Obituario 2020: Francisco Munguía, un humilde creador

Pintor, ceramista, ilustrador y caricaturista costarricense, 1976 - 8 de abril 2020

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Conocí a Francisco Munguía después de graduarse de Bellas Artes de ceramista. Me intereso su particular visión de esta técnica: tomaba elementos de lo popular como lo son las alcancías de barro en forma de chanchos para incorporarlas en sus instalaciones. Un objeto de todos lo llevaba al grado de arte puro, y lo fui descubriendo poco a poco como un artista muy interesado en el aspecto social. Quería llegar a través de sus conceptos particularmente a la gente común, a la gente de la calle, a las barriadas de escasos recursos y de esta manera embellecer el mundo.

Poseía una enorme humildad, se apuntaba con pasión a los proyectos que le proponía y nunca discutió acerca de los escasos presupuestos que tuvimos. Su placer era hacerlos y siempre muy atento a los consejos que le daba.

Por una cuestión de destino me llamaron a dirigir un extraordinario proyecto en la Municipalidad de San José al que llamaron Arte en Espacios Públicos, que lo entendían como una asesoría de compras de escultura y murales para embellecer la ciudad. Así empezamos con propuestas de grandes maestros como Rafa y Lola Fernández, Manuel de la Cruz González y Olger Villegas. Pero conforme paso el tiempo me di cuenta que el proyecto se llamaba ARTE EN ESPACIOS PUBLICOS, eso significa todo tipo de ARTE, toda manifestación creativa que fuese directamente a la comunidad; desde danza hip-hop en la Plaza de la Cultura, pasarelas de moda en el parque Morazán o la intervención completa por un artista de todas las fachadas de un sector bastante arruinado en barrio México. Nos abrimos a conciertos, teatro, danza y a cualquier manifestación artística que se produjera en la calle.

Munguía enriqueció el proyecto con su aporte, pues propuso que en sus proyectos urbanos intervinieran sus habitantes ayudándole pues de esta manera estarían orgullosos de ellos y los cuidarían. Así nacieron muchas intervenciones citadinas donde la interacción con el arte fue aún mejor, desde adentro, siendo participes en la creación.

Francisco tenía un carácter muy afable lo que le facilitaba la comunicación con la población que algunas veces era bastante difícil por las problemáticas sociales intrínsecas a que se enfrentan en el diario vivir. Sabía ganárselos para sembrar en cada uno de ellos la semilla de la creatividad.

Nunca se creyó un gran artista, ni se lo cuestionaba. Él era, como lo son los grandes, de una enorme humildad.

Su obra refleja la alegría de vivir, el agradable deseo de compartir y particularmente de ver el arte como lo que es: una poderosa herramienta de comunicación, de reflexión y confrontación.

Plásticamente, gran colorista, buen conocedor de la historia del arte de donde supo extraer muchos de sus íconos para reinterpretarlos, excelentes estudios académicos y un exagerado sentido del humor que le permitió romper los límites y hacer de su obra un deleite, tanto para conocedores como para quienes no estaban cercanos al mundo de la creación.

Su gran aporte, sin duda, fue popularizar el arte de una manera sencilla, agradable, muy bien pensada y con muy buen gusto.

Fue una especie de chamán que con su personalidad supo llegar donde muchos colegas ni se lo imaginaron pues para él era particularmente un acto de amor a la humanidad.

Fue un honor el haber compartido tantas experiencias con un amigo de una generación más joven que me enseño o demostró como muchas de las ideas que yo tenía del arte se podían resolver fácilmente con inteligencia y humildad.

Su legado deberá analizarse a profundidad, ya que con sencillez involucró muchos conceptos contemporáneos de lo social, lo político y lo plástico. Un ser humano que entendió el arte como debe de ser, alejado del absurdo mercado, lo elitista y lo banal.

El autor es pintor.