Miley Cyrus en el año: impacto orquestado

El mundo del espectáctulo observó una transformación sorprendente. De Hannah Montana a fenómeno sexual: una operación planificada.

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El mundo cambia de maneras convulsas: hoy tenemos acceso a documentos que confirman que hay países tan paranoicos que lo espían todo, por todos los frentes; vemos a naciones que legalizan la marihuana, analizando todas las aristas posibles y la Iglesia católica tiene un papa que le pararía los pelos a muchos de los pontífices que ocuparon ese cargo en el pasado.

Empero, ciertas cosas nunca cambian. Por ejemplo, que las estrellas (alguna vez infantiles) de Disney crezcan, que tengan otras ambiciones, que la sociedad señale su descarrilamiento y que todos los enterados se sorprendan, como si eso nunca hubiera pasado antes con el 90% de personas que salieron en el canal de niños.

El 2013 fue el año en el que Miley Cyrus nos enseñó su evolución, mediante twerking , videos que rayaron en lo porno y cientos de titulares sobre su comportamiento, lo último porque, en la sociedad del espectáculo, la audiencia es una piraña gigante, siempre expectante para atacar, y esa es una ventaja comercial.

Durante el primer semestre del año, a nadie le importaba el quehacer de la estadounidense, quien desde que estaba en la cuna se rodeó de fama, extravagancia y polémica. La niña que hace algunos años todavía encarnaba a Hannah Montana era tan solo un nombre más en la parrilla de celebridades.

En junio, Cyrus publicó el video de We Can’t Stop , en el que las drogas y los guiños sexuales reinaron. Internet explotó –por debajo– y, aunque nadie previó lo que iba a suceder después, era un tanto obvio: la desfachatez pronto impactaría al mundo entero, en forma de una metáfora rebuscada de liberación.

La presentación en los Video Music Awards, las cartas abiertas de artistas sedientos de atención, el video de Wrecking Ball (conocido como “en el que sale desnuda”), el documental The Movement , el puro de marihuana en los Europe Music Awards, las miles de copias vendidas de su disco Bangerz , y la designación como artista del año de MTV, fueron algunos tópicos que pusieron a Cyrus en la médula del entretenimiento, y algunas de las razones por las que la artista aparece en este resumen del año.

Acá hay un denominador común: MTV. La cadena televisiva y Cyrus orquestaron toda esta novela desde antes de que llegara al público, y les salió mejor de lo que esperaban. Donde la sociedad ve desastres morales, ellos vieron el signo de dólares.

Esta es una nueva edición de un cuento que todos conocemos, el mismo relato sobre el que cantaba Britney Spears cuando proclamaba no ser más una niña, pero tampoco ser una mujer.

Es un intermedio incómodo, pero de suma exploración personal. El interés que generan estas situaciones es natural: todas las personas eventualmente viven esa metamorfosis, pero muy pocas lo hacen frente al ojo público.

Para bien o para mal, el que se recuerde al 2013 como el año en el que Miley Cyrus se tiró a la calle es una polaroid de la sociedad. El que eso nos guste o no es lo mismo que intentar conciliar asuntos como la corrupción o la inequidad.