Marino Protti

Sismología sin rodeos y con sabor italiano

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Eran las 8:42 a. m. del 5 de setiembre cuando las tierras de la península de Nicoya se sacudieron con violencia, como si sintieran un dolor agudo en el espinazo. Esa liberación repentina de energía aceleró las pulsaciones de la gente que tomaba impulso mañanero para entrar de lleno a la jornada.

Durante el terremoto, mientras otros corrían para ponerse a salvo, Jorge Marino Protti se quedó en su oficina y afinó su sismógrafo interno para precisar las características del movimiento. Contó los segundos entre las ondas P y S (dos formas en que la tierra se mueve en un sismo), y calculó que el epicentro podría estar a 150 kilómetros de Heredia. Estimó que estaría en el Pacífico central o en Nicoya.

Sin tiempo para hacer terapia con los cohabitantes en el Observatorio Sismológico y Vulcanológico de Costa Rica (Ovsicori), Protti salió de su pequeño cubículo y comentó sus proyecciones con una compañera en la oficina de al lado. El reporte preliminar del United States Geological Service ubicaba el epicentro cerca de Sámara, Guanacaste. ¿Podría ser este el terremoto que esperaba desde que comenzó a estudiar la península hace ya más de dos décadas?

Veintidós años antes, Marino Protti –geólogo especialista en sismología– realizaba un posgrado en la Universidad de California-Santa Cruz cuando ocurrió el terremoto de Cóbano, el 25 de marzo de 1990. Ese sismo inevitablemente se convirtió en el objeto de su tesis y en el inicio de un detallado estudio sobre cómo la tierra en Nicoya se deforma producto de la subducción de placas.

La península es una de los pocos lugares en el mundo donde la zona de subducción está sobre tierra firme y esto permitía observar cómo la tierra cambia por el choque de placas.

Para alguien que viajó hasta Japón y California con el fin de aprender sobre sismos, Nicoya estaba prácticamente en su patio trasero.

“Comenzamos a estudiar la zona con tres equipos prestados”, recuerda Protti. Cuando habla de “comenzamos”, se refiere a la dupla que él y Víctor González –hoy director del Ovsicori– formaron para monitorear con precisión milimétrica el desplazamiento de la tierra en Guanacaste.

Protti es rápido para destacar que la investigación que realizan en Nicoya es el trabajo de ambos, con el apoyo del Ovsicori y varios centros de investigación extranjeros. El hecho de que la suya sea una cara conocida de la televisión es meramente circunstancial. “La gente me recuerda de la televisión, aunque a veces me han confundido con Werner Stolz, del Instituto Meteorológico Nacional, y me preguntan si mañana va a llover”.

El especialista en sismología bromea que, en una ocasión, una señora le confesó que su cara le producía una terrible angustia. También relata que, el día después del terremoto, dejaba a su esposa y a sus hijas en el aeropuerto para que hicieran un viaje programado con anticipación y alguien en el aeropuerto lo señaló: “¡Miren!, está sacando a la familia... ¡Debe ser que algo grave va a pasar!”.

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Jorge Marino se describe como un tanto charlatán, pues disfruta de hacer bromas con sus colegas y amigos. Dice ser una persona muy amorosa con su familia y afirma sin pena que “es el mejor papá del mundo” de sus dos hijas, Isabel Anne y Donatella Sofía. Confiesa que es “arrancado” y se lo achaca a su herencia italiana. Y si pudiera ilustrar cómo es su relación laboral con Víctor, recurre al dúo cómico de Abbott y Costello... “¿O era más bien Beavis y Butthead?”, remata.

Los datos son todo

Pero cuando Protti habla de ciencia, la charlatanería se esfuma. Basta con incluir el rigor científico y la precisión de los datos en la conversación, para que pequeños relieves se levanten en su ceño, una señal del valor que tienen estos conceptos en su vida. “Los datos son todo; son el camino para entender los procesos naturales”, sentenció.

Protti confía mucho en su investigación. Pero este año le tocó escuchar críticas a su trabajo de científicos en la acera del frente.

Tras el terremoto del 5 de setiembre, científicos de la Red Sismológica Nacional (RSN) cuestionaron las proyecciones del Ovsicori por vincularlas a una zona geográfica específica. Lepolt Linkimer, sismólogo de la RSN, declaró a La Nación el 11 de setiembre que no le pareció “ni práctico ni adecuado sobrealarmar a una población, pues un fenómeno como estos puede ocurrir en cualquier parte del país”.

El alcalde de Nicoya, Marco Antonio Jiménez, en una entrevista por radio, acusó específicamente a Marino Protti de revelar información que perjudicó a su comunidad y de “hacer márquetin personal” al informar sobre un potencial sismo de gran magnitud en la península.

Protti insiste en que es un error minimizar , ocultar o presentar una versión caricaturesca del proceso sísmico que investiga. “Cuanto más sepa la gente sobre lo que ocurre en Nicoya, más lo verá como un proceso natural”, apunta el geólogo.

Tanto Protti como el actual director del Ovsicori creen que nunca hay que menospreciar la capacidad de la gente para entender procesos complejos. No están de acuerdo en simplificar tanto sus resultados y conclusiones hasta llegar a ridiculizar la ciencia por hacer una “escuela de la niña Pochita” en sismología. “La población ya maneja un lenguaje científico y entiende cuando hablamos de subducción o choque de placas ”, asegura.

Sin embargo, es inevitable malinterpretar 20 años de investigación que Protti y González han realizado en Nicoya como un trabajo de predicción de terremotos. El especialista rápidamente corrige y aclara: “No podíamos dar una fecha (de un terremoto); nunca fue la intención que se convirtiera en un proyecto de predicción sísmica. Era una investigación que evaluaba el potencial sísmico de la zona”.

Protti agrega que la selección de la zona fue un acierto científico, al igual que proyectar el lugar y un rango de magnitudes del movimiento telúrico del 5 de setiembre. Los terremotos con intensidad mayor a 8,5 grados Mw ocurren en zonas de subducción. El 90% de la energía sísmica que libera el planeta se da en estos sitios. “Y esta información puede ser clave para, en un futuro, realizar predicciones sísmicas”, declara.

Sísmica con estilo

Jorge Marino Protti está lejos de ser un sismólogo de escritorio. Disfruta mucho del trabajo de campo y extraña la compañía de su colega Víctor González, quien ya no sale tanto por sus responsabilidades como director del Ovsicori.

En un año, pueden pasar casi una tercera parte juntos en el campo. “Veo más a Marino que a mis hermanos, y eso que me llevo muy bien con mis hermanos”, apunta su colega.

Protti bromea que, cuando llama a la casa de su compañero y habla con su esposa, se identifica como “el rival”.

Sorprende saber que Protti se especializó en sismología por casualidad. Aceptó una beca a Japón como una manera de despejar su mente, luego de que estudiara y trabajara en Recope en jornada de tiempo completo buscando petróleo.

Frecuentemente sale en televisión, pero nunca se catalogaría como famoso. “Soy conocido, pero jamás famoso”, asevera. Debería serlo, pues es el único científico tico que ha descendido en un sumergible Alvin a una profundidad de 4.350 metros frente a las costas de Nicoya. También ha ganado varios reconocimientos por su trabajo científico, incluyendo el Premio Nacional de Ciencia y Tecnología Clodomiro Picado Twight en 1996.

Con el mejor estilo irlandés, en su cabeza siempre descansa una boina que le regaló su esposa, Anne Marie. Usó el pelo largo durante 16 años, pero se lo cortó en defensa propia. “A mi hija, cuando estaba pequeña, le gustaba dormirse agarrada de mi cola. A veces se caía de la cama, pero la cola nunca la soltaba”, recuerda con dolor.

En su casa se habla inglés y español, porque su esposa es estadounidense y de padres irlandeses. Entre ellos se hablan en español, pero Anne Marie le habla a sus hijas en inglés. Si Protti incluyera el italiano en la dinámica, su casa se convertiría en una pequeña torre de Babel.