La mujer más cotizada por el FBI

El FBI la persigue 40 años después de haberla incriminado POR UN ASESINATO. Antes de ella, ninguna otra mujer había sido incluida en la lista de los TERRORISTAS MÁS BUSCADOS.

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“Joanne Deborah Chesimard puede estar usando el cabello en diferentes estilos además de vestimentas tribales africanas”.

Saben que está en alguna parte de Cuba, pero hasta ahí llega el rastro que le han intentado seguir a la primera mujer que ingresa a la colección de los terroristas más buscados por el FBI, la misma que alguna vez fue integrante de las Panteras Negras.

Su rostro y descripción física detallada aparecieron en esta nada honrosa lista hace dos semanas, cuando se cumplieron 40 años de que fuera acusada de asesinar a un policía en un tiroteo en Nueva Jersey.

Por aquel crimen, permaneció seis años en varias cárceles de máxima seguridad, pero en 1979 se escapó y se convirtió en un dolor de cabeza para la justicia estadounidense.

Según el FBI, esta mujer –quien hoy tiene 65 años– hizo todo lo necesario para merecerse un puesto dentro de la lista de los terroristas más cotizados por la justicia. No en vano su cabeza tiene un valor de $2 millones como recompensa, un monto que se duplicó recientemente, tras varios años de no dar con ella.

“Queremos hacerle saber a la gente que no descansaremos hasta no encontrar a esta mujer. Este caso es tan importante hoy como hace 40 años”, comentó Aaron Ford, un agente especial del FBI de Nueva York el día que se anunció que su búsqueda era prioritaria.

Sin embargo, Chesimard (conocida como Assata Shakur) se sale del canasto en esta lista comandada por perpetradores de atentados con bombas y secuestradores de aviones. Su rostro sonriente sobresale al lado de 30 fugitivos velludos o con cara de pocos amigos, cuyo amplio historial está ligado a células terroristas musulmanas o a guerrillas extremistas con un odio pronunciado hacia Estados Unidos.

Chesimard también se convirtió en la segunda ciudadana de ese país en ingresar al listado, pues el resto de los fugitivos proviene de Yemén, Líbano, Filipinas, Arabia Saudita y Egipto.

Es por eso que se le ha catalogado de “terrorista interna” y, durante la presentación de su inclusión a la lista, se adujo que su asesinato y posterior fuga representan “una herida abierta” para la policía estatal de Nueva Jersey y el resto de Estados Unidos.

La acusación se refiere a la noche de 1973 cuando el expediente delictivo de JoAnne Deborah Byron (su nombre de nacimiento) se manchó como nunca antes, siendo miembro del Ejército Negro de Liberación.

En aquella ocasión, ella y dos miembros más de este grupo –que apoyaba la lucha armada y el nacionalismo afrodescendiente– fueron perseguidos en Nueva Jersey por dos patrulleros con los que se enfrentaron en una balacera.

El desenlace llegó con la muerte del oficial Werner Foerster y el posterior arresto de Chesimard como responsable de dispararle dos veces en la cabeza con su arma reglamentaria, mientras él yacía en el suelo.

El juicio en contra de la activista no tuvo lugar hasta cuatro años después y estuvo lleno de críticas que alegaban que la acusación era tan injusta como si hubiera sido presentada por meros motivos raciales.

Lennox S. Hinds, quien fuera el abogado defensor de Chesimard en los años 70, todavía mantiene su posición en torno a su inocencia: “Los alegatos de que ella es una terrorista son infundados. Ni siquiera hay evidencia de que haya participado en el tiroteo”, le dijo recientemente a la revista Rolling Stone.

Infundados o no, Chesimard huyó de la justicia estadounidense al protagonizar una fuga carcelaria. Más tarde recibió asilo político en alguna parte de Cuba, donde apareció en 1984.

Desde entonces, su presencia en el país caribeño se convirtió en un factor de debate y discordia entre el gobierno estadounidense y el mismo Fidel Castro, quien en el 2005 defendió la presencia de la fugitiva como “una verdadera refugiada política”, mientras que en Washington consideran que su presencia en la isla es un respaldo de Cuba al terrorismo.

En la isla, “ella continúa alardeando de que está libre a pesar de este terrible crimen. Sigue apoyando las posiciones antiestadounidenses en discursos en los que defiende la Revolución y el terrorismo”, comentó el coronel Rick Fuentes, de la policía de Nueva Jersey.

Los indeseables

El FBI creó la lista de los terroristas más buscados en el año 2001, después de los ataques del 11 de setiembre.

Veintidós implicados en atentados ocurridos entre 1985 y 1998 estrenaron el ránquin y se convirtieron en presas obligatorias de la policía y los servicios de inteligencia, acompañados del temor y el rechazo de la población estadounidense.

De los 22 miembros originales, nueve han fallecido hasta ahora y dos han sido capturados, mientras el resto se mantiene en fuga.

La lista actual incluye a 31 personas con órdenes pendientes, pero frecuentemente se suman a este catálogo nuevos rostros en sustitución de los detenidos o de los que perecieron.

Entre los difuntos está Osama bin-Laden, quien en el 2001 pertenecía simultáneamente a la lista de “ los diez más buscados ”, otro recuento más, que reúne a la decena de personas más deseadas por el FBI, tomando en cuenta que se les considera un verdadero peligro latente para la sociedad.

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Esta otra selección se creó en 1950 y por ella han pasado nombres como el de James Earl Ray (el asesino de Martin Luther King Jr.), Anthony Michael Juliano (quien robó 27 bancos), Lawrence Robert Plamondon (por bombardear una sede de la CIA en Ann Arbor) y James J. Bulger (quien cometió al menos 18 asesinatos).

La última versión de la lista no ha sido actualizada o eso parece, porque dos de los supuestos diez más buscados por el FBI ya se encuentran detenidos, aunque el listado aún no los reemplaza.

Además del top ten y el de los terroristas fugitivos, el FBI también elabora otros listados, como uno con los rostros de quienes han cometido crímenes contra niños, otro de padres que han secuestrado a sus hijos, uno más de crímenes violentos y un cuarto con criminales de cuello blanco ligados a fraudes o malversaciones.