La secta en la que ‘Cristo es mujer’ y sus fieles ‘nunca mueren’ caza almas en Costa Rica

En pleno San José, un grupo de ticos adora a una dama que asegura ser el mesías esperado y esposa de Dios Padre. Conozca el polémico origen de esta secta, las intimidades de su culto y la profunda fe de sus feligreses, quienes proclaman ser inmortales.

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Los hijos costarricenses de “mamita” ‘Cristo Lisbet’ alardean gozosamente de su ‘condición divina’: no conocerán nunca la muerte terrenal, pues por la gracia de su dios Melquisedec Lisbet han sido transformados y son “eternos en cuerpo y espíritu".

En su singular fe, además, se consideran a sí mismos “ángeles santos”: bendecidas criaturas revoloteando alrededor de una deidad viva y muy carismática, que corta de tajo la creencia milenaria de que Cristo, el hijo de Dios, fue hombre.

"No, no y no, nos han mentido siempre con eso de que fue varón”; repiten los “hijitos” de ‘Cristo Lisbet’ al unísono. Para ellos el redentor siempre fue una dama y hoy mismo, según ellos, camina y respira junto a nosotros.

Por eso todos los domingos, en el Hotel Ambassador, en San José, unos 90 costarricenses se postran ante su aclamada reina del universo. La adoran y le dan gloria, pues no dudan en afirmar que ‘Cristo Lisbet’ les cambió la vida y les regaló el privilegio de gozar el mismo cielo en la tierra.

“¡Qué bendecidos!..." dirían ellos.

La señora de saco fino

No es un cuento ni una ficción: la mujer denominada ‘Cristo Lisbet’ existe y sus seguidores en Costa Rica y alrededor del mundo también. Siempre vestida con un saco fino, generalmente color pastel, la deidad de la secta Rey de Salem se dirige a sus feligreses con una enorme sonrisa, un léxico pausado y altamente esperanzador. Les habla cariñosamente, a manera de chineo espiritual para “sus hijitos queridos”, como los llama constantemente.

Generalmente la mujer, nacida en Cuba, se dirige a sus feligreses a través de videos que, desde Sugar Land, Texas –donde vive actualmente–, edita para el bien de sus miles de “santos ángeles”.

Todos deben creer en ella, en sus palabras, pues para ellos son "maná caído del cielo”. Si no lo hacen, sus seguidores ya saben a lo que se atienen: están “condenados a muchos males, y la muerte física”, advierte ‘Cristo Lisbet’.

“Pues solo yo puedo parar la descomposición de este cuerpo y la muerte física... Yo soy el gran ‘YO SOY’, y no hay otro dios”, agrega la mujer, quien tiene unos 45 años y se declara esposa de Melquisedec, que para los católicos sería el equivalente a Yahvé o para los protestantes, Jehová.

Para Lisbet, ella es una sola con el padre. Padre y madre. Dos en uno, nada más, haciendo a un lado al Espíritu Santo y a eso que los cristianos del común llaman Trinidad.

Son diversos los pasajes bíblicos que, según ellos, revelan que Cristo es mujer, pero antes de entrar en sus singulares creencias, conocer un poco más a sus seguidores ticos y describirles cómo se vive un culto dominical de la secta en Costa Rica, qué tal si le contamos cuál es la historia de vida de ‘Cristo Lisbet’.

El 666, Jesucristo Hombre

Quizá recuerden este nombre: José Luis de Jesús Miranda, el puertorriqueño que por varios años se denominó Jesucristo hombre, el anticristo.

De cariño, sus seguidores en Costa Rica y en varias partes del mundo le decían Apóstol, Dios y más coloquialmente Papi.

En el país su secta se extendió por varios lugares del área metropolitana, pero tenía su sede central en Guadalupe de Goicoechea. La secta llevaba por nombre Creciendo en Gracia y, para refrescarles la memoria, sus seguidores se tatuaban en el cuerpo el número 666.

Pero ¿qué tiene que ver Papi con ‘Cristo Lisbet‘? Pues todo.

Lisbet de García, a secas, es la viuda de José Luis Miranda, quien murió en el 17 de noviembre del 2013, supuestamente víctima de un derrame cerebral y varias complicaciones relacionadas con una cirrosis hepática.

Lo más singular de su muerte, es que José Luis Miranda falleció sin cumplir su promesa más anunciada: la transformación.

La transformación, según José Luis, iba a ocurrir el 30 de junio del 2012, pero como era de suponerse no pasó nada. Ese día, según su controversial prédica, su cuerpo se iba a ver distinto e iba a poder cruzar paredes, El Vaticano iba a caer en pedazos, sus feligreses entrarían en un estado de gracia y, él mismo, se entronaría para comenzar a reinar en todo el mundo.

¿Qué fue lo que pasó?...pues así lo explicó uno de sus exseguidores ticos.

“Vea, le voy a decir, José Luis nos engañó a todos. Él no era una buena persona. Figúrese que yo fui su guardaespaldas cuando vino a Costa Rica y a mí me tocó verlo llegar al hotel súper borracho. Entonces yo me decía, cómo puede ser que este sea Dios y venga en ese estado. Me sentía mal”, comentó uno de los ahora seguidores de Cristo Lisbet, que congrega en el Hotel Ambassador.

“Otra cosa es que José Luis nunca nos enseñó a vencer los deseos de la carne, Lisbet sí. Por eso antes hubo borracheras, adulterios y era un desorden”, agregó el sujeto.

Aunque después de la gran farsa muchos seguidores de Creciendo en Gracia emprendieron la huida, otros se quedaron como satélites esperando una respuesta, una que rápidamente encontraron en ‘Cristo Lisbet’.

Uno de ellos es el antiguo guardaespaldas de José Luis, quien en su antebrazo tenía tatuado el 666, pero ahora, encima de ese número, luce las siglas M&L, de Melquisedec y Lisbeth.

“Le voy a decir, José Luis murió porque él no creyó en Cristo Lisbet. En sus últimos años a él se le reveló que su esposa era la verdadera Cristo, pero él no lo quiso aceptar. Entonces claro, falleció. Eso para nosotros fue la transformación real, no era José Luis el que iba a reinar, era Lisbet, y por eso nosotros ahora somos eternos”, agregó el hombre, quien es un profesional pensionado.

Apenas murió José Luis de Jesús Miranda, Lisbet tomó el timón del barco y le dio un giro radical a la secta. Antes de la partida de su esposo ella decía ser el Arcángel Miguel, pero luego se le “reveló” su título actual: ‘Cristo Lisbet’.

En su presentación oficial, Cristo Lisbet anunció a la secta Creciendo en Gracia: “El padre solo, no puede tener hijos espirituales, por lo que a través de mí es que sale la imagen y semejanza de la hembra”.

Y fue entonces donde también les dio un pequeño mensaje a los judíos, a quienes también solía hacer referencia constante José Luis de Jesús Miranda.

“Hay muchos judíos practicantes que menosprecian a la mujer, por eso no quisieron recibir a Cristo como mujer en aquel tiempo y en este tiempo va a ser difícil para ellos aceptar que el Mesías que esperan es una mujer”, agregó.

“Es que es obvio que es mujer”, dice otro de los feligreses que asisten al culto en Costa Rica. Él afirma que ‘Cristo Lisbet’ estuvo presente en la crucifixión, hace 2.000 años, y que esta es su segunda venida.

De hecho, para justificar tan venturosa aseveración, me dirá algo que, según él, no me dejará dudas.

“Usted recuerda el pasaje donde a Cristo, en la Cruz, lo clavan el costado y le sale agua. ¿Porqué iba a salir agua?, dígame”, me cuestiona.

Me encojo de hombros y quedo en silencio. Él continua con una sonrisa y los ojos brillosos, como si estuviera apunto de abrirme las puertas de la sabiduría plena.

“Muchacho, le salió agua porque estaba embarazada. Era mujer. Los que escribieron la Biblia muchos fueron hombres machistas, y por eso cambiaron los textos y lo pintaron como si fuera hombre. Esa es la verdad”, agrega.

Yo asiento y callo. Ese argumento se suma al que leí en el sitio web oficial de la secta Rey de Salem, en el que hacen referencia a Mateo 23:37 para hacer irrefutable el sexo femenino del mesías.

¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina junta a sus polluelos debajo de las alas, y no quisiste!”, dice el pasaje bíblico.

Al respecto, en el sitio web Rey de Salem reflexionan así: “Si Cristo era hombre, ¿por qué él se habría de comparar con una gallina? Esa figura de gallina con polluelos más bien es la de una madre con sus hijos”.

En fin, el diálogo sobre la divinidad femenina del Mesías se dio justo después de haber escuchado a Cristo Lisbet en el culto dominical de dos horas, en pleno San José. Allí hubo mucha música, aplausos, decenas de testimonios y el infaltable diezmo.

Hora de “alabar”

Son las 9:45 a.m. de un soleado domingo, en Paseo Colón.

En el lobby del Hotel Ambassador hay un extranjero bien sentado, un par de revistas de arquitectura y un mapa de San José. Es raro, pienso, no veo cruces, ni altares ni gente vestida de forma extraña.

Comienzo a sospechar que el culto a ‘Cristo Lisbet’, es en un piso superior del hotel y me lleno de ansiedad. –¿Estaré en el lugar equivocado?–. Mientras, para sentirme un poco más tranquilo, llamo por teléfono a un colega periodista que había quedado en acompañarme a la reunión.

Mi colega me dice que está por llegar y todo bien. Minutos después, ya juntos, preguntamos al recepcionista sobre el culto y nos dice que es a la vuelta del lobby, no arriba como había pensado, sino ahí mismo, en un típico salón de conferencias.

El lugar de la reunión es grande, pero no inmenso. A primera vista se ven unas 200 sillas apiladas, una pantalla blanca y un proyector digital, en el que casualmente se pueden leer varios números de cuentas bancarias y las palabras “tarjeta de crédito” y “Paypal”, el sistema de pagos por internet.

Nos sentamos y casi de inmediato comenzamos a ser abordados por miradas y sonrisas gentiles.

“Es la primera vez que vienen ¿verdad?, ¿Cómo se enteraron de las reuniones?, ¡Bienvenidos!”, nos decían con insistencia.

Unas señoras nos dieron la mano y nos repartieron un folleto explicativo sobre ‘Cristo Lisbet’. Nos veían con cierta ternura, como si miraran en nosotros a un hijo suyo que, después de insistirle por años, al fin había aceptado su invitación.

Luego un adulto mayor, con camiseta del Club Sport Herediano, caminó desde la primera fila hasta la última. Allí estábamos nosotros y lo único que quería el señor era regalarnos una sonora risotada, darnos la mano y proclamarnos su buena nueva: “han llegado al mejor lugar, donde se van a encontrar con el dios vivo”.

En eso estábamos cuando comenzó el rito. He de decir que el hecho de no hubieran cruces, ni altares, ni ningún tipo de plataforma, no era casualidad, pues en la secta Rey de Salem el culto es completamente virtual.

En la pantalla blanca, al centro del salón, el proyector digital nos muestra una presentación de video hecha especialmente para la ocasión, en el que la imagen de ‘Cristo Lisbet’ y una voz tipo presentador de programas de concursos hacen que todo el mundo se ponga de pie.

“Hoy es tiempo de celebración, alegría, júbilo y gozo. Llegamos al reino de Melquisedec Lisbet, el reino de Dios. Servida está ya la mesa”, decía el locutor del rimbombante video en la bienvenida a los feligreses.

“Ella es la que venció el engaño de la mente carnal, preparemos nuestro oído, dispongamos nuestro corazón y deleitemos nuestros ojos con las grandes maravillas que salen por su boca. Cristo Lisbet, con su aparición, sacó a la luz la vida y la inmortalidad. Ella es la transformación. Habitantes de la tierra, reciban la invitación, por Melquisedec Cristo Lisbet, por papá y por mamá. ¡Aleluya”, concluye la altisonante introducción.

De inmediato hay gritos y aplausos del aforo, donde sobresalen en su mayoría hombres y mujeres de mediana edad (45 a 65 años), de apariencia humilde. También se ven algunos jóvenes, pero son minoría.

De pronto, el video es copado por una pareja impecablemente bien vestida, que saluda poniéndose dos dedos sobre su frente, tal como lo solía hacer José Luis de Jesús Miranda en sus mejores días. La pareja –con una risa digna de comercial de dentrífico que no se apaga ni un segundo–, introduce la reunión virtual y de inmediato da paso a una serie de videos musicales de adoración, que desde diversos países producen sus feligreses en honor a su “mamita”. Se trata de clips no profesionales, que fueron grabados en Cuba, El Salvador, Honduras, Estados Unidos y en todas las naciones en las que se encuentra instalado el culto.

De pie, al ritmo de palmas y también con sus voces, la congregación entera sigue los cantos como si se tratara de un karaoke. Las letras de las piezas se proyectan en la pantalla blanca y dicen frases como las siguientes: “Porque de tal manera amó Melquisedec al mundo, que ha dado a su esposa unigénita”.

“Gracias madre Cristo Lisbet, por enseñarme la Biblia leer. Tu eres la maestra, la luz del mundo que me hizo entender”.

Hablando de la Biblia, en este culto el libro sagrado de los cristianos es modificado antojadizamente en varios de sus versículos. Por ejemplo, en la Biblia católica (versión Jerusalén) Hebreos 5-6 dice: “De igual modo, tampoco Cristo se apropió la gloria del Sumo Sacerdocio, sino que la tuvo de quien le dijo: Hijo mío eres tú; yo te he engendrado hoy".

"Como también dice en otro lugar: Tú eres sacerdote para siempre, a semejanza de Melquisedec”, continúa el texto.

En la Biblia que se lee en el culto de Lisbet, usted encontrará los mismos versículos pero escritos de la siguiente manera: "Así tampoco Cristo Lisbet se glorificó a sí misma haciéndose Suma Sacerdotisa, sino el que le dijo:Tú eres mi Esposa, yo te he engendrado hoy. Como también dice en otro lugar: Tú eres sacerdote para siempre, según el orden de Melquisedec.

Pero ese es solo un pequeño gran detalle. En realidad, más que la Biblia, lo más importante para los seguidores de Cristo Lisbet es ser alimentados con el “maná caído del cielo”, que brota de la misma boca de su diosa. Después de todo ¿quién necesita textos si la propia redentora les habla en vida?

Por ese motivo, es solemne el momento en que Cristo Lisbet aparece en pantalla para enviar su mensaje dominical. Todos callan, todos la escuchan, todos la alaban. Sus palabras, para ellos, son palabras de salvación.

La hora del diezmo

Ahora todo tenía sentido. La pantalla con métodos de pago por internet, tarjetas de crédito y Paypal que nos encontramos proyectada a principio del culto no era obra de la casualidad. A media reunión había llegado la hora de “la siembra”, como le llaman ellos.

En el culto de ‘Cristo Lisbet’, podemos decir que se pide dinero en dos ocasiones. En el primer momento, algunas voluntarias reparten sobres blancos que son llenados por las ofrendas de los feligreses.

Luego, otros dos voluntarios se colocan al frente con bolsas grandes color negro, en las que los miembros de la congregación se desprenden de sus sobres de manera casi automática. Llenas las arcas y como en procesión, los voluntarios se retiran con el diezmo a un cuarto cerrado.

Pero aún no es suficiente. Luego de un par de canciones más, todo se detiene para darle la palabra a quien parece ser uno de los líderes de la congregación en Costa Rica. Es el único momento, en todo el culto dominical, que alguien fuera de la transmisión virtual toma protagonismo.

Y sí, tal como se lo imaginan, el sujeto va a pedir más dinero en nombre de Cristo Lisbet. El hombre se pone de pie, la música se detiene y aparece la pantalla con los números de cuenta.

“¡Buenos días bendecidos!”, exclama el hombre con solemne autoridad.

“Nuestra madre nos ha pedido que nuestros diezmos los enviemos directamente hacia ella. Cuando usted le da algo a alguien para que se lo lleve, se pierde, y luego hay que buscar a quien echarle la culpa ¿verdad?. Entonces queremos evitar eso, que sea directo, ir directo, y este es el método de la página (reydesalem.com)”, continúa el hombre, señalando la pantalla.

“Es muy fácil, si tienen una de esas tarjetas ponen la cantidad ahí y listo, le da enviar”, continuando con un pequeño tutorial de cómo utilizar el sistema electrónico sin contratiempos.

Y bueno, si el feligrés no tiene tarjeta de crédito no tiene de qué preocuparse. También puede utilizar el sistema Paypal, que puede procesarse con una simple tarjeta de débito.

“Ojalá que la débito sea internacional, puede ser en colones o en dólares. A usted en cualquier banco le dan una tarjeta de débito, nadie se la puede negar, todos los costarricenses tenemos ese derecho. Esa cuenta la pueda usar para su uso personal o para el diezmo. Mándeles por el chat, a todos los bendecidos este sistema, para que todos lo tengan”, explica el líder.

Algo más. “En Paypal cobran una comisión, por lo que no es bueno tener la cuenta ajustada, envíen el diezmo pero tengan siempre un poquito más en la tarjeta porque uno no sabe cual es exactamente la comisión”, finaliza el hombre sonriendo, no sin antes agregar que la madre Lisbet les ha dado una garantía especial a todos: ambos métodos son “seguros”.

Los testimonios, el final

Luego del monetario impasse, el video editado desde Houston vuelve a rodar. Esta vez, algunos “ángeles” de Lisbet dan su testimonio de vida.

Se trata de una serie de mensajes de audio que simpatizantes de diferentes países de Latinoamérica, graban para convencer a sus hermanos de que están congregados en el lugar correcto. A Lisbet la “gloria”, dicen los mensajes pregrabados.

“Gracias a ustedes soy un ángel de dios, y aunque mi familia no me habla por creer en ti, mi madre Lisbet, confío en que pronto me hablen y esta situación cambie", comenta un tal Francisco Rosales, que emite su vivencia con gran sentimiento.

Rosales se muestra agradecido y muy adulador con su “madrecita”, pues según él lo ha sanado de varios padecimientos que sufre, o que sufrió, según lo que dice.

“Madre Lisbet, gracias a lo que nos has enseñado, me han operado de los ojos, pues tenía un grave glaucoma en el ojo izquierdo y catarata. Todo salió bien y pude compartir con el doctor, que dijo ser católico, que me sané gracias al Padre Melquisedec y a ti madre. Además aprobé el examen de la vista sin problema, aunque todos pensaban que no lo haría", agrega Rosales, quien también le agradeció a su diosa por sanarlo por una trombosis profunda en una pierna.

En total son más de siete testimonios, de unos 10 minutos de duración cada uno, los que la congregación escucha con asombrosa paciencia. Nadie chista, ni se mueve, hasta romper en aplausos al final de cada discurso.

Terminado el culto todo son sonrisas y abrazos amables. Los “ángeles” de Cristo Lisbet se detienen a compartir como viejos amigos en las afueras del lugar, hablando de sus “bendecidas” vidas y de cómo el alcalde de un cantón se sanó completamente de una muerte segura. El político, según los comentarios, había creído en la ‘madrecita’ y santo remedio.

Así, poco a poco, el salón del Hotel Ambassador va quedando vacío. En siete días los “ángeles” de Cristo Lisbet volverán a verse sus caras, ilusionados, deseando afianzarse nuevamente en su amor a la mujer que adoran. Lo harán convencidos, pues nadie querría enfrentarse a este ‘oscuro destino': “si me abandonas, abandonas la vida eterna y la muerte es tu suerte... Amén, Aleluya”, les alerta ‘Cristo Lisbet’.