transforma la playa y pone en riesgo de colapso a varias casas.

Alvaro Cedeño, vecino y guardavidas de Dominical, indicó que con las precipitaciones intensas y sostenidas de los últimos días, los vecinos que están en zona de riesgo han colocado sacos de arena apilados, para tratar de atenuar el efecto de las crecidas, pero si las lluvias persisten, las casas podrían sucumbir.

Cedeño afirmó que desde la tormenta Nate, en octubre del 2017, las crecidas del río Barú originaron un cambio en el cauce por la zona de la desembocadura, de modo que el local de un club de pesca que estaba cerca de la playa, así como una casa esquinera desaparecieron durante el invierno pasado. Ahora peligran otras casas, que están a menos de tres metros de la orilla.

Agregó que el cauce se ha metido unos 10 metros y estima que si el río no cambia la dirección, esas casas desaparecerán y otras estructuras deberán ser reubicadas.

“Se ha lavado mucho el terreno en la bocana del río. Desde la tormenta Nate las aguas han redireccionado su caudal y se han comido una parte, lo cual se intensifica con las lluvias y todos los años es lo mismo”, dijo el salvavidas de Costa Ballena, quien trabaja en labores de rescate para evitar ahogamientos, así como en la explicación a los visitantes que llegan principalmente a surfear, aprovechando el oleaje.

La playa, que años atrás era de arena, ahora tiene una gran parte de piedras y tierra. Aún así, también es muy visitada por bañistas en la estación seca.

El geólogo Lidier Esquivel, jefe de la Unidad de Investigación y Analisis del Riesgo de la Comisión Nacional de Emergencias (CNE), dijo que la erosión costera se presenta en ambos litorales del país.

Afirmó que más allá de un caso puntual como el de Dominical en Osa, el de Isla Damas y otros puntos de ese litoral, puede tratarse de efectos del cambio climático y el consecuente aumento en el nivel del mar, que es mayor en el Caribe que en el Pacífico.

Puede ser que con la tormenta Nate quedara evidenciado el problema en Dominical, pero es algo que posiblemente ya se venía presentando desde antes. La CNE busca un modelo que permita entender si eso está relacionado con casos puntuales como el paso de la tormenta Nate o si es algo más global y planetario, como el aumento en el nivel del mar.

Eso afecta porque en las zonas costeras hay parques nacionales, población, muelles y puntos turísticos. Como existe un riesgo implícito, debe estudiarse para determinar si procede o no invertir en estructuras como rompeolas, diques u otras barreras que tienen un costo elevadísimo.

“Si el problema es de otra escala, lo que corresponde es adaptarnos y entender que hay espacios que vamos irremediablemente a perder”, dijo Esquivel. Añadió que no vale la pena invertir ¢500 millones en una obra que a los dos años va a quedar inutilizada, entonces el abordaje debe ser diferente.

Gustavo Barrantes, investigador de la Escuela de Ciencias Geográficas de la Universidad Nacional, que lleva adelante el estudio de la CNE sobre las causas de la erosión en zonas costeras, afirmó que no conoce el área específica, pues por ahora tienen datos muy robustos de la erosión en el Caribe, pero no han comenzado con el Pacífico.

En términos generales, no descarta efectos del cambio climático y ascenso del nivel del mar, pero también surge arrastre de tierra por el río hacia el mar, pues la gente que vive ahí lo percibe y si notan que se están perdiendo las laderas, eso es un indicador de fuerte erosión. Otra variable tiene que ver con oleajes severos que golpean la costa y la hacen retroceder.

Casos más documentados en el Caribe

Las investigaciones, que han sido más constantes en el Caribe, lograron demostrar que en un periodo de 15 años, entre 1999 y el 2014, el Parque Nacional Cahuita, en Limón, perdió 20 metros de playa debido a la erosión costera que produce el cambio climático. En aquella época, los primeros afectados fueron los guardaparques, quienes se vieron obligados a reubicar su casa y oficina.

“Cuando el ancho de costa promedio es de 500 metros, con unos 50 metros de playa, pues perder 20 metros sí vulnera a Cahuita”, comentó en aquella época Mario Cerdas, quien era administrador del área protegida.

Además de la pérdida de territorio, los efectos de la erosión costera se pudieron constatar 200 metros tierra adentro, porque la entrada de agua marina incrementa la salinidad y especies como el árbol de sangrillo, propio del parque, resultaron perjudicadas. Y ese efecto en cadena también alteró los comportamientos de alimentación y descanso de la fauna, pues en muchos casos las especies migran a lugares donde haya mejores condiciones.