Marilyn Monroe, viva en San José

Leonardo Chaves apenas sobrepasaba el año de edad CUANDO MURIÓ LA DIVA. Medio siglo después, convirtió su casa, en esta capital, en un museo para Marilyn.

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En un apartamento frente a la Defensoría de los Habitantes, en San José, vive Marilyn Monroe. La diva de Hollywood se ha apoderado del pequeño y modesto lugar y, como solía hacer en sus mejores años, se convirtió en la dueña absoluta.

Ella es la primera que recibe a los visitantes apenas ponen un pie en ese lugar. Con solo subir las gradas, allí está Marilyn, sonriéndoles sensualmente con las poses que la hicieron famosa.

Viva en fotografías, pósteres y decenas de muñecas de porcelana, la popular actriz resucitó por obra y gracia de Leonardo Chaves Calvo, un empleado bancario que se considera uno de los seguidores más fervientes de Norma Jean Mortenson, el verdadero nombre de la estrella que murió el 5 de agosto de 1962, a los 36 años de edad.

Se trata de una costumbre que heredó de su mamá, la modista Mireya Calvo (q.d.D.g.), quien empezó con la colección de Barbies en los años 60.

“Le empecé a comprar las Barbies ochenteras. Después, leí un artículo sobre Marilyn y eso fue lo que desencadenó mi pasión por ese personaje”, explica Leonardo, todavía con su ropa de oficina pero con un accesorio que lo distingue: una corbata azul con la figura de la Monroe.

Museo, altar, ¿casa?

El apartamento de madera, de dos pisos, está en el capitalino barrio México. Allí ha vivido la familia de Leonardo desde hace varias generaciones.

Y allí vive él junto a decenas, pero decenas, de muñecas, incluidos numerosos ejemplares de Marilyn Monroe fabricados en diferentes materiales, sobre todo, porcelana.

Su dormitorio está repleto. Leonardo duerme cuidado por la diva y por otros personajes que él ha encargado y comprado por Internet.

En una de las repisas está Mary Poppins; en otra, una geisha . Tiene a toda la pandilla de Harry Potter, y a la Mujer Biónica...

En promedio, todas las muñecas miden 18 pulgadas (casi 46 centímetros), pero una de Marylin es la más grande, como era esperable: mide 24 pulgadas (casi 61 centímetros).

El valor de esta inmensa colección no es solo monetario (cada muñeca supera los $300; más de ¢150.000). Es, ante todo, sentimental.

“Cuando Marilyn murió, yo apenas tenía año y medio de nacido. Sin embargo, hace mucho le admiro el cuerpazo que tenía y sus ojos. No tenía que pedirle nada a nadie. ¡Era guapa por todo lado! Su gran ventaja es que quedó inmortalizada siendo joven y bonita. Marilyn sigue sin rivales”, asegura Leonardo.

Cada muñeca viene con su vestido y sus joyas. Muchas de ellas, inmortalizan películas en las cuales participó la actriz. Por supuesto, no falta la especialmente vestida para cantarle cumpleaños al difunto presidente John F. Kennedy, con su traje color piel, en el Madison Square Garden de Nueva York.

Otra prenda infaltable es el despampanante vestido rojo que la estrella utilizó durante la sesión de fotos con Milton Green, el fotógrafo de las celebridades a mediados del siglo pasado.

Igual aparece entre los estantes la ropa que usó durante la película Los caballeros las prefieren rubias (1953),

La colección de Leonardo es más amplia aún. Él guarda libros, recortes de periódicos, fotografías, camisetas y pósteres que ha comprado en sus viajes.

Sin fin

La imagen de la rubia sosteniéndose la falda de su vestido blanco, con los hombros descubiertos, posa en el descanso de las gradas. La compró en París, Francia, en 1985, aprovechando una visita que hizo al país donde vivía su hermano.

La afición es, definitivamente, intensa. Leonardo lleva ocho años de ser socio de Barbie Collector , un sitio en Internet en donde continúa comprando objetos para su colección.

Los únicos que han podido gozar de los trajes y joyas a escala de esta colección de Marilyn son los amigos y conocidos de Leonardo, quien, por ahora, no piensa abrir el sitio al público.

La diva está para él solo y para los poquísimos privilegiados que quieran disfrutar de un instante mágico junto a este inmortal sex symbol de hace medio siglo.