Página Negra: Jackie Stallone, glamurosa dama de la lucha libre

Lleva una vida surrealista que abarca las actividades más estrambóticas, desde trapecista hasta lectora de nalgas; es un vivo ejemplo de rebeldía y libertad.

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¡Madre solo hay una! Como esta: ninguna. A sus 98 años da guerra, como cuando a los 12 repartía porrazos entre la pandilla de zoquetes, quienes se burlaban de su precoz musculatura.

Su padre –John Paul Labofish– era abogado y practicaba lucha libre con Charles Atlas –Angelo Siciliano– el mítico fisicoculturista de los años 20, quien pasó de ser un alfeñique a tener un cuerpo perfecto, a puro ejercicio.

De ahí le vino la obsesión por estar fitness, acicateada por su madre Jeanne Clerec, la francesita que la parió el 29 de noviembre de 1921, en Washington.

Apenas pudo sostenerse en pie demostró a sus papás que sería una mujer libre, visionaria e impredecible, piedra de contradicción y que daría palo hasta el último estertor y aún después.

Dado que el lector anda apurado, le ahorraremos tiempo y de un plumazo esbozaremos los atestados de Jacqueline, conocida en autos como Jackie Stallone. ¡La puritica madre de Sly!

Al día de hoy –salvo prueba en contrario– Jackie ha sido trapecista, bailarina exótica, boxeadora, azafata, peluquera, empresaria, animadora, astróloga y lectora de nalgas; la tarifa base para este peculiar oficio es de $300 la sesión.

Suena raro eso de ver y leer traseros. ¡Para nada! Entre los siglos XVI y XVIII el puesto real más apetecido era el de “Groom of the Stool”; en vernáculo" o “limpiaculos del rey”, es decir, el responsable de asear las vergüenzas de su majestad.

Como nigromante predijo el éxito de Rocky, la película que Sly filmó en 1976 en 30 días, con un presupuesto de un millón de dólares y que generó $225 millones. Presume de ser la pitonisa de reyes, presidentes, actores, jugadores, gánsteres, policías y curas.

A puño limpio

Hasta las narices de su padre, a los 16 años huyó del hogar; se unió a un circo como trapecista; vivió con una tribu de luchadores profesionales en Baltimore y repartió cigarros en un garito clandestino, frecuentado por mafiosos, actores y periodistas.

Con 26 años enganchó al barbero italiano Frank Stallone, papi de sus retoños, Silvester y Frank. Montó una peluquería y entrenó a sus hijos en un gimnasio doméstico, para modelar sus cuerpos.

En los años 80 la fama de Sly, con Rocky y Rambo, permitió que Jackie viviera su época dorada como estrella de GLOW, el archiconocido programa de lucha libre femenina con ella como comandante de las “chicas buenas”.

Tras deshacerse de Frank buscó reposo con Anthony Filiti, un empresario hotelero con quien concibió a su hija Toni, muerta de cáncer a los 48 años. Ahora vive con el Dr. Stephen Levine.

Al parecer el estilista italiano le pegaba y la mandó varias veces al hospital; tal como recordó en un programa radiofónico, donde Frank le reclamó haber sido posesiva, controladora y dominante.

Jackie llevó una vida disparatada; sus hijos se avergonzaban de ella y deseaban que se quedara en la casa, pero ella los puso en su lugar: “si me hubiese quedado en casa ellos también estarían ahora en sus casas y no haciendo películas".

Mujer dinamita

De todas sus manías, las cirugías plásticas la chiflan; tiene tantas en la boca y los cachetes que parece una ardilla aturugada de nueces. Hace poco la joven transgénero, Jolene Dawson, hinchó su cara para lucir como Jackie.

Cada día se ve más acartonada por el abuso de Juvédem, una inyección que estira la mejillas, si bien nunca usó botox porque carece de arrugas en la frente.

A los 93 años pasó por el bisturí y le hicieron una cara nueva; se colocó uñas de fantasía, gracias a los implantes sus pechos desafiaron las leyes gravitacionales y lució un monumental escote en el estreno de uno de los bodrios fílmicos de Sly.

Mientras tenga pellejo que cortar “seguiré operándome a menudo. Hollywood le teme a la vejez. A todos les gustaría llegar a esta edad como yo y no usando un andador o metido en un hogar de ancianos”.

Unos la consideran “muy mayor” para ir al gimnasio, usa tensores en los párpados para evitar que se cierren como persianas automáticas y presume de su longevidad, gracias a una dieta estricta basada en espinacas y un huevo tibio al día.

A punto de llegar al siglo de existencia es una de las usuarias más activas de Instagram, ella misma responde a sus miles de seguidores.

Asiste a los cocteles bien agarrada del Dr. Levine, el tercer marido a cuestas y 30 años más joven.

Sacude los corazones de los envidiosos, cada vez que sale a la calle con una minifalda infartante o enfundada en un vestido tipo embutido.

Y de cuando en cuando se toma el pulso para comprobar que sigue viva.

¡Qué bocota!

Imposible. A su exmarido Frank, de 65 años, cuando le contaron que tenía una novia de 19 años: “¡Pero si no se le ponía dura ni con 28! ¿Me puedes explicar qué hace ahora?”.

Tedio. Durante su estadía en la casa del Gran Hermano VIP, en el 2005: “Estoy tan aburrida, tan harta de esta gente, encerrada con una pandilla de don nadies. Nadie tiene nada que decir”.

Dura. Una vez respondió sobre lo que hacía en su juventud: “Yo siempre estaba con guantes de boxeo, mientras otras chicas se preocupaban por verse guapas. Para mí, ese era el estilo de vida que resultaba natural”.