Editorial: Aprender de la crisis

Si no aprendemos de un evento tan abismal como este, ¿entonces cuándo?

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No cabe duda de que el COVID-19 ha venido a modificar el panorama proyectado para este 2020. Lo que inició como un problema local terminó en pandemia. Ahí radica la primera lección de esta crisis: en un mundo globalizado como en el que vivimos, ya nada es local. Todo nos atañe; lo que afecta a uno nos afecta a todos.

Cuando iniciaron las primeras noticias de lo que en ese momento era un contagio masivo, muchos sentimos algo de preocupación, pero jamás lo concebimos como una realidad inmediata. No obstante, en cuestión de días todo cambió por completo. Vimos cómo las naciones iban, una a una, declarando estado de emergencia y estuvimos más atentos que nunca, en espera del primer caso en el país. Noticias falsas pululaban por doquier, lo que hizo que tuviéramos que agudizar nuestra capacidad de discernir en una era digital donde es cada vez más complicado hacerlo.

El coronavirus trajo consigo una segunda lección: retomar los hábitos de higiene. Parece muy básico lavarse correctamente las manos, dejar de tocarse la cara (no sé por qué esto resulta tan difícil; al menos en mi caso el decirlo ya es penitencia), mantener la distancia, estornudar y toser de la manera adecuada… protocolos básicos con los que ahora estamos más familiarizados, aunque, lamentablemente, a partir de esta gran amenaza.

Como tercer punto, esta pandemia también vino a plantear el reto del teletrabajo y del estudio remoto. A pesar de que serían dinámicas que tomarían algo de tiempo en implementarse, también traerían consigo muchos beneficios: la disminución del tráfico, el ahorro del tiempo y la reducción de gastos –tanto para el empleado como para las empresas– son solo algunos de los más notorios. Todo esto ha generado que el gran actual ganador de esta crisis sea el medioambiente. A pesar de que por años los ambientalistas han venido advirtiendo de las consecuencias de la contaminación para la sobrevivencia del planeta, ningún esfuerzo ha sido suficiente para reducir las emisiones al nivel que lo ha hecho esta pandemia.

Si bien este episodio ha modificado el día a día mundial y nos ha obligado a enfrentarnos a una cruda realidad, es fundamental ver más allá y actuar de manera informada, consciente y solidaria. En cuanto pase la crisis, esperemos no olvidar todo lo que nos está enseñando. Si no aprendemos de un evento tan abismal como este, ¿entonces cuándo?