Remedios con orines, culantro coyote, ajo y zacate de limón

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Sábila para las quemaduras, manzanilla para las inflamaciones, la tapa e´dulce y el jengibre para la tos...

La sabiduría de las abuelas –heredada probablemente de antepasados indígenas y españoles– era la herramienta vital para atacar las enfermedades de todos los miembros de la familia en épocas en que la medicina no estaba tan desarrollada como ahora.

Los remedios preferidos eran las infusiones y los emplastes. Todavía hoy, la clave de muchos remedios está en las hierbas naturales y en algunos "secretos" caseros que compiten –en la actualidad, con menor fuerza que en décadas atrás– con el despacho médico o la consulta por Internet.

El médico especialista en geriatría y gerontología, Fernando Morales Martínez, conoce de esos remedios casi folclóricos a través de los relatos de decenas de sus pacientes y porque él también, en algún momento de su vida, los utilizó como enfermo al cuidado de su mamá.

Morales cuenta, por ejemplo, la fama que tenía la infusión de carao y culantro coyote para combatir la anemia infantil. Aunque no sabía muy rico, la leche hervida con hojitas de orégano era considerada una cura efectiva contra la tos más incómoda.

Hasta ahora, no existe una explicación científica, pero lo cierto es que a más de un güila del siglo pasado sus mamás le ponían un cono hecho con papel periódico al cual encendían con un fósforo. Dicen que el calor y el humo que aquello generaba tenía el potencial de acabar con un dolor de oído. También la ruda mezclada con aceite o manteca de cocina era famosa para aliviar ese dolor; y ni qué decir de los orines calientes. La manteca de chancho revuelta con yodo fue el antecesor, aquí, de las cremas y lociones para frotar la piel y aliviar dolores musculares que hoy utilizan, por ejemplo, los deportistas.

El apazote era efectivísimo para matar lombrices en los tiempos en que los chiquillos andaban todos barrigones. Las hojas de higo hervidas en leche era una medicina frecuente para la tos, lo mismo que tomar zacate de limón hervido para mejorar el funcionamiento de los riñones.

"Aquí lo más importante era el contacto y el amor con que le hacían a uno estos remedios. Esa era la cura mayor. Ahora, desgraciadamente, se ha perdido mucho ese contacto humano que había", menciona Morales, quien insiste en que el amor, si no cura, por lo menos alivia.