Tinta Fresca: ¿Sabe usted dónde están sus padres a las diez de la noche?

¿Quién lanza un automóvil sin conductor, cargado de hijos, por la autopista?

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¿Qué hace un respetable padre de familia a las diez de la noche, mientras sus hijos colegiales se revientan el hígado novato con alcohol o se vuelan la cabeza con ilícitas?

Hará ya sus semanas nos sacudieron los reportajes sobre las ¿fiestas? (serán romanas…) en fincas privadas, a las que acuden nuestros adolescentes brotando a raudales de alegres autobuses que, para no conducirnos a error, nos confirman con su rótulo: ESTUDIANTES.

Me pregunto, ¿dónde estaban los padres, los que depositaron a un hijo en un autobús desconocido para recibir a cambio horas más tarde un organismo rebalsado de alcohol u otros etcéteras, delicadamente ornado de vómito? ¿O los progenitores que efectúan el pago y luego no se presentan al evento, como quien enciende un automóvil cargado de hijos para, con desenvoltura, lanzarlo sin conductor por la autopista? No hablo de narcos ni proxenetas, cuyo viscoso crimen brilla por su evidencia. Hablo de los honestos padres de familia. ¿Dónde estaban?

Aventuremos varias hipótesis. O cándidos e ignorantes, pasaban en paz su noche libre, confiados en que una fiesta con tantos participantes, buses y guardas incluidos, en un sitio alquilado, era técnicamente imposible que no contara con la supervisión de adultos; o –ignominia de la fecundidad– lucraban con un negocio que sin el menor asco le puede destrozar futuro y presente a una criatura; o son amigazos de sus hijos y no iban a estropear su fin de semana tomándose la molestia de indagar, razonar, poner límites o ejercer una autoridad que les da grima (aunque amor precisamente sea tomarse ese trabajo y no indispensablemente hablarle a su hijo de “mae”). O son padres que consideran que a esa edad es normal que los varones, a punta de mechazos, “se hagan hombres” (¡virilidad, cuántos crímenes se cometen en tu nombre!), cuando beber puede ser un placer que se aprende a su tiempo, y ha de ser responsable, seguro y gratificante. O más simple, más rudo, más brutal: son padres cuyo hijo es un estorbo del cual queda perfecto desembarazarse. En buen romance: no lo quieren. Difícil reprocharle que se drogue...

Espero que a la publicación de estas líneas se haya avanzado para penalizar con toda la furia de la ley a cuanto adulto haya metido su mano en este asunto nauseabundo.

Culturas hubo que, para apaciguar a los dioses, arrojaron a un volcán en sacrificio lo más hermoso que tenían: sus adolescentes.

¿A nombre de qué dios del desamor vamos a desbarrancar a los nuestros? Cuidemos nuestras crías o extingámonos.