¿No le gusta la nueva Asamblea Legislativa? Descubra entonces las joyas arquitectónicas de los edificios históricos del Congreso

Desde el Castillo Azul y la Casa Rosada, hasta el Edificio Central y el Sión se esconde una riqueza arquitectónica e histórica invaluable. Solo basta un recorrido y observar con detenimiento para entender el papel tan importante que tienen en la historia de Costa Rica.

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¿Alguna vez ha tenido la oportunidad de entrar a la Casa Rosada o al Castillo Azul? Si su respuesta es sí, siéntase privilegiado, no todos han tenido la suerte de estar dentro de una estructura de este tipo, que cuenta con un valor histórico, cultural y arquitectónico incalculable.

Si no ha logrado ingresar, quizá como mínimo ha visto las edificaciones por fuera o las ha escuchado mencionar al menos en una ocasión.

Estas son dos de las cuatro estructuras que conforman la actual Asamblea Legislativa, que se ubica entre Cuesta de Moras y el Parque Nacional, en el centro de San José, y se complementa con el Edificio Sión y el Edificio Central.

“Es uno de los conjuntos más valiosos en términos de patrimonio histórico arquitectónico que hay en todo el país por las virtudes históricas que acompañan cada uno de los edificios. Son valiosos por su materialidad, por su técnica constructiva, por su arquitectura y por su historia”, detalla el arquitecto Andrés Fernández.

Y añadió que “es un conjunto invaluable que vale la pena rescatar, restaurar, limpiarlos de aquello que no sea original, que les esté haciendo daño y darles un uso, en la medida de lo posible, con ese valor histórico que tienen".

Actualmente están acondicionados como oficinas de diputados y asesores legislativos, pero no siempre fue así y en sus tiempos mozos el Castillo Azul y la Casa Rosada pertenecieron a familias adineradas de San José, mientras que el edificio Sión albergó un colegio.

Pero con el fin de que tenga una idea de lo que representan estos inmuebles para la cultura costarricense, basta decir que la Casa Rosada es la única vivienda de adobe que queda en pie en el cantón Central de San José.

Data de la década de 1850 y aún conserva sus muros originales, que miden 60 centímetros de ancho. De acuerdo con Fernández, esta casa siempre perteneció a familias destacadas y es considerada una casa solariega, es decir, la vivienda de la familia en la ciudad.

“Es una casa típica del Valle Central pero de carácter urbano. Se conserva muy bien, es de un valor incalculable por la antigüedad y por el hecho de que es la única que queda en pie en San José, independientemente de las transformaciones que haya tenido. Pero la estructura en términos generales conserva la distribución original”, explica el arquitecto.

Entre lo más llamativo que conserva este inmueble está el jardín al estilo andaluz (originario de España) es decir, se encuentra en el centro de la casa en una zona en la que no hay techo y que permite mantener las habitaciones que están a su alrededor siempre frescas. Además, en una esquina de este se ubica una pila que, por su forma y su material, posiblemente este colocada allí desde la construcción de la casa.

El piso original del inmueble era de barro, sin embargo, este fue sustituido entre las décadas de 1920 y 1930, según comenta Fernández.

La casa cuenta con una puerta de aproximadamente tres metros que comunica con la calle y que era utilizada para el ingreso y la salida de las carretas.

Un detalle llamativo es que los marcos de las puertas se mantienen intactos y Fernández no descarta que incluso alguna de las puertas también sea original. El techo sí fue modificado.

Castillo josefino.

El eterno candidato presidencial del Partido Republicano y abogado costarricense Máximo Fernández anhelaba tener como residencia un castillo y en 1911 la mandó a construir.

Esta residencia es actualmente conocida como el Castillo Azul y es utilizada actualmente por la presidencia del Congreso.

Al finalizar la construcción de su hogar el político se quedó sin dinero, por lo que tuvo que alquilar su castillo para que fuera utilizado como la Presidencia. Alfredo González Flores y Federico Tinoco estuvieron entre los mandatarios que habitaron ahí.

Esta villa italiana es una de las edificaciones más sólidas que existen, ya que fue construida con cemento y varilla.

“A esto no le pasa nada, se puede dañar pero no destrozarse, los planos se trajeron de París. Fue desde el principio una de las construcciones más elegantes y lujosas de San José”, explica Fernández.

Al entrar a este sitio, por el lado de Cuesta de Moras, frente al Museo Nacional, se percibe la elegancia y la historia de quienes habitaron en este lugar, que se encontraba en aquel entonces en la parte más alta de San José.

Las verjas, los portones y la filigrana que protegen el castillo, las ventanas y que adornan las puertas se mantienen intactas desde la construcción o sus primeros años; fueron hechas a mano por un artesano (sin soldadura), según explica Fernández.

El piso color amarillo con rojo se encuentra a la entrada, justo antes de las gradas que conducen hasta el lobby de la casa.

Las puertas de madera y pintadas en color blanco también son originales, y cuentan con acabados de diferente tipo que dan ese toque elegante.

Dentro del castillo lo primero que se aprecia son unas imponentes gradas de mármol que conducen hacia el segundo piso del hogar y que, al igual, que la mayoría de este castillo, se conserva en su estado original.

“Hay toda una ceremonialidad en el espacio que me conduce a mí a comportarme con señorío, es decir, el espacio mismo te condiciona, entonces nada de caminar jorobado porque el mismo espacio le pide comportarse de esa manera”, asegura Fernández.

El piso que se encuentra en el primer nivel es de terrazo y fue colocado en la década de 1950, es decir, no es el original.

El cielo raso está plagado de molduras en tono blanco, pequeños y elegantes detalles simbólicos. Está hecho con escayola, es decir, yeso pegado.

El segundo nivel cuenta con pisos de madera, y ventanas venecianas muy al estilo de las casas italianas mediterráneas. Además, alrededor de la casa hay balcones que permiten apreciar la capital desde diferentes puntos.

Capilla.

Del edificio Sión no hay mucho que rescatar, el deterioro de este inmueble se percibe desde las paredes hasta los pasillos de madera en la segunda planta, donde existe el temor latente de que se caigan.

En un inicio al menos la mitad de esta edificación albergó el colegio de monjas Nuestra Señora de Sión.

Los más valioso que guarda hoy es la capilla, que recientemente fue sometida a una transformación a nivel interno para crear oficinas.

Cuenta con dos niveles, un escenario y fue restaurada en la década de 1920.

“Esta capilla, en específico, tiene una acústica impresionante. Es una capilla neogótica que se ubica frente al Parque Nacional y aunque es muy sencilla, es una joya. Pero ese valor no lo tienen necesariamente los pabellones que están muy dañados, intervenidos y en un mal estado”, comenta el arquitecto.

Paraíso.

Aunque el Edificio Central es la construcción más reciente y no es patrimonio, allí se encuentra el actual Plenario Legislativo, así como el Salón de Expresidentes. Además, sus instalaciones albergan el Patio de la Madre Patria España, conocido como Jardín Moro, una de las obras que a nivel de arquitectura es una joya.

Esta es una obra del arquitecto catalán Luis Llach al estilo neo mudéjar, que consiste en una mezcla de la arquitectura románica española con la arquitectura gótica española y algunos motivos árabes.

“Los patios son esenciales en la arquitectura árabe porque en los países desérticos y especialmente en la cultura árabe, representa el paraíso, entonces este es un paraíso por todo lado. Toda la simbología remite a lo árabe”, detalla Fernández.

De hecho, el jardín a cielo abierto que se ubica en el corazón de este edificio legislativo cuenta con una fuente en forma de hexágono en el centro de este.

El jardín fue construido en 1943 y su tono blanco se mezcla perfectamente con un sinfín de colores y mosaicos brillantes. Las ventanas están llenas de detalles que se extiende a lo largo de dos pisos con lo que se logra un espacio completamente armonioso.

En un inicio esta edificación iba a albergar la Casa Presidencial pero con el inicio de la Segunda Guerra Mundial, a principios de la década de 1940, la obra se paralizó. Años más tarde se retomó, sin embargo, la fachada quedó asimétrica. Por ello, desde el Parque Nacional se puede observar un tipo de edificio muy diferente al que se aprecia desde la Plaza de la Democracia.

¿Museo Legislativo?

¿Qué pasará con estas estructuras cuando los diputados se trasladen al nuevo edificio?

Según explicó Antonio Ayales, director ejecutivo de la Asamblea Legislativa aún no hay una respuesta definitiva, sin embargo, se ha valorado la posibilidad de convertir al menos el Castillo Azul y la Casa Rosada en un museo legislativo o bien en recintos para recibir visitas de extranjeros.

El director ejecutivo reconoce que cuentan con una joya en sus manos y no quieren dejar pasar la oportunidad para que tanto turistas nacionales como extranjeros puedan conocer parte de la historia de Costa Rica a través de estas instalaciones.

“Son dos propiedades que son patrimonio histórico y que, por supuesto, la Asamblea va a conservar en las mejores condiciones para que sean observadas y visitadas por el público, pero propiamente esa decisión no se ha tomado”, señala.

En cuanto al edificio central, este se seguirá utilizando como parte de las oficinas de la administración, ya que el nuevo inmueble parlamentario no cuenta con espacio suficiente para albergar a todos los funcionarios legislativos.

De hecho, Ayales fue enfático en que actualmente la Asamblea Legislativa alquila aproximadamente seis edificios en un radio de un kilómetro y medio; y las obras permitirán ahorrarse todo lo que invierten en esos alquileres.

“Estamos como en 12 o 14 edificios, pero ya estamos trabajando en ese planeamiento (de distribución de oficinas), que es complicado”, añade.

En cuanto al Sión, este también continuará ocupándose con algunas oficinas, sin embargo, Ayales reconoce que es necesario que el edificio sea sometido a una restauración, ya que cuenta con “problemas graves”, que incluye polillas y plagas.

“Es un edificio que fue construido hace 130 años y no reúne las condiciones anti sísmicas que exigen los códigos en la actualidad, porque tiene muchos años. Lo que pasa es que esto requiere de una inversión alta que la Asamblea debe hacer, sin embargo, por ahora no tenemos los recursos”, detalla.

No obstante, afirma que posterior a la mudanza y el acomodo de oficinas en el nuevo edificio legislativo, se concentrarán en la restauración de este inmueble.

Por ello, más allá de albergar diputados, el complejo legislativo se mantiene como uno de los grandes tesoros que aguarda la capital y que lleva a los ticos a conocer más de sus raíces y la formación cultural del país.