Rigoberto Urán, el ciclista con corazón de león

Desde una tragedia a temprana edad hasta enfrentar lesiones que parecían irreversibles, el colombiano Rigoberto Urán ha desarrollado una coraza como pocos. El medallista olímpico y empresario conversó con ‘Revista Dominical’

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A Rigoberto Urán no le quedó más que acostumbrarse a “cambiarse el sombrero” cada cinco minutos. Es una particularidad que tienen muchas estrellas, por supuesto, pero en el caso de un atleta adquiere mayor curiosidad el hecho de siempre estar atento a lo que el ecosistema le pide.

En perspectiva: Rigo, como todos le conocen de cariño, es un tipo afable, sonriente, que se deja querer y que lleva 16 años de ser un sinónimo de la élite del ciclismo mundial.

Desde entonces, ha sido deportista, empresario, símbolo aspiracional y, naturalmente, una suerte de “motivador” por accidente, pues siempre que un micrófono se le pone al frente, habla sobre optimismo y dedicación a los sueños.

“Todo se trata sobre la pasión que uno tenga hacia algo”, dice Urán en Costa Rica el fin de semana previo a su evento estrella: una carrera de ciclismo de ruta llamada El Giro de Rigo, la cual se efectuó el 27 de noviembre.

Urán llegó al país para demostrar esa variedad de “sombreros” con la que pasa sus días: atiende a la prensa, gerencia un evento deportivo, es perseguido por fans que le piden fotos y autógrafos y, obviamente, no deja de lado su bicicleta, su gran amante, su compañera para toda la vida.

“Siempre el deporte va a estar primero”, aclara, a sabiendas de que su vida ha trascendido más allá de las ruedas.

Todoterreno, literalmente

A sus 37 años, Rigoberto ve su carrera con tranquilidad. Conversa calmado sobre lo que ha hecho, sin altivez ni mucho menos.

Podría presumir, por supuesto, pues no cualquiera puede decir que ha ganado una medalla de plata en los Juegos Olímpicos, como lo hizo en Londres 2012 en la prueba de ciclismo en ruta.

También en su palmarés destaca una segunda posición en el Giro de Italia del 2013 y del 2014, al igual que en el Tour de Francia del 2017.

Aquellas proezas fueron la consolidación de sus sueños de niño, de cuando conoció la adrenalina de las ruedas en su natal Urrao, en Colombia. Todo se debió a que su papá le regaló una bicicleta.

Desde ahí, Rigo se desbocó en conocer los secretos de las ruedas. “Yo siempre quise dedicarme de lleno a esto”, cuenta, “siempre pasaba pensando en estar en la bicicleta, en recorrer, en salir a la calle. A muchos les gusta el fútbol, el baloncesto y van experimentando, pero yo supe que esto era lo mío y que tenía una pasión muy pero muy grande en torno a la bicicleta”.

Aunque, como bien cuenta el escritor Andrés López en la biografía titulada Rigo, el colombiano esperaba que el regalo de aquella ocasión fueran unas tennis Nike, pero la vida le traería un destino especial.

Eso sí: el recuerdo de esos inicios está relacionado a un triste episodio. Su padre, quien le ofreció ese “click” mágico con el deporte del ciclismo, sería víctima de la violencia que desangró a Colombia: fue asesinado por un grupo de paramilitares que lo tomó como rehén cuando Rigo tenía 14 años.

Desde entonces, Rigo ha sido visto como un símbolo de resiliencia, más allá de su tierra. En el mundo del deporte es visualizado como un hombre fuerte, de coraza inigualable para sortear los embates de la competencia al más alto nivel.

Urán ha pasado episodios complejos y ha sabido reponerse desde que era pequeño. Por ejemplo, como también se cuenta en su biografía, Rigo sufrió un afección en las vías respiratorias que lo obligó a estar cada quince días en el hospital y tratarlo hasta su recuperación.

Su ímpetu nunca lo detuvo de salir a la calle, “a volar rueda”, a seguir creyendo que podía ser alguien especial. Aquel regalo de su padre lo dejaría marcado para siempre.

Complejidades de adulto

Conforme creció y aprendió a domar el arte de las dos ruedas, tuvo la oportunidad de debutar en Europa, el escenario soñado para cualquier deportista (para cualquier soñador, realmente).

Su debut llegó en el 2006, como profesional con el equipo italiano Team Tenax. En una carrera sobre una ruta adoquinada, Rigo sufrió una grave caída y se fracturó la clavícula.

Al año siguiente, en la Vuelta a Alemania, se fracturó los dos codos y la muñeca izquierda, lesiones por las que le fueron colocadas unas placas. El riesgo por no poder seguir en el deporte lo acechaba, pero tuvo el acompañamiento médico oportuno para reponerse.

Pero su peor momento (y la recuperación que más orgulloso le deja) fue en la Vuelta a España del 2019. Rigo quedó debajo de al menos 10 ciclistas, luego de que hubiese una caída masiva a más de 60 kilómetros por hora. Las imágenes que quedan de ese accidente son devastadoras; incluso Rigo quedó con su chaqueta despedazada.

El colombiano fue trasladado inmediatamente a un centro asistencial, en el cual le descubrieron dos fracturas: “Rigo se ha roto la clavícula izquierda, justo después del plato que se le puso en el hueso por una fractura sufrida en marzo (le pasó en París). También se ha roto el omóplato en varios lugares “, dijo en su momento Rick Morgan, médico del equipo Education First.

“Yo sentí que me reventó todo, que todo mi cuerpo estaba sufriendo”, rememora Urán, haciendo una mueca de dolor y un gesto de explosión de su mano. “Yo creí que no iba a recuperarme de esa. Ya no era tan joven y pensé que no habría vuelta atrás; que el retiro sería obligatorio. Podía haber quedado mi carrera para siempre por ese momento”.

En su cama de hospital, Rigo meditó y meditó. Le dio vueltas en la cabeza a su futuro, a qué podría hacer si el ciclismo le fuese arrebatado. Conforme pasaron los días, se dio cuenta que debía cambiar la pregunta: “¿qué debo hacer para que no se me escape esto?”. Por eso no es en vano que en la carátula de su biografía aparezca el colombiano sin camisa, dejando ver una larga cicatriz en su hombro.

“A mí me llena de orgullo haberme recuperado porque para el año siguiente volví a la competencia, me sentí bien y pude completar todos los objetivos. No creí que algo así sería posible. Son cosas que uno cree que solo le pasan a la gente en películas, pero uno también puede reponerse. Uno también puede lograr cosas y el deporte es un sitio mágico”.

¿Qué es la motivación?

Inevitablemente, el tema sobre la motivación aparece al conversar con Rigoberto. Es un hombre que ha sorteado lesiones y traumas con éxito y que trata con cautela el asunto.

Son tiempos complejos, además, pues en la última década se han exacerbado diferentes abordajes sobre psicología deportiva. Está el habitual “no pain no gain”, referido a que el dolor es necesario para ser exitoso; así como reflexiones diametralmente opuestas sobre coaching para atletas que, dependiendo de la arista, están enfocadas en lograr objetivos priorizando la motivación.

“Yo respeto todas las líneas de pensamiento porque cada persona es un mundo”, dice diplomáticamente el colombiano. “A cada quien le funciona algo distinto. No se trata de fórmulas ni mucho menos; la vida es muy compleja para creer que solo una línea de trabajo funciona”.

En su caso particular, asegura que no tiene una técnica predilecta. Más bien ha sido su pasión por la bicicleta la que lo ha hecho levantarse siempre. “Es una historia de romance”, dice, relajadamente.

Eso sí: hay un tema que aparece inevitablemente a la hora de dilucidar sobre la motivación. Justo esa misma semana en que ocurre “El Giro de Rigo”, la Copa del Mundo de la FIFA está ocurriendo en Qatar.

A mitad de semana, la Selección de Costa Rica se llevó una paliza histórica: perdió 7 - 0 contra España, el peor marcador en su historia.

La goleada dolió aún más al país porque, por más de un mes, jugadores y cuerpo técnico aseguraron que irían al mundial a quedar campeones. “Si otros equipos pueden hacerlo, ¿por qué nosotros no?”, fue el discurso que dio la escuadra tica.

Ante el abultado marcador, el país entero se sumió en torno a la conversación sobre lo negativo que puede ser el coaching deportivo mal llevado; sobre cómo la motivación puede que no sea suficiente para lograr objetivos.

Rigoberto, muy diplomáticamente, le baja el tono a la conversación. Asegura “no saber nada” de fútbol, pero que más allá de resultados y motivaciones, lo que le preocupa es un problema de fondo.

“La gente es muy cruel con el deportista”, subraya. “Cuando uno está en una competencia, uno se siente como en la guerra. La gente no sabe eso. Yo le aseguro que todos esos jugadores la estaban pasando muy mal porque están conscientes de lo que significa estar en un evento así de importante. Tampoco es justo tratarlos así”.

—¿Qué significa sentirse en la guerra?

—Es que eso significa competir. Por supuesto la competencia no debe ser un ambiente tóxico, ni mucho menos. Pero sí que hay un estrés muy grande desde los días previos y más sabiendo que hay tanta gente viéndote y proyectando expectativas en ti.

—En su caso, ¿cómo maneja el hecho de representar a un país, e incluso a la identidad de ser latino?

—Es una responsabilidad muy grande, por supuesto. Yo lo asumo desde el punto en que puedo ser un agente de bien para otras personas; que alguien más pueda pensar en mí y crea que pueda hacerlo.

—¿Tiene alguna historia al respecto?

—Muchísimas. Siempre me pasa que me encuentro a alguien que me dice “Rigo, lo hiciste genial”, “gracias a ti quiero ser deportista”, “lo que hiciste fue muy bueno” y eso es una gasolina para uno. Por supuesto, la historia de un deportista está llena de golpes y momentos difíciles, pero uno tiene eso presente.

—¿Qué prácticas tiene para poder funcionar y no sufrir una “mala pasada”?

—Pues cuando estás frente a una competencia tienes que saber alimentarte y dormir muy bien. Es complicado porque yo puedo estar en mi casa y sé cómo regular mis horas, mis entrenamientos. Si llueve en la madrugada puedo salir más tarde y luego ver una película en la televisión. Pero cuando llega un campamento todo cambia.

”Llegas a Europa y las horas cambian, estás a disposición de lo que diga tu equipo y ahí son otras horas para comer, para dormir, pero yo siempre soy muy enfático en dormir mi buena cantidad de tiempo para estar fresco. Uno con el tiempo aprende a acostumbrarse.

“No es una queja, para nada. Uno sabe en lo que se mete. El deporte requiere de muchas horas de entrega, preparación, mejoras. Cuestionarse uno mismo lo que está haciendo y ver cómo puede mejorar. Lo mismo pasa con escuchar al cuerpo. Es una labor muy complicada, por eso siempre digo que hay que empatizar con todos los que están al frente, con una bandera, representando a un país.

—¿Y los nervios?

—Uno está sobre ruedas, literalmente. Con el tiempo uno sabe a lo que va. Hay gente que eso le resulta muy difícil y le deteriora la salud mental. Yo estoy muy feliz que ahora se exponga sobre esos temas que antes no eran habituales.

”En las últimas olimpiadas hubo toda una proyección de medios para hablar sobre cómo los entrenamientos y las preparaciones para eventos élite no deben ser destructivas. Los deportistas son humanos; la gente no puede olvidar eso. Uno está tratando con personas de carne y hueso, con sueños, esperanzas, dolores y expectativas. Eso no se puede dejar de lado.

—Cuando usted empezó a correr y a estar en el deporte profesional, ¿esas reflexiones existían?

—No era algo que se apalabrara. Tal vez entre los competidores uno podía comentar ciertas cosas, pero ahora en verdad que eso ha cambiado. Yo creo que cada persona puede aspirar a dedicarse a su deporte siempre y cuando sea la pasión lo que mande y eso no traiga abajo las condiciones y la salud de las personas.

—¿Cualquier persona puede ser deportista?

—Mmm... Sería irresponsable decir que sí y hacer creer a la gente cosas en las que no creo. Sí creo que si hay personas que tal vez no tengan el talento absoluto pero tienen gran disposición y han llegado lejos. Creo que son cosas muy distintas. No creo que sea algo malo; creo que debe ser motivo de emoción para uno siempre enfrentar las cosas.

Hombre de traje muy tranquilo

Desde el 2014, Urán se las ingenió para convertirse en un hombre de traje, pero sin dejar de ser el Rigo de siempre.

Puede ser “el jefe”, al que todos le preguntan qué hay que hacer, pero el colombiano siempre se muestra tranquilo y habla coloquialmente sin importar en donde se encuentre.

La postura de fundador de esta ruta ciclística lo ha llevado a dar charlas, ejecutar reuniones empresariales y todo lo que nunca se hubiera imaginado un deportista que solo quiere estar sobre ruedas.

Aún así, el sudamericano es tranquilo. Por ejemplo, en la contraportada de su biografía, se resumen algunas divertidas declaraciones suyas.

Cuando le preguntaron por qué le dejó el Giro de italia, dijo: “un cansancio ni el hijueputa, huevón”; cuando se cayó en ruta, le consultaron qué pasó en la caída y él dijo: ¡yo qué voy a saber, huevón”; cuando lo entrevistaron sobre cómo cambió su vida tras conseguir un segundo lugar en el Tour de Francia, él sinceramente contestó: “un segundo lugar no me salva de una lavada de platos”.

¿Por qué siempre se mantiene así de aterrizado? “Uno siempre es un ser humano”, reitera en la conversación. “Los deportistas no somos más que eso”.

La oportunidad de emprender con la ruta le ha permitido acercarse a sus seguidores para llevarle ese mensaje. En la visita a suelo tico, aprovechó para compartir con distintos seguidores. “Y es que si Rigo ve una fila enorme de autógrafos y hay que irse, él prefiere quedarse para que todos queden satisfechos”, cuenta uno de sus asistentes en la visita a Costa Rica.

Su poder de convocatoria también es grande: el evento fue un éxitazo (se vendieron los dos mil cupos para competidores que llegaron desde 21 países diferentes) y se espera que para el próximo año se pueda doblar la cantidad de corredores.

La biografía Rigo, que fue publicada en el 2021,dejaba un mensaje contundente al cierre. “En el corazón de muchos, Rigoberto Urán ya es un campeón, sin embargo él considera que aún tiene mucho más por dar”.

El Giro de Rigo en Costa Rica pareciera ser un nuevo punto para alimentar esa exitosa carrera, uno que pareciera tener su semilla ya germinada.