Personajes 2018, Claudia Dobles: la arquitecta que negoció ser primera dama

Ella no estaba dispuesta a encajar en un puesto decorativo. Claudia adecuó las funciones del Despacho de la Primera Dama a lo que considera son sus fortalezas y así lo negoció con el presidente Carlos Alvarado desde un inicio. Su vida ha dado un inesperado giro, que no ha estado exento de grandes satisfacciones y momentos muy angustiantes.

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¿En serio?”, respondió, sorprendida, la arquitecta Claudia Dobles cuando le expliqué que era la primera vez que una primera dama estaría en el especial de personajes noticiosos de la Revista Dominical.

Su asombro no es gratuito. Desde que empezó la campaña política, Claudia fue una pieza medular dentro del equipo que lideraba Carlos Alvarado como candidato del PAC, y quedó aún más evidente desde la segunda ronda, cuando su esposo midió fuerzas con Fabricio Alvarado, de Restauración Nacional.

¿Fue cálculo político? Claudia asegura que nunca lo fue, y que eso la hace sentir orgullosa porque, al fin y al cabo, ella y Carlos siempre han sido un equipo. “Carlos siempre me ha apoyado muchísimo a mí profesionalmente y yo he procurado hacer lo mismo con él. Siempre nos hemos visto como complementarios”.

Estrategia o no, lo cierto es que Dobles ha sido una figura preponderante desde que esta administración asumió el poder el 8 de mayo, y hoy lidera proyectos importantes dentro de la agenda del Gobierno, como el desarrollo del tren eléctrico interurbano. Incluso, hay quienes la señalan como la “project mánager” del gobierno en temas de desarrollo urbanístico.

Buscar el apoyo de la pareja en el plano profesional no es algo nuevo para la familia Alvarado-Dobles. En el 2010, Claudia asumió un rol proveedor y Carlos dejó en pausa su carrera política para que ella aceptara la dirección de Zurcher Arquitectos, en Panamá.

Hoy, es ella quien apoya a Carlos para que cumpla su mayor desafío: ser el presidente de Costa Rica, pero no sin antes negociar sus condiciones y amoldar el Despacho de la Primera Dama a lo que ella considera, son sus fortalezas. “Fue más bien una negociación, una conversación transparente con Carlos de qué podía yo aportar en ese espacio”.

Lograrlo fue bastante sencillo porque, al fin y al cabo, su despacho “no tiene necesariamente un marco legal ni tampoco una rectoría”, afirma. Es decir, no tiene ninguna obligación por ley y eso le permitió adaptarlo. Precisamente, una de las razones por las que ha sido noticia este año.

Dinámica familiar

Hablar con Claudia es fácil. Es una mujer seria, educada, clara en sus ideas y acostumbrada a defender sus posiciones. También sabe que no todos opinan igual y se nota que le gusta escuchar y debatir opiniones distintas. La primera dama se aleja de las verdades absolutas.

Quizá por eso es muy común que durante la entrevista ella utilice frases como “a mí me parece”, “yo creo” y “en mi caso”. Un manera de ser que quedó patente cuando se discutieron los derechos y garantías de la población sexualmente diversa y cuando el gobierno se vio afectado por huelgas y protestas a raíz del plan fiscal. También es amigable, enérgica y está consciente de la curiosidad que genera cuando la ven en la calle. Un saludo, un selfie o una sonrisa no se la niega a nadie.

Sin embargo, el tener un esposo presidente, ser una primera dama con funciones estratégicas dentro del gobierno y asumir un país polarizado pueden cobrarle una factura muy cara a su familia si no se dejan las reglas claras. Y en reglas claras, Claudia es una profesional, sobre todo si está en jaque la felicidad y tranquilidad de Gabriel, su hijo de cinco años.

“Ahí sí hemos tenido un cambio de dinámica porque en la calle a Carlos se le acercan, la gente quiere hablar con él; entonces sí hay algunos espacios que antes eran completamente nuestros que ahora son compartidos. ¡No está mal! Pero ahí sí hay un cambio”, asegura.

Gabriel es quien más resiente ese “cambio de dinámica” porque siempre tuvo a su papá y a su mamá completamente para él cuando departían en familia. Ahora tiene que compartirlos con un país y no es fácil para un niño de cinco años entenderlo.

Para amortiguar un poco el cambio, Claudia y Carlos decidieron implementar rutinas familiares. “El presidente cuando llega a la casa es papá y es esposo y deja por una ratito de ser presidente, y tiene obligaciones familiares como cualquier esposo”, explica Dobles de manera reflexiva y seria.

Las mañanas, asegura, siempre serán responsabilidad de Carlos y, pase lo que pase, él se tiene que encargar de la lonchera y el desayuno de Gabriel. Las obligaciones del kínder y las tareas de la casa se las dividen, bajo el entendido de que Carlos, en su investidura de presidente, puede tener horarios complicados.

“Nosotros somos adultos y tomamos la decisión, y yo lo apoyo porque creo en él, porque yo estoy segura de que era la mejor opción. Pero Gabriel es un chiquito de 5 años, y lo que no puede suceder es que Gabriel no tenga a su papá por cuatro años”, explica.

Claudia tampoco puede ocultar su necesidad de pasar los tres en familia y eso fue muy evidente cuando, en medio de la entrevista, me comentó con un gran brillo en los ojos que al día siguiente estarían en la Escuela Sabores cocinando. “Gabriel va a hacer galletas”, dijo emocionada. Lo que no se imaginó Claudia es que Carlos, ese día, la echaría al agua diciendo que no siempre lava los platos después de que él cocina. ¿Tareas compartidas? Solo ellos sabrán en la intimidad de su casa y así tiene que ser.

El día más triste

“Yo no tengo una idea tan romántica del proceso”, aseguró Claudia cuando le cuestiono si, alguna vez, se imaginó los ataques personales que sufrirían ella y su familia durante las elecciones y en estos primeros meses de Gobierno. “Yo sabía que nos teníamos que preparar para eso, creo que yo lo asumí con ese realismo. Así que no me tomó por sorpresa”, continúa.

Esta segura de que nadie se imaginó el tono que tomó la campaña electoral después de la opinión consultiva de la Corte Interamericana de Derechos Humanos sobre el matrimonio igualitario, aunque para ella sí era más previsible la volatilidad del electorado, por la manera en que las redes sociales moldean la opinión pública, y porque desde hace años tenemos “elecciones multipartidistas”, en las que “ciertas características, no solamente del candidato, sino del contexto, hacen que el electorado se mueva”, explica.

También dice sentirse frustrada por tener que estar a la defensiva y de que, en algunas ocasiones, se vea obligada a gastar energía aclarando noticias falsas que se propagan en las redes sociales.

Cuando los ataque son personales no le afectan emocionalmente y, por ahora, ha sido sencillo proteger a Gabriel porque aún no tiene acceso a redes sociales. Sí reconoce que su familia más cercana se ha sentido mal por algunas de las cosas que leen y escuchan.

Sin embargo, hay un día del 2018 que marcó a Claudia Dobles: el 3 de octubre, cuando Carlos Alvarado fue atacado e insultado por manifestantes, al salir del Teatro Nacional, del IV Congreso de Movilidad Urbana que organizó, precisamente, el despacho de la Primera Dama. “Yo pude ver desde la ventana toda la situación y, por supuesto, que fue angustiante, para mí fue difícil (...). Fue un día triste porque es mi esposo, es mi amigo, es una de las personas más importantes de mi vida y, obviamente esa escena no fue agradable para mí y yo me preocupé mucho”.

La entrevista duró un poco más de 35 minutos, y solo en ese momento Claudia deja completamente de sonreír, su mirada se pierde entre los recuerdos y, su voz denota angustia pero, sobre todo, tristeza.

“Creo que también es un día triste a nivel de la Costa Rica democrática que respeta la institucionalidad y que, sobre todo, respeta la investidura. Al final del día, Carlos lo que tiene es la investidura de presidente (y la ejerce) de la mejor manera que él entiende de hacerlo y bajo el entendido de que no todo el mundo tiene que estar de acuerdo. Pero eso no significa no estar de acuerdo con nuestra concepción de democracia y nuestro respeto institucional (...)”.

Sus palabras reflejan el dolor que cualquiera siente al ver a un ser querido en peligro, pero siempre bajo el entendido de que situaciones como esa, y más en la coyuntura nacional actual, son parte “del trabajo”.

Una labor que quizá, y solo quizá, sea el comienzo de su carrera política. “No me lo he preguntado, para serte honesta. Creo que he estado muy enfocada en sacar los proyectos, y algunos son bastante ambiciosos. (...) Lo primero que necesitamos es dar resultados en estos cuatro años”.

Ni lo afirmó ni lo negó. La respuesta quedará para el futuro, después de que sea ella misma quien analice su desempeño y su futuro en la política nacional.

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