Evaluación de laguna del Poás revelará transformación interna del coloso

Científicos dicen que riesgo de erupciones sigue latente

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Lo que suceda a futuro con la laguna que se formó la semana pasada en el cráter del volcán Poás, permitirá a los científicos tener una idea más clara de lo que ocurre en las entrañas del coloso, que despertó de manera súbita el año pasado.

Más allá de un simple charco, en cuestión de una semana (entre el 13 y el 20 de enero) las aguas de lluvia y otras que provendrían de los acuíferos internos del volcán volvieron a tapar las fumarolas y las aguas prevalecen aún en la superficie del cráter principal.

“Es un cuerpo de agua que hay que investigar para ver cuáles son las condiciones geológicas que permitieron reaparecer a la laguna. Además de las aguas meteóricas (de lluvia) podría haber un menor intercambio térmico con la profundidad, de manera que ya no hay tanta evaporación”, dijo Mauricio Mora, vulcanólogo de la RSN.

Igual criterio expresó Javier Pacheco, del Observatorio Vulcanológico y Sismológico de Costa Rica (Ovsicori), quien dijo que se trata de una renovación de la laguna cratérica.

“Mucha de esa agua es la que se almacena en el acuífero y la presión interna hace que emerja a través de la laguna, por medio de algunos conductos en la base del lago”, dijo Pacheco.

Vulcanólogos del Ovsicori realizan esta semana visitas al cráter, mientras que los de la RSN mantienen estricta vigilancia a las cámaras y el equipo sismológico ante cualquier variación al sellarse varios conductos.

Por ahora, los especialistas estiman que se pudo haber sellado el punto donde está la cámara magmática superficial, por lo que ya no existe un contacto directo entre esa cámara y la superficie. Esto significa que los gases ya no salen directamente a la atmósfera, sino que son filtrados por la laguna y por el sistema hidrotermal del volcán.

Al no salir de manera directa los gases a la atmósfera, aumenta la presión interna, que escapa por fisuras, fumarolas y porosidades que persisten en la masa volcánica y llegan a la laguna.

Los científicos aprovecharán estos días secos y despejados para realizar mediciones de profundidad y acidez del agua, los cuales permitirán conocer de manera más exacta lo que ocurre.

La cantidad de vapor que se levanta y que se observa desde las cámaras de video hacen suponer que el agua está a más de 40 grados Celsius, es decir por ahora se nota una evaporación baja, dijo Pacheco.

Meses atrás, el agua de las lluvias y la contenida en el macizo no podía subsistir en la laguna, posiblemente por lo elevado del calor en el cráter, que la evaporaba rápidamente.

Antes de su desaparición, el dos de junio del año pasado, la laguna del Poás era de las más ácidas del mundo, ahora habrá que esperar para ver si retorna a esos niveles hiperácidos o si desaparece de nuevo.

Riesgo persiste

De acuerdo con Mauricio Mora, en este momento no se puede hablar de que el riesgo de erupciones fuertes haya desaparecido, debido a que existe la posibilidad de que el sistema cambie alguna condición interna y pueda generar explosiones freáticas ( gases, agua y sedimentos) o freatomagmáticas (con magma), o bien que persista la laguna como años atrás.

Desde el punto de vista sísmico, desde hace varios meses hay un nivel bastante bajo, lo que refleja una merma en la actividad.

Sin embargo, Mora recordó que al venir de una fase de erupciones magmáticas, como las del años pasado, caracterizadas por ser muy explosivas, que trascendieron el cráter y abrieron conductos entre el magma y la superficie, eso hace que todavía no se pueda bajar la guardia ante el peligro volcánico.

Para Javier Pacheco, una reactivación de las erupciones freáticas, similares a las que se veían en el Poás entre el 2006 y el 2014, dependerá del magma residual que haya quedado en el sistema.

"Lo más probable es que volvamos a ver esas erupciones freáticas, a las que se llama colas de gallo, por la similitud que forman los sedimentos del fondo del lago con ese tipo de plumaje", sostuvo.

Antes de las explosiones de la Semana Santa del 2017, las erupciones del Poás a lo sumo llegaba a leves erupciones freáticas. Respondían a cambios que tenía el sistema acuífero del volcán en función de si se calentaba más o si había menos lluvias.