Lujo y comodidad para los años dorados

Verdeza es un complejo residencial en Escazú que se dedica exclusivamente a la atención del adulto mayor a través de estancias y servicios que garantizan una vejez digna, activa e independiente

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Si no fuera por dos amplios banners colgados a los costados de un edificio que promociona a esa estructura como un complejo residencial para adultos mayores, Verdeza no sería más que otro lujoso condominio que confluye, por un lado, con la exclusividad domiciliar y comercial de Escazú y la vista privilegiada a sus montañas y las de Santa Ana, y, por el otro, con la concurrida ruta 27 (San José-Caldera).

Pero basta con atender aquellos promocionales para percatarse de que la construcción de cuatro pisos y de color beige, más que un domicilio convencional, es una morada que, en su interior, cuenta con todas las facilidades para que los adultos mayores disfruten de una vejez digna, activa y pensada, exclusivamente, para el bienestar de ellos.

Verdeza plantea a la población de 65 años o más un espacio para vivir una jubilación de lujo en modernos apartamentos y con servicios asistidos para el disfrute a plenitud de los llamados años dorados.

El proyecto se desarrolló hace cinco años en Trejos Montealegre, en Escazú, con una inversión superior a los $10 millones y socios cien por ciento costarricenses, quienes auspiciaron su idea en la creciente necesidad de atención diferenciada para esa población.

“Surgió con la idea de brindar una opción para la población adulta mayor que estaba descubierta. Se vio la tendencia mundial de que la población de adultos mayores va en crecimiento, tanto que en el 2050 se espera que tengamos el doble de adultos mayores que a la fecha”, comentó Alejandra Zamora, gerente de Ventas y Residentes de Verdeza, quien dijo que el proyecto se tropicalizó en el país a partir de ideas inspiradas en desarrollos similares en Estados Unidos y Europa.

Tanto los espacios privados como los de uso común que conforman la estructura residencial están pensados, diseñados y gestados bajo la geronto-arquitectura, una rama de la arquitectura que empatiza con las variadas y crecientes necesidades de esa población.

Es decir, los múltiples pasillos del complejo de apartamentos son más amplios y poseen barras de apoyo a ambos lados de los caminos; hay sistemas de alertas en diferentes espacios de tal manera que los residentes puedan acceder fácilmente a servicios de enfermería y el traslado a cada piso es a través de elevadores espaciosos con sistemas de alerta de llegada. Contiguo a la puerta de cada apartamento hay una placa con el nombre de los residentes y con indicadores en rojo, amarillo o verde, según la necesidad de atención de cada inquilino en caso de eventualidades.

Así, un círculo rojo aledaño a la puerta de su apartamento significa que aquel o aquellos inquilinos no pueden movilizarse, por lo que requerirán de asistencia; en amarillo, son los que demandan de una asistencia parcial y el verde identifica a residentes completamente independientes.

“Aquí todo tiene un protocolo a seguir y el personal está capacitado para el manejo de cualquier eventualidad, inclusive de emergencias. Hay brigadas y los círculos de colores que tienen los apartamentos en sus exteriores sirven para saber cuáles residentes se pueden valer por sí mismos y cuáles no, de manera que podamos lograr una evacuación exitosa en caso de ser necesaria”, enfatizó Zamora.

Las salas de uso común como el comedor, la biblioteca, los salones multiusos, el gimnasio e inclusive la peluquería (que abre los martes y viernes) también poseen características especiales para atender a esta población. Por ejemplo las sillas que, sin excepción, cuentan con rodines en las dos patas delanteras para facilitar al residente el acceso a ellas.

En las unidades de apartamentos cada aposento también cuenta con particularidades especiales: la puerta de ingreso es más ancha que lo normal, los apagadores están al alcance de una persona en silla de ruedas, al igual que la altura a la que está instalado el lavatorio; la ducha es de teléfono para mayor facilidad de los residentes que requieran asistencia en el baño y el piso de ese espacio es antideslizante. Asimismo, en el dormitorio de cada apartamento hay un dispositivo que con solo pulsar, alerta al departamento de Enfermería sobre la solicitud de asistencia hecha por algún inquilino.

“La gente no tiene claro si esto es un edificio, un hotel o un hospital, y no es ninguno de los tres: es un residencial para adultos mayores que se diferencia de un condominio de Escazú en que absolutamente todo está enfocado en satisfacer las necesidades integrales del adulto mayor. Desde el aspecto de coordinar algo sencillo como una medicina en la farmacia hasta servicio de Enfermería las 24 horas del día todos los días de la semana”, detalló Alejandra Zamora.

Cotizado

La operación de Verdeza en el país se inició en el 2013 con cinco residentes. Un lustro después, en el complejo residencial viven 55 personas quienes ocupan 54 de los 61 apartamentos que en total tiene el inmueble.

Alejandra Zamora especificó que el 80 por ciento de los residentes son costarricenses y el restante 20 por ciento son inquilinos foráneos, provenientes de Estados Unidos y Europa, principalmente. La población ahí alojada tiene entre 65 y 99 años.

Para optar por el alquiler de una residencia en Verdeza el aspirante debe tener una edad mínima de 65 años –que legalmente lo acredita como persona adulta mayor–, un informe médico para conocer el estado de salud del residente y orientar al personal en cuanto a las asistencias, una entrevista inicial con la familia del futuro inquilino o con él mismo para conocer las necesidades que buscan o busca satisfacer con su estancia ahí y una estabilidad económica personal o familiar (el proyecto es de apartamentos premium dirigido a familias clase media-alta y alta).

Según las necesidades de cada huésped y del tipo de apartamento que se escoja, así será el precio de la mensualidad, cuya base es de $2.150 (cerca de ¢1.254.000 al tipo de cambio del Banco Central de Costa Rica del jueves anterior).

Ese monto incluye el apartamento más pequeño, los tres tiempos de alimentación, meriendas, limpieza del apartamento, servicio de lavandería, acceso al servicio de enfermería y al calendario de actividades físicas, mentales y cognitivas de todos los días.

“(El anterior) es un caso de uno de los paquetes que tenemos acá y es el punto de partida para personalizarlo según las necesidades de la persona. El paquete funciona como un menú al que cada inquilino o familiar de él le va agregando servicios”, indicó Alejandra Zamora.

Esos “adicionales” corresponderán a elecciones en cuanto al tamaño del apartamento (hay tres disponibles, algunos con cocineta), el grado de dependencia del adulto mayor, el tipo de acompañamiento que requiera del servicio de enfermería o el acceso a servicios, como la peluquería.

Autónomos

“Nosotros amamos a nuestros papás y deseamos lo mejor para ellos y fantástico si las familias deciden mantener a sus papás bajo el cuido del hogar, jamás Verdeza compite con esa parte, pero sí somos ese apoyo en darle esa independencia y poder decisión del adulto mayor porque la vida no se termina en esa etapa, muy al contrario, es un periodo de gran enriquecimiento para ellos y para los que están alrededor, en el que siguen aprendiendo y ahora con más libertades para administrar”, subrayó Zamora.

Los residentes gozan de total independencia y privacidad en la realización de sus actividades personales, desde movilizarse dentro y fuera del edificio residencial –si sus condiciones de salud se lo permiten– hasta la discreción de equipar y decorar al antojo de cada uno la residencia que seleccionaron para vivir y de recibir a las visitas que consideren sin ningún horario establecido.

“La intimidad de ellos aquí es absoluta. El apartamento de cada uno es totalmente privado y aunque todo el personal tiene llaves de acceso a las residencias, hay un sistema que registra esos ingresos. Básicamente son los residentes y las familias de ellos quienes definen la frecuencia de las visitas a los apartamentos y los servicios que solicitarán. Ese registro queda en recepción para consulta de los familiares”, dijo Zamora.

Evelyn Barrientos, gerente de Enfermería, comentó que todos los colaboradores del edificio de apartamentos, se preocupan por consentir a los residentes en sus distintos requerimientos.

“Los chineamos hasta más no poder. Las personas adultas mayores son nuestra razón de ser y nosotros lo que hacemos es darles a todos atención para que ellos tengan calidad de vida a través de un envejecimiento activo. Nuestra prioridad es el amor que podamos tener para atenderlos, necesariamente hay que tener pasión por servir, de otra manera no tenemos cómo darles a ellos lo que necesitan”, comentó Barrientos.

La visión la comparten todos los departamentos que coexisten bajo el inmueble. Rocío Calvo, gerente de Alimentación y Bebidas es la encargada de diseñar los menúes que los inquilinos tendrán a su disposición durante el desayuno (de 7 a. m. a 9 a. m.), el almuerzo, (de 12 m. a 2 p. m.) y la cena (de 5 p. m. a 7 p. m.). Cada platillo que sirven toma en cuenta las condiciones de salud de cada uno de los residentes y sus necesidades nutritivas.

“Tenemos un menú semanal con varias opciones. La idea es que vengan al restaurante y no sientan que están llegando a un comedor. El menú está pensando en las necesidades y características de la población que atendemos, tomando en cuenta que a esas edades la digestión es muy lenta y el proceso de absorción de nutrientes es acelerado. Lo que hacemos aquí es prevenir y cuidarlos a todos por igual”, afirmó Calvo.

Teresita Aguilar, presidenta del Consejo Nacional de la Persona Adulta Mayor (Conapam), avala este tipo de desarrollos residenciales en la medida en que la familia de cada residente mantenga el contacto con el anciano.

“El principio de la institución (Conapam) es que el anciano termine en su casa, pero hay que considerar que hay situaciones especiales de gente que los quiere mucho pero no los puede tener en su casa y tienen la condición económica para pagar estos servicios. Personalmente estoy a favor de que quien no pueda cuidar a su anciano o persona mayor y tiene medios económicos, entonces que los ubiquen en estos lugares. Es importante destacar que la persona adulta mayor tenga su independencia y que sean ellos quienes decidan qué quieren”, opinó Aguilar.

María Elena Dobles Vargas, es un caso de esas residentes que decidió mudarse a Verdeza. En diciembre ella cumplirá dos años de vivir en el exclusivo complejo habitacional.

“Vine por mi propia voluntad. Mis hijas (tiene tres) me insistieron en que me fuera a vivir con alguna de ellas pero yo buscaba mantenerme independiente, así que solita busqué el lugar, escogí el apartamento y estoy encantada”, resumió Dobles.

Cuando ella conversó con Revista Dominical –hace una semana– estaba a pocos minutos de iniciar una clase de pintura y manualidades, parte de los talleres agendados por Verdeza para el mes de setiembre.

“De aquí destaco la maravillosa atención que tienen, además de la muchas actividades en las que uno se distrae y aprende. Hacemos ejercicios, manualidades, cantamos… Es muy muy lindo”, dice María Elena, de 84 años. Ella es una de las residentes que aprovecha al máximo las variadas actividades que organiza el complejo para el disfrute y entretenimiento de su población.

Irene Viñas, gerente de Actividades de Verdeza, lidera el equipo que establece la agenda diaria de terapias y talleres para residentes.

“A la hora de calendarizar actividades tomamos en cuenta satisfacerlos a ellos con opciones que promuevan el que estén activos. Todos los días en las mañanas tenemos ejercicios entre terapia física, clases de baile, de yoga… y después un programa de mentes activas donde hacemos ejercicios de habilidad mental con los que ellos puedan mantener su memoria. Por las tardes planeamos actividades más sociales y recreativas como manualidades, terapias musicales, charlas y talleres”, explicó Viñas.

Variadas opciones

Como parte de las alternativas de alojamiento de Verdeza se destaca el segundo piso del edificio : el de Memoria. Esa planta está destinada exclusivamente al alojamiento de personas adultas mayores con problemas de demencia.

En ese piso –cuyo acceso es restringido– viven 16 ciudadanos de oro quienes reciben tratamientos y servicios diferenciados en comparación con los otros inquilinos.

Ahí los colores de las paredes son diferentes con el fin de hacerlos más aptos para personas con demencias, las tapas de los inodoros son de colores distintos para poderles ayudar a la recordación del uso del dispositivo y en los accesos a los apartamentos hay una fotografía de cada residente para que él ubique su domicilio.

Esos residentes tienen su propio restaurante con dietas personalizadas según lo establecido por el médico, las terapias también son distintas y hay una sala de estimulación cognitiva con terapias multisensoriales.

Adicional a los servicios de residencia permanente, Verdeza tiene la opción de alquileres de apartamentos temporales y post-cirugía de pago diario.

Esas posibilidades están destinadas a adultos mayores que necesitan recuperarse de un tratamiento médico y que requieren servicio por un determinado período, adultos mayores que deseen experimentar Verdeza antes de comprometerse a largo plazo y para familias que necesiten encontrar un lugar seguro y de buena calidad para sus seres queridos cuando requieran darse un descanso o viajar por un lapso considerable.

“La experiencia de trabajar con adultos mayores en los últimos cinco años ha sido lindísima. Culturalmente tendemos a pensar que por ser adultos mayores ellos deben depender exclusivamente de sus hijos para su cuido y satisfacción de necesidades, y aquí uno se da cuenta que es posible que el adulto puede tener una vejez totalmente activa, de hacer ejercicios todos los días, de conversar, de aprender cosas diferentes, de hacer nuevos amigos y, lo más importante, de mantener el lazo afectivo de sus familias sin sentirse una carga para ellos”, agregó la gerente de Ventas y Residentes, Alejandra Zamora.

Las palabras de Zamora no discrepan de la realidad observada: abundantes sonrisas, energía de sobra, tertulia sin reparo y convivencia amena y “comunal” de una población que demuestra mantener el brillo en el crepúsculo de la vida.